โEl viaje de Octavio Paz en el verano de 1937 a la Espaรฑa en guerra civil fue el acontecimiento definitorio de su juventudโ, afirma Guillermo Sheridan. A sus veintitrรฉs aรฑos y acompaรฑado por Elena Garro, Paz habรญa asistido al Segundo Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, como parte de la delegaciรณn mexicana. Despuรฉs de acaloradas discusiones en Valencia, el Congreso habรญa organizado una รบltima sesiรณn en Barcelona. Mientras otros escritores viajan a Parรญs para un postrero encuentro organizado por los comunistas, Paz regresa a Valencia para cumplir algunos compromisos adquiridos con sus nuevos amigos de la revista Hora de Espaรฑa. El siguiente fragmento tomado de โEl filo del ideal (1937)โ detalla los ricos intercambios culturales entre mexicanos y espaรฑoles y la manera en que esa experiencia marcรณ su itinerario intelectual.
De regreso a Valencia
Cuando Paz regresรณ a Valencia la tarde del 13 de julio, se hospedรณ en el piso de Manolo Altolaguirre. Al dรญa siguiente, se mudรณ con Elena Garro a una casona que habรญa sido requisada en favor de la embajada de Mรฉxico (poco antes, el gobierno republicano se habรญa mudado de nuevo, esta vez de Valencia a Barcelona). En la mansiรณn, situada en el Grau, no vivรญa el embajador Denegri, amigo del padre de Paz, pero sรญ un grupo de franquistas de la zona republicana que habรญan pedido asilo. Durante varios dรญas, los Paz, los Gamboa y Juan de la Cabada conviven con sus enemigos en la mansiรณn rodeada de jardines. No se dirigรญan la palabra. Cuando en las tardes salรญan al jardรญn a observar los combates aรฉreos, republicanos y franquistas festejaban sus respectivos triunfos.
En las maรฑanas, Paz se dedica a trabajar con sus amigos mientras Elena Garro acude a baรฑarse en la playa del Saler. Ahรญ se hace amiga de Luis Cernuda que โsegรบn ellaโ se dedica plรกcidamente a tomar el sol. Garro se encuentra profundamente fastidiada de la guerra, de las mudanzas y de que todo mundo llame continuamente su atenciรณn sobre las imprudencias que es capaz de cometer: desde su inverosรญmil arrojo para hacerse de cigarrillos hasta su facultad para enredarse con personas con demasiadas orejas. Se la pasaba en los cafรฉs platicando con los camaradas y, una de esas tardes, fue materialmente secuestrada y conducida ante la โCamarada Marรญaโ: Tina Modotti, que entonces trabajaba para el Socorro Rojo Internacional junto al sinuoso Vittorio Vidali. Modotti le advierte que ella y su โtalentosoโ compaรฑero, โun intelectual pequeรฑoburguรฉs mexicano a los que conozco muy bienโ, deberรญan dejar de acercarse a escritores identificados con el Partido Obrero de Unificaciรณn Marxista (POUM). Cuando, de regreso a la casa, Elena le narra el episodio a Paz, este, inquieto, decide ponerla a buen recaudo remitiรฉndola a una tรญa que ella tiene en Liria, un pueblo cercano. Llegan juntos ahรญ y Elena queda en calidad de depรณsito. Pero al dรญa siguiente se escapa, regresa a Valencia y Paz se resigna.
Paz estrecha su amistad con Miguel Hernรกndez, que se prepara para su viaje a la URSS:
Lo conocรญ cantando canciones populares espaรฑolas […] cantaba con su voz de bajo y su cantar era como si todos los รกrboles cantaran. Como si un solo รกrbol, el รกrbol de una Espaรฑa naciente y milenaria, empezara a cantar de nuevo sus canciones […] sรฉ que fuimos amigos; que caminamos por Madrid en ruinas y por Valencia, de noche, junto al mar, o por las callejuelas intrincadas.1
Las canciones populares entonadas por Hernรกndez, con Josรฉ Herrera Petere al piano, lo impresionan, como algunas ocurrencias rayanas en la travesura pueril. Una noche caminan por una plaza llena de grandes รกrboles. Hablan de
lo humano y lo divino de la poesรญa, de la revoluciรณn y de cรณmo serรญa el mundo de maรฑana. De pronto descubrรญ que estaba solo… Miguel habรญa desaparecido. Oรญ entonces su risa, entre las ramas y las hojas de un รกrbol. En menos de un minuto se habรญa trepado.2
Hace amistad tambiรฉn con otros jรณvenes como Ricardo Muรฑoz Suay o el (deplorable) poeta Pla y Beltrรกn. Ademรกs de cumplir los compromisos contraรญdos con sus amigos โun discurso aquรญ, una lectura allรกโ, Paz comienza a calcular la posibilidad de quedarse en Espaรฑa con responsabilidades superiores a las de un mero simpatizante.
La profunda amistad establecida con los camaradas de Hora de Espaรฑa es bien reciprocada. Juan Gil-Albert recordarรญa, aรฑos mรกs tarde, la llegada de Paz a Espaรฑa como la de un hermano inesperado. Llegรณ con el grupo de mexicanos, navegando en โlas doraduras de sus altares, de un churriguerismo que se habรญa declarado independiente y que casi nos chocaba de tanto como se nos parecรญaโ. Entre ellos, le asombra que siendo Paz โtan afรญn y tan diferente a los suyos, les perteneciera a ellos y no a nosotrosโ.3 Por su parte, Paz resume la naturaleza de su interรฉs:
Me unรญa a ellos no solo la edad sino los gustos literarios, las lecturas comunes y nuestra situaciรณn peculiar frente a los comunistas. Oscilรกbamos entre una adhesiรณn ferviente y una reserva invencible. No tardaron en franquearse conmigo: todos resentรญan y temรญan la continua intervenciรณn del Partido Comunista en sus opiniones y en la marcha de la revista. Algunos de sus colaboradores โlos casos mรกs sonados habรญan sido los de Luis Cernuda (por su elegรญa a Garcรญa Lorca) y Leรณn