La escalada del imperialismo islamista de Erdogan ha llegado para quedarse. Lo que a principios de siglo constituyรณ la esperanza de que el islamismo fuera conciliable con la democracia ha pasado a ser una pesadilla que afecta a los equilibrios del mundo occidental. Desde la โmezquitizaciรณnโ de Santa Sofรญa a la agresiva reivindicaciรณn de derechos marรญtimos ajenos mediante el envรญo de una flotilla capitaneada por la fragata Gengis Kan. A partir del fallido golpe militar de 2016, lo que era una orientaciรณn autoritaria se ha convertido en la edificaciรณn de una autocracia que ademรกs se justifica por el cumplimiento de una misiรณn sagrada, en busca de un Santo Grial turco y al servicio del islam. Asรญ, al mismo tiempo que la Uniรณn Europea mira con creciente desconfianza a su socio de la otan, el muyahid Abdalรก Anzorov, antes de asesinar al profesor Samuel Paty, declaraba que sus referencias polรญticas eran los talibanes y Erdogan. Lejos del tiempo en que el predicador Tariq Ramadan le criticaba por su intento de perpetuarse en el poder. Sin pronunciar la palabra yihad, Erdogan aspira ahora a ser reconocido como heraldo de un islam convertido en religiรณn dominante a escala universal, gracias a la espada y al espรญritu de victoria que anida en el pueblo turco.
La Turquรญa de Erdogan no es el รบnico imperio que en la รบltima dรฉcada resurge cargado de amenazas. Desde la subida al poder de Xi Jinping en 2012, y con una carga intimidatoria superior, la conquista econรณmica del mundo por China ha pasado a ser la plataforma de un proyecto de dominio tambiรฉn polรญtico y cultural a escala mundial, que ademรกs apunta ya a la guerra como medio para alcanzar sus reivindicaciones, tanto en el plano del irredentismo (India, Taiwรกn) como en el de control de los recursos econรณmicos (petrรณleo del mar de China). Aquรญ el reto militar estรก dirigido contra Estados Unidos y, por supuesto, contra quien se oponga a sus miras, adquiriendo cada vez mรกs los rasgos propios de un ultimรกtum. Cierra el cรญrculo la Rusia de Putin, en este caso un protagonista mรกs previsible en ideas y fines, ya que nunca ocultรณ su voluntad de corregir el desastre que a su juicio supuso el fin de la URSS. Ahรญ estรก la determinaciรณn que le llevรณ a amputar territorios y ponerse en guerra contra Georgia y Ucrania.
Una actitud que cuenta con el respaldo de su arsenal nuclear frente a Washington, y hasta ahora tambiรฉn a favor de la simpatรญa recรญproca de Putin y Trump (prolongada en ambos casos a Erdogan). Basta con seguir las emisiones televisadas y la lรญnea editorial de rt para comprobar la intensidad de esa preferencia y el lรณgico disgusto ante la victoria de Biden. De forma aรบn mรกs abierta que Erdogan, Putin es un posestaliniano profundamente alรฉrgico a la democracia: el presidente armenio Pashinian hubiese debido tenerlo en cuenta antes de confiar en su ayuda para la guerra de Nagorno-Karabaj.
El eclipse del imperio americano ha sido el telรณn de fondo sobre el cual se abrieron camino los nuevos/viejos imperialismos. La estรบpida invasiรณn de Irak, con la consiguiente explosiรณn del yihadismo, arruinรณ la previsiรณn de โun nuevo siglo americanoโ, formulada por los think tanks neoconservadores que asesoraban a Bush Junior. El caos instaurado por Trump hizo el resto. Favorecido por la comprensiรณn del presidente estadounidense, Putin pudo mantener su desafรญo, ampliรกndolo a Siria y Libia. Entre reacciones viscerales de Trump y retrocesos, Xi Jiping avanzรณ en su escalada de dominaciรณn sobre el Pacรญfico, รfrica, el sudeste asiรกtico. Y Erdogan intervino con sus tropas donde y como lo tuvo a bien, en una reconstrucciรณn de la hegemonรญa otomana sobre el Mediterrรกneo.
Sueรฑos del pasado
El sorprendente denominador comรบn entre los citados procesos reside en la importancia del precedente imperial, con orรญgenes en el Antiguo Rรฉgimen. De nuevo la linealidad es clara en el caso ruso, por encima de las apariencias. Estรก a la vista el eslabรณn que une la visiรณn geopolรญtica de Putin con ese paraรญso perdido que para รฉl fue la URSS de Stalin. Y la polรญtica exterior del vozhd no ofreciรณ dudas, en el mismo sentido, desde fines de los aรฑos treinta (Finlandia, paรญses bรกlticos, Besarabia, Polonia oriental). Tuvo la amabilidad de explicรกrselo a su cรญrculo de colaboradores en 1937: habรญa que conservar el imperio territorial legado por los zares, una razรณn mรกs para aniquilar a los โenemigos del puebloโ. Brรฉzhnev se atuvo a esa lรณgica al invadir Praga en 1968. La misma vocaciรณn expansiva que llevรณ al desastre de Afganistรกn y permitiรณ luego ver realizado en Siria el sueรฑo zarista de la presencia militar rusa en el Mediterrรกneo.
