Contra la falsificación de la verdad

En defensa de su trayectoria intelectual y ante los ataques infundados, Mesa-Lago recupera sus posicionamientos críticos ante el bloqueo que Estados Unidos mantiene sobre Cuba.
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Por 47 años me he opuesto al bloqueo/embargo de Estados Unidos sobre Cuba y por más de tres años a las políticas nefastas de Donald Trump. Un artículo publicado en Granma (La Habana) en noviembre pasado –“El rumbo de Cuba y ‘la opinión de Miami’”, de Iroel Sánchez– falsifica estas verdades y las convierte justo en lo opuesto. Aquí están los hechos.

Opiniones sobre el embargo

En 1965, participé en un programa nacional de la televisión pública, trasmitido desde la Universidad de Miami, que promovía el levantamiento del bloqueo/embargo estadounidense contra Cuba; usé argumentos similares a los que en 2015 empleó el entonces presidente Barack Obama al anunciar el proceso de normalización de relaciones con Cuba. Desde entonces en mis trabajos me he opuesto al bloqueo/embargo.

En un ensayo reciente, 

((C. Mesa-Lago y P. Vidal, El impacto en la economía cubana de la crisis en Venezuela y las políticas de Trump, Madrid, Instituto Elcano de Estudios Internacionales, mayo de 2019; nueva información de mi capítulo “The Cuban economy after 60 years of revolution”, Cuba in Transition, vol. 29, en prensa.
 
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 el economista cubano Pavel Vidal y yo realizamos un inventario de las políticas agresivas contra Cuba por parte del presidente Trump:

Inversión extranjera. Trump implementó el Título iii de la Ley Helms-Burton de 1996 (bloqueo/embargo), que autoriza a emprender juicios en Estados Unidos contra compañías e individuos extranjeros que hayan hecho transacciones con bienes nacionalizados por el gobierno cubano. Se estima un efecto de 8 mil millones de dólares en demandas certificadas, más de doscientas mil demandas no certificadas por valor de decenas de miles de millones de dólares. Hay muchas demandas establecidas, aunque varias naciones inversoras también han establecido contrademandas o se han opuesto a las existentes. A pesar de que más de cien inversionistas aparentemente se mantienen en la isla, algunas grandes corporaciones han salido y los inversionistas potenciales están evaluando la totalidad de los riesgos involucrados en hacer negocios con Cuba, otros están posponiendo su decisión hasta que se conozcan los resultados de las elecciones estadounidenses de 2020. Cuba necesita una inversión extranjera anual de 2,500 millones de dólares, de manera que esta medida es probablemente la que más daño causa.

Turismo. El presidente prohibió a turistas estadounidenses alojarse en hoteles y comer en restaurantes gestionados por las fuerzas armadas, así como los viajes de cruceros y de “pueblo a pueblo” que eran los más fáciles para ellos. Anunció también la cancelación de todo viaje no familiar, así como las rutas de aviones a varias ciudades de la isla. Se proyecta que la medida podría causar pérdidas por casi mil millones en el ingreso bruto turístico en 2019 (una reducción de 34% respecto a 2018). El turismo es la tercera fuente de divisas de Cuba y esta acción, la segunda más dañina.

Suministro de petróleo. La administración Trump impuso sanciones a la agencia importadora cubana y a los buques tanques petroleros. La importación de combustible de Venezuela ha disminuido de 105 mil barriles diarios en 2012 a unos 40 mil en 2019, además la producción petrolera interna mermó 17% en el periodo 2010-2017, agravando la escasez. Cuba ha tomado medidas para enfrentar la potencial carencia de petróleo en la isla. El costo de mantener el suministro de combustible necesario es de 2 mil millones de dólares al año.

Remesas extranjeras. Trump implantó un máximo anual de 4 mil dólares por persona por este concepto. Aunque las remesas externas constituyen el segundo ingreso en divisas de la isla, la medida trumpista es muy difícil de controlar, porque se pueden recibir remesas de más de un remitente y porque el tope establecido es mayor de lo que se envía hoy día. La medida, sin embargo, sí ha afectado a las microempresas privadas, que pueden recibir sumas mayores.

Fortalecimiento de sanciones a bancos extranjeros que hacen transacciones con Cuba. Varios bancos han recibido multas, uno de ellos por mil 300 millones de dólares. Esto crea dificultades para hacer transacciones y restringe el crédito.

Acerca de las sanciones punitivas por parte de la administración Trump, nuestra conclusión fue: “Estas acciones atacan en todas direcciones y sin importar quiénes son los afectados. No solo le restan ingresos al gobierno y a las empresas estatales, sino que dañan seriamente al sector privado, amenazan a empresas de países aliados al gobierno estadounidense, a las propias empresas estadounidenses y, sobre todo, a las familias cubanas de todos los niveles de ingresos y de cualquier afiliación política.”

