Brook y Estienne en México

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En la calma austera de las artes escénicas mexicanas, meses antes de la presentación de Battlefield, dirigida por Peter Brook y Marie-Hélène Estienne a partir del poema épico Mahabharata, en el teatro Esperanza Iris, se hizo presente un choque generacional: ¿se trataba de una puesta en escena de Peter Brook o se ofrecería un espectáculo al uso, suerte de copia pirata teatral, remasterización milenial de aquel mítico montaje de 1985 que le dio fama? Los mayores, quienes asistieron al anterior espectáculo de diez horas de duración, cuyo proceso de montaje duró una década y en el que participaban veintidós actores y cinco músicos, descalificaban el entusiasmo ante el pedagogo y director teatral, puesto que “asistir a Battlefield es ver el trabajo de un viejito trasnochado reviviendo sus glorias pasadas”.    

Por si fuera poco, posterior a los sismos de septiembre, se difundió en redes sociales un video de Brook en el que el director, “desde el corazón”, subrayaba las cualidades del mexicano frente a la tragedia. Más allá de la respetable cursilería del mensaje, la expectativa frente a la presentación de Battlefield creció y dotó al suceso de inusitado interés. Al contrario de la industria cinematográfica y del entretenimiento, la comunidad teatral del centro del país detuvo la programación habitual y durante semanas se interrumpieron ensayos, se pospusieron estrenos y las salas y foros independientes se convirtieron en centros de acopio. Actores, creativos y directores organizaron brigadas de auxilio, llevaron víveres y entretuvieron a los niños confinados en albergues. La solidaridad se hizo presente en una comunidad habituada a la crispación.

Es sugerente pensar que la obra teatral de Brook y Estienne se reveló como una sutil recompensa emocional ante los sucesos previos, una especie de abrazo escénico a una comunidad continuamente atravesada por los sinsabores de las políticas culturales. Más que la manufactura estética intrínseca, el alborozo ante el montaje quizás se debió a que resultó propicio paridistiraa aglutinar sensibilidades.   

La pieza gira en torno al Mahabharata, reinterpretación y acaso síntesis de aquel mítico montaje de Peter Brook y cuyo centro temático es la esperanza posterior a la barbarie. La apropiación de la obra es evidente desde los primeros instantes de la puesta en escena en todos los intérpretes, plenos de lucidez para el manejo de cierta “narraturgia” que confronta a los personajes incidentales con los protagonistas del mito indio que cuenta una guerra de exterminio, la cual destroza a la familia de los Pandavas y a los Kauravas. A final, después de la devastación, el mayor de los Pandavas, Yudhisthtira, se ve obligado a convertirse en rey. En esta suma de peripecias destaca por encima del resto la interpretación actoral de Karen Aldridge, figura unificadora del montaje.

    En el marco de un escaso dispositivo escenográfico, el grupo de actores encarna el ritmo sosegado de una propuesta escénica cuyos espacios de indeterminación se abren a la imaginación del espectador a partir de una historia elemental y aleccionadora, aunque preclara. La pieza no deja de ser ingenua, empática con la búsqueda de la justicia, notoriamente anticlimática y a ratos moralista.

También se hace evidente que Brook como figura del arte contemporáneo, otrora pródigo en puestas en escena brillantes, dispone en rigor de una leyenda en ejercicio: la del milagro de su perdurabilidad y supervivencia teatral.  

El Battlefield de los “viejitos” Peter Brook y Marie-Hélène Estienne (continuamente se omite el nombre de la cocreadora del montaje) no es espectacular. La decepción es grande si se buscaba una suerte de revelación escénica cuando justamente la puesta en escena destaca por su rigor gestual y falta de pretensiones. Como si Peter Brook y Marie-Hélène Estienne hubieran evolucionado desde lo espectacular y portentoso que el teatro de la segunda mitad del siglo xx necesitaba para hacerse de un espacio en la cultura popular hasta la propensión minimalista de nuestros días. Y probablemente el teatro mexicano está tan apegado a la tradición grecolatina que el mito presentado por Brook parecía escaso de conflictos y martirios que impulsaran a los personajes hacia historias memorables. En el espectáculo lo primordial es la fábula y, sobre todo, cómo y desde dónde se relata la noción esperanzadora.

Entre lo más destacable de albergar un espectáculo como el Battlefield en el Teatro Esperanza Iris está la necesidad de dotar a la Ciudad de México –una de las metrópolis con mayor actividad escénica del mundo– de programación internacional continua, de alto alcance. Queda claro que existe público, interés institucional (por parte del Sistema de Teatros de la Ciudad de México) y la inédita iniciativa de productores privados para poner en sintonía a la capital del país con lo mejor del orbe. No es descabellado pensar que al menos mensualmente, más allá del otoñal fulgor festivalero, experiencias como esta se prodiguen en los escenarios de la ciudad. El gremio artístico y los espectadores estarán agradecidos. ~

Battlefield, de Jean-Claude Carrière, dirigido y adaptado por Peter Brook y Marie-Hélène Estienne, se presentó el 5 y 6 de octubre en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.

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Es dramaturgo y crítico de teatro. Ha publicado, entre otros libros, Patán, hazme un hijo (Arlequín, 2015)


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