El fantasma es la máquina

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He rehecho mis dos o tres vidas. Cualquiera podría hacer algo igual o más. El universo causal y casual no repara en gastos. Onda partícula según veas.

Si me miras, estamos.

Perdido, te encuentras.

La mirada hace lo visto. La virgulilla [~] es vida. En esa adaptación a la física de hace un siglo estamos: un siglo sin pensar en las realidades, aferrándonos a Newton. Ahora las cosas se crean a sí mismas y ya se va a vender el ordenador cuántico, que trae varias vidas gratis.

Así ha sido el siglo en el que hemos ignorado la física cuántica sin renunciar al microondas y la resonancia. A las cosas, pero no tanto, o no solo. No queremos que desaparezca la materia clásica.

He rehecho mis vidas. Rehaga usted las nuestras. La una la compré en un black friday, que dura una semana; la otra venía de serie y ambas tenemos dudas de si la tercera es un fantasma animado por ia.

La vida comprada en rebajas trae ya telómeros extralargos: viene con el kit rejuvenecedor de la doctora Elizabeth Parrish en BioViva. La tercera vía o vida está en lista de espera, hay que guardar algo para el pos-Biden. El preparacionismo no era por guerras o catástrofes sino para vidas extras. Hay que preparar el ego anticuado para hacer sitio a sus hermanitos. Clones gratis, apártense, vacas. Del Ser o no ser hemos pasado al Ser y no ser. Mucho más empático empty, emptípico. Todo esto lo remixea la nube en su gpt.

Las tres o más vidas a la vez leemos poco a poco, como en un Breviario de los chilindrones de Julio Alejandro, los números de la revista sur de Victoria Ocampo, uno por uno, aunque no sé con cuál de las tres o cuatro idas de olla las frecuento, vidas de olla, venida de ola. Vidas en hola!

En rigor cuántico [la h de Plank]: ida de onda.

Releemos –con tantas vidas ya no se puede fingir más aquella hosca individualidad– las conferencias del Arte poética de Borges, los Youtubes de Piglia sobre Borges. Los vídeos los escuchamos en texto automático para no importunarnos con sonidos. Las esculturas se animan solas y hacen cosas con ia. Lo que le pides lo hace, lo que prompteas te lo da. La ia con sus delantalitos blancos.

Las vidas son insondables hasta que metes el adn en la máquina y te dice casi todo de ti, ni Google supo tanto: la última ringlera es de pago, de Pago Pago. La revista sur, vista de cabo a rabo, gratis, pasado el siglo, trae la poética inversa.

Tres o cuatro vidas seducidas por la serie Mad men (Netflix) y sus guiones infinitos. Don Draper, tantas vidas. El medio siglo, en plena guerra fría primera. Todo lo que hicisteis era para no reconocer la vida cuántica. Por no salir de Newton. A Draper se le aparecen los muertos como en Pedro Páramo (libro).

Al seguir tanto a Alberto Olmos hemos leído los cuentos de Gagarin o la triste certeza de viajar solo de José Moreno. Y sí, Olmos salta de ondas a partículas. Lo mejor de Olmos es cuando se queja de lo poco que han funcionado sus libros, novelas, etc. Esa amargura célibe le da el brío brutal. Del resquemor a la rasmia. Irresistible Olmos. Los cuentos de Gagarin, en efecto, muy devorables. Ana Merino publicó en 2020 unas vidas en norteamérica, personas vivas, inolvidabilísima novela: El mapa de los afectos ya estaba también en la onda ~ partícula, estamos saliendo de Newton a pulso, lo que cuesta todo.

Otra de nosotras –las vidas no disciernen por géneros, no discriminan por racismos ni religiones ni filiafobias–, otra de nosotras compró enseguida el libro de la premio Nobel del año, Han Kang, La vegetariana. Cada día trae sus consumismos espontáneos y a veces o siempre sucumbimos a las seducciones, los enamoramientos (Javier Marías) de una hora, objeto, ilusión: Han Kang proporciona frases para talleres de escritura ávida: “De pronto tuvo la sensación de que nunca había vivido y se sintió sorprendida […]. Desde que tenía uso de razón no había hecho otra cosa que aguantar” (p. 149), “De modo que su vida no había sido nunca su vida” (p. 152).

Pero a casi todo le sobra algo. Al imperativo kantiano le faltó incluir un precepto para no hinchar las cosas, los relatos, series, vidas telómeras: no estirarás en vano, porfi. En Mad men no hay ni un milímetro de paja. Todo es algo. Olmos, igual.

Las cinco vidas y media se consuelan como pueden del timelapse de viento que se las llevaría si existieran: las más provectas no entienden ya el mundo newtoniano, pero esa es la gracia. Todo está explicado en Vida de Arcadio, de Arcadi Espada. Los cuentos de Gagarin, la potencia de Olmos, que escribe: “Lo más difícil de la escritura es el retrato del natural.” Ahí está Pla.

Se agradece el tiempo no estirado. Hay biografías más largas que la vida que cuentan.

Las vidas sucesivas y simultáneas pasan la fregona por el robot dormido. Al ser varias y ninguna a la vez todo es probable a ratos. Alguna ha descubierto o encubierto que el célebre fantasma de la máquina, al aplicar la física que funciona desde hace más de un siglo, se puede formular así:

El fantasma es la máquina.

Suerte que se pueden conseguir vidas extra en lo de Amazon y Microsoft y Google y Apple y nvidia y Elon Mundi. Estamos ya en el pos-Biden, posvida-Biden posbidé, pos-dolce vita est, etc. Declinaciones de siempre alteradas por las nuevas guerras a las que ya nos vamos haciendo. Las palabras también tienen telómeros. En plena era pre-Trump, que es agente de China (agente comercial, a puerta fría). Trump nos ha dado nuevos nervios. Aún en aquellas melancolías de Letta & Draghi.

Estaba Rafael Álvarez, el Brujo, haciendo taichí en la calle y una de nuestras vidas pudo selfiarse con su ídolo, que accedió al fervor.

Soy admirador suyo –dijo el fan– y se fundieron en un mar de fotones. ~

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(Barbastro, 1958) es escritor y columnista. Lleva la página gistain.net. En 2024 ha publicado 'Familias raras' (Instituto de Estudios Altoaragoneses).


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