El caso de la China poscomunista es mรกs complejo porque en la justificaciรณn de su expansionismo utiliza la falacia de que su intervenciรณn econรณmica comparte el anticolonialismo con los destinatarios, frente al expolio capitalista. Una pelรญcula de gran รฉxito en 2017, Lobo guerrero 2, tiene como hรฉroe a un militar chino cercado por mercenarios occidentales en una misiรณn asistencial al Tercer Mundo. Falsa imagen: las inversiones chinas bordean con frecuencia la depredaciรณn y la destrucciรณn del medio.
Sri Lanka, Myanmar, Laos y Etiopรญa dan fe de ello. La conquista del mar de China es econรณmico-militar y su legitimaciรณn viene del pasado imperial, que ya Mao recuperรณ, presentรกndose como su sucesor. En la definiciรณn de su โsueรฑo chinoโ, como hijo de viceministro maoรญsta, Xi asume la trampa de aquel dios viviente de presentar como emancipaciรณn lo que es ansia de poder mundial. Su espacio se extiende desde el Pacรญfico central a los puertos de Valencia y Bilbao. Es una alternativa radical a la hegemonรญa de Occidente con el propรณsito de โcambiar el paisaje econรณmico mundialโ mediante la Nueva Gran Ruta de la Seda. En realidad, un nacionalismo extremo, mirando hacia atrรกs, en su fundamento filosรณfico, Confucio, y en el mito โrejuvenecidoโ del imperio.
No lejos de esa perspectiva, el crecimiento econรณmico del รบltimo cuarto de siglo hizo posible el regreso soรฑado de Erdogan a la grandeza perdida del Imperio otomano. La modernizaciรณn de Turquรญa como Estado naciรณn fue obra de Atatรผrk en la direcciรณn de un patriotismo orientado hacia Europa, que solo por el atraso del paรญs derivรณ del pluralismo hacia una dictadura pedagรณgica. Este atraso consistรญa en el abrumador predominio del tradicionalismo religioso en el mundo rural. Tal rรฉmora no solo implicรณ muy pronto una amenaza fรกctica, sino que condenรณ para siempre al proyecto kemalista, laico y defensor de la igualdad de gรฉnero, a ser electoralmente minoritario. El Ejรฉrcito se autodesignรณ como defensor de la ortodoxia, pero una democracia no se construye sobre golpes de Estado โ1960, 1971, 1980, 1997โ, y con el respaldo de la nueva burguesรญa creyente, el vacรญo fue al fin ocupado por el islamismo polรญtico, con Tayyip Erdogan al frente, vencedor en todos los comicios desde 2002.
En un primer momento tuvo que actuar con cautela, a fin de sortear una oposiciรณn del sistema judicial y del Ejรฉrcito que entre 2007 y 2008 estuvo a punto de dejar fuera de la ley a su gobierno y a su partido โde la Justicia y el Desarrolloโ. Una vez superados ambos escollos, pudo abrir la caja de Pandora y revelar su autรฉntico objetivo polรญtico: la transformaciรณn paso a paso de la democracia parlamentaria laica en un rรฉgimen autoritario, gobernado por รฉl con mano de hierro e inspirado en la restauraciรณn de los valores del Imperio otomano. Las formas sociales europeas โemblemas: el atuendo femenino, la educaciรณnโ podรญan sobrevivir, contemplando el progresivo ascenso de las islamistas, incluso con la adaptaciรณn de la moda moderna en el estilo tekbir, la preferida de Alรก segรบn la propaganda.
Las escuelas religiosas, imam hatip, desbordaban la formaciรณn de imanes para copar la enseรฑanza privada, subiendo de 65.000 a mรกs de un millรณn. Sin Darwin. La justicia pasรณ a depender del gobierno y los periodistas libres emprendieron el camino de la cรกrcel. La historia se convertรญa en mito con la exaltaciรณn de Mehmed II, conquistador de Constantinopla, asociado a Erdogan en las pancartas electorales, y de Abdulhamid II, el รบltimo verdadero sultรกn, de 1876 a 1909, sanguinario en sus matanzas de armenios y en la represiรณn interna, pero entregado a la defensa de un imperio islรกmico. A su sombra, Erdogan hacรญa profesiรณn de neootomanismo. Hora de un islam retrรณgrado, hora de destruir la dimensiรณn humanista de Atatรผrk y por ello, a partir de 2013, de convertir las basรญlicas-museos en mezquitas. No solo eso: aplastรณ la movilizaciรณn juvenil que defendรญa el Parque Gezi en Estambul y la polรญtica kurda abandonรณ la relativa tolerancia.