Opiniones sobre Trump

En septiembre de 2015, a pocas semanas de que Donald Trump anunciara su postulación para la presidencia de Estados Unidos, redacté –junto con el historiador Enrique Krauze– una declaración

((“Declaración de Intelectuales, Científicos y Académicos Hispanos contra la Xenofobia de Trump”, El País, 3 de noviembre de 2015. Antes de esta declaración había documentado el gran aporte de los inmigrantes mexicanos a la economía de Estados Unidos, “El peso de la ideología”, El País, 6 de agosto de 2015.
 
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 contra el discurso de odio del entonces candidato, que había acusado a los inmigrantes mexicanos de criminales y prometido la deportación de 11 millones de ellos y la construcción de un deplorable muro. En dicho texto advertía que sus palabras recordaban aquellas campañas dirigidas contra otros grupos étnicos que habían provocado la muerte de millones de personas, teniendo al nazismo como el ejemplo más evidente. Agregaba que Trump no había basado sus ataques en hechos comprobados sino en su muy personal e infundada opinión. La referida declaración fue firmada por 68 prominentes académicos, intelectuales, científicos y artistas (incluyendo dos premios nobel) de Estados Unidos, México, España y América Latina. En ese momento también pronostiqué: “Trump apela a los sentimientos más mezquinos, si gana [la elección] sería una catástrofe para Estados Unidos.”

((Entrevista en Bolsomanía, Madrid, 16 de septiembre de 2015.
 
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Tres años más tarde, varias de mis predicciones se han cumplido, aunque mi visión se quedó corta frente a la devastadora actuación de Trump, un personaje al que he calificado de “egocéntrico narcisista, sabelotodo que se proclama como mejor en cualquier tema, no se asesora y provoca caos”.

((“Después de Trump, el diluvio”, Ciudad de México, Letras Libres, 3 de marzo de 2017.
 
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 En una docena de entrevistas y artículos publicados en los Estados Unidos, España y México, así como en páginas web, he analizado y criticado sistemáticamente las políticas de Trump, en lo referente a la normalización de las relaciones con Cuba (“Si Hillary Clinton hubiese ganado la presidencia, hubiese seguido la normalización con Cuba”, sostuve, “pero ganó Trump y pronto declaró que revocaría todos los pasos dados por Obama”),

((“Cuba es impredecible”, Barcelona, La Vanguardia, 29 de noviembre de 2015.
 
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 la guerra de tarifas con China,

((Entrevista citada, 16 de septiembre de 2015.
 
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 la xenofobia y el fascismo que ha provocado su administración (mis ejemplos han ido de las manifestaciones del Ku Klux Klan en Charlottesville

((Ibid.
 
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 al peor atentado antisemita en la historia estadounidense sucedido en Pittsburgh),

((“Desde Pittsburgh: Repudio a la retórica y el crimen de odio”, Pittsburgh, Panoramas, 5 de noviembre de 2018.
 
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 el intento fallido de eliminar Obamacare sin tener un proyecto alternativo (lo que habría dejado sin cobertura a millones de norteamericanos)

((“The defeat of Trumpcare”, Transition, Harvard University, núm. 124, octubre de 2017.
 
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 y una “política” exterior que se ha caracterizado por el ataque a dirigentes de las democracias occidentales (Theresa May, Angela Merkel), el apoyo a autócratas (Kim Jong-un, Viktor Orbán, Vladimir Putin) y las decisiones en detrimento del medio ambiente.

((“La no política exterior de Donald Trump”, Estudios de Política Exterior, diciembre de 2018.
 
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La falsificación de la verdad

Todo lo anterior deja suficientemente clara mi posición crítica ante el bloqueo/embargo de Estados Unidos y de Donald Trump. De manera asombrosa, el artículo “El rumbo de Cuba y ‘la opinión de Miami’”, de Iroel Sánchez, me incluye dentro de un grupo de cubanoamericanos radicados en la capital de Florida que apoya fuertemente a Trump. El texto señala también cómo el presidente ha pagado cientos de miles de dólares a algunos de esos partidarios, a los que tilda de “empleados a sueldo de Estados Unidos”. Seguidamente el autor dice que “en medio de este nuevo escenario creado por el recrudecimiento del bloqueo, regresa la oportunidad de lo que la académica británica Emily Morris describió hace algún tiempo como ‘un grupo mayoritariamente financiado y asentado en los Estados Unidos, y abrumadoramente dominado por émigrés ‘cubanólogos’ […] que son profundamente hostiles al régimen de La Habana”. Dicho grupo apoya “políticas centradas en la apertura de la economía a flujos mundiales de capital, la privatización de activos estatales, la desregulación de precios y salarios, y recortes al gasto social”. Según Morris –dice el autor– “las principales figuras desde 1970 han incluido a Carmelo Mesa-Lago de la Universidad de Pittsburgh, el ‘decano de estudios de Cuba’ y autor de más de treinta libros”. De este modo, por alquimia del autor, el Mesa-Lago crítico de Trump y del bloqueo/embargo se transmuta en un empleado a sueldo de Trump que busca desestabilizar al gobierno de Cuba y promover políticas neoliberales en América Latina.

No ha sido el primer ataque que he recibido por parte del mismo autor. En 2014, tradujo al español un artículo de Morris y lo publicó en su página web.

((E. Morris, “Unexpected Cuba”, New Left Review, núm. 88, julio-agosto de 2014; traducción “Cuba inesperada”, La Habana, La Pupila Insomne, 24 de noviembre de 2014.
 
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 Refuté todos los argumentos de dicho artículo de manera académica y documentada, en un trabajo que fue publicado en la mejor revista de ciencias sociales de Cuba.

((“¿Cubanólogos o cubanistas?”, La Habana, Temas, núm. 81-82, enero-junio de 2015, pp. 158-164.
 
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 Morris fue invitada por el editor de la revista para contestar mi refutación y declinó hacerlo; a su vez, Sánchez no respondió en su blog. Pero una vieja táctica aviesa es que, cuando se es incapaz de refutar los argumentos del enemigo, entonces hay que desacreditarlo. Así, dicho autor volvió a las andadas con una nueva publicación en el periódico oficial más importante de Cuba. Varios amigos me aconsejaron que no contestara este segundo artículo pues sería darle prominencia a Sánchez. No seguí el conse-jo porque, si he criticado las políticas desastrosas de Trump, no tendría por qué callar frente a la crítica injusta de un anodino que actúa como el inspector Javert, el implacable perseguidor de Les misérables.

No es posible aquí siquiera resumir mis argumentos para responderle a Morris (véase mi artículo citado), pero sí contestaré la absurda acusación de que soy un neoliberal, algo que hará reír a los que conocen mi obra de sesenta años sobre América Latina. Mis publicaciones sobre protección social en tres continentes se han caracterizado por una fuerte crítica a las políticas del Banco Mundial y el fmi. Fui el primero que en libros y revistas internacionales identificó las numerosas fallas de la reforma privatizadora en las pensiones, que comenzó durante la dictadura de Pinochet en Chile y se extendió a otros once países en América Latina. Mis trabajos recientes analizan cómo el Estado recuperó su papel a través de nuevas reformas en las pensiones antes privatizadas. En mi obra sobre Cuba siempre he dejado claro que deben preservarse los sistemas públicos universales de salud, educación y pensiones, con ajustes que los hagan más eficientes y sostenibles. De hecho, los sectores extremos de derecha en Miami me han acusado de izquierdista y hasta de comunista. Mi enfoque económico es neokeynesiano y opuesto a la ideología neoliberal.

Trump es un mentiroso patológico: se han confirmado 13,435 mentiras en 993 días desde que asumió el cargo, un promedio de catorce falsedades diarias.

((The Washington Post, 9 de octubre de 2019.
 
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 Más aún, él tacha de falsa cualquier crítica verdadera que recibe. “En un ominoso paralelo orwelliano”, aseveré en un artículo para esta misma revista, “Trump ha exhortado a sus partidarios a no creer en ‘esa basura de la gente que fabrica noticias falsas. Recuerden que lo que ven y leen no es lo que está sucediendo’”.

((Citas de Mesa-Lago en “De Rusia con amor. La capitulación de Trump y sus efectos”, Letras Libres, octubre de 2018.
 
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 Su abogado Rudy Giuliani llevó esta estrategia al siguiente nivel cuando dijo: “La verdad no es la verdad.” Esta característica ha pasado a otros políticos en el mundo como Jair Bolsonaro y Boris Johnson, y en Cuba está bien representada por el autor que me denigra.

Por último, le doy a dicho autor algunas pistas por si decide escribir más artículos de desinformación sobre mí:

1) Mesa-Lago –pariente de Carlos Mesa, candidato a las elecciones de Bolivia– participó en el golpe de Estado que sacó a Evo Morales;

2) se descubre que Mesa-Lago hizo una contribución de un millón de dólares a la reelección de Trump en 2020;

3) Mesa-Lago envió un tuit a Jair Bolsonaro para apoyar el incendio en el Amazonas con el que se busca extender las plantaciones capitalistas.

Recuerden: “¡La verdad no es la verdad!” ~

 

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es catedrático distinguido emérito de economía y estudios latinoamericanos en la Universidad de Pittsburgh y especialista en seguridad social. En 2007 recibió el Premio de la OIT al Trabajo Decente (compartido con Nelson Mandela) por su labor en pro de la protección social en el mundo.


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