Años llevan ya sabiéndose enemigos, el crítico y la novelista. Reseña a reseña han ido prolongando lo que parecía una escaramuza encendida pero fugaz, limitada. Se ha convertido, tal vez, en una atrincherada discusión acerca del gusto generacional. James Wood no es un conservador a ultranza ni Zadie Smith una radical sin ambages; el pleito que ambos sostienen desde hace casi una década no es, para fortuna de todos, el de dos fundamentalistas –sordo, necio, inconsecuente.
Wood, ahora instalado por méritos propios en la alta silla de crítico literario del New Yorker, escogió desde julio de 2000 una variedad de la novela como la representación de eso que detesta. O, por lo menos, de eso que estaría mejor no tener. Se consolida un género, decía Wood en esa reseña publicada en The New Republic, vívido y variado, pero plagado de barrancos. Palabras más, palabras menos. Al fondo de esos barrancos, David Foster Wallace, Don DeLillo, Salman Rushdie y Zadie Smith. Eso es, remató el crítico, “realismo histérico”. De entre los aludidos, sólo Smith ha montado una contraofensiva; con tiento primero y cada vez con más vehemencia, la ganadora del Booker se ha dado por aludida. Para decirlo de otro modo, ella también parece tener claro a su enemigo: justamente eso que Wood celebra.
Respondió en 2001 en The Guardian, la novelista. “Sólo podemos ser quienes somos”, decía. Era una tentativa de defensa, casi una disculpa. Con los años y el prestigio a cuestas, Smith ha vuelto más compleja su respuesta. Ya no es sólo un levantar de brazos para atajar el golpe; ella ahora es quien deja ir los puños. En una reseña extensa en The New York Review of Books, publicada el año pasado, Zadie Smith enfrentó dos novelas: la joya más reciente según el gusto de Wood y la que ella ve como la verdadera representante de todo lo deseable en la narrativa contemporánea. Ahí lanzó un juego de palabras que no dejó lugar a la duda: la novela que ella celebra “clears away a little of the dead wood, offering a glimpse of an alternate road down which the novel might, with difficulty, travel forward” (“barre un poco de la madera muerta, y ofrece un vistazo a un camino alterno por el cual la novela, no sin dificultades, puede seguir hacia delante”).
Años llevan enfrentados la novelista y el crítico en una de las pugnas más fértiles, de esas que se agradecen y se echan en falta frente a tanta necedad. ~
(ciudad de México, 1980) es ensayista y traductor.