Mirando al horizonte
Las estrategias polรญticas de China y de Turquรญa se dirigen hacia dos variantes de poder mundial, la primera partiendo de la hegemonรญa econรณmica, la segunda del poder religioso, convenientemente armadas ambas. Rusia piensa asimismo en el dominio mundial, si bien en su caso de carรกcter estrictamente militar, ganรกndole la partida a los Estados Unidos en armamento nuclear y defensivo. No puede aspirar a mรกs, dado un pรฉsimo balance econรณmico que solo es compensado por la popularidad de la fรณrmula nacionalista de Putin: malgobierno econรณmico y orgullo patriรณtico.
Rusia coincide con China y Turquรญa en el radical desprecio a los derechos humanos y a la democracia, que Erdogan tolera en parte mientras la controle. El crimen polรญtico para Rusia puede practicarse dentro y fuera de sus fronteras. El extremo se alcanza en la China de Xi, que acaba de reรญrse de los tratados internacionales en Hong Kong: los derechos humanos son condenados en cuanto โajenos al sistema socialista de caracterรญsticas chinasโ, cobra forma un rรฉgimen orwelliano de control totalitario de cada individuo y se practican tranquilamente el genocidio religioso y una bestial represiรณn polรญtica sobre el pueblo uigur. Enemigo: Estados Unidos. Ahora tambiรฉn Australia. Amenaza serenamente esgrimida: la guerra. El โsueรฑo chinoโ de Xi es ultranacionalista. En vez del โlibro rojoโ de Mao toca ahora en el mรณvil โestudiar la Gran Naciรณnโ.
El despegue del ultranacionalismo de Erdogan ha tenido lugar a partir del fallido golpe militar de julio de 2016, que el Reis atribuyรณ a su antes consejero Fetulรก Gรผlen, y que le permitiรณ desencadenar una represiรณn de masas. El concepto de naciรณn-ejรฉrcito, aplicado por Atatรผrk durante la guerra de Independencia (1919-1922), ahora es transferido a la inexorable acciรณn de conquista guerrera que Turquรญa llevarรก a cabo hasta alcanzar su รบltima meta: la ocupaciรณn de la โmanzana rojaโ, lugar desde donde impondrรก la justicia islรกmica sobre el mundo. Esa manzana llegรณ a Erdogan de la mano de los pensadores, mรกs bien mitรณmanos, que bajo Abdulhamid II sublimaron su frustraciรณn del perรญodo desarrollando la ideologรญa del turanismo, la pertenencia de Turquรญa a una constelaciรณn de pueblos superiores procedentes de Asia Central. Los turcos, para el mรกs influyente inspirador de Erdogan, Ziya Gรถkalp, son los superhombres de que hablara Nietzsche.
A lo largo del siglo xx, el mitema se completa con la visiรณn de que los turcos son el pueblo elegido del islam desde que en 1071 Alp Arslam venciรณ a los bizantinos en Manzikert. Un espรญritu de conquista que aquรญ y ahora se encarna en el presidente de Turquรญa. Lo ilustrรณ la ceremonia inaugural de Santa Sofรญa-mezquita, con un ministro en funciones de imam, disfrazado a la moda de Solimรกn el Magnรญfico y esgrimiendo el espadรณn de la conquista. En la senda hacia la manzana mรกgica, tema de un elocuente vรญdeo oficial elaborado a fines de julio con ese tรญtulo, se encuentran etapas intermedias de obligado cumplimiento. Tales como el apoyo total a Azerbaiyรกn โโuna naciรณn, dos Estadosโโ frente a Armenia o la conversiรณn de los mares Egeo y Mediterrรกneo oriental en โla patria azulโ de Turquรญa, apropiรกndose de la jurisdicciรณn econรณmica, hasta ahora reconocida a Grecia y a la Repรบblica de Chipre. Como en el caso de China, quien se oponga ha de pagar caro el enfrentamiento a la trayectoria victoriosa que Turquรญa tiene inscrita en su destino. El fin de la historia no ha llegado. ~
Antonio Elorza es ensayista, historiador y catedrรกtico de Ciencia Polรญtica de la Universidad Complutense de Madrid. Su libro mรกs reciente es 'Un juego de tronos castizo. Godoy y Napoleรณn: una agรณnica lucha por el poder' (Alianza Editorial, 2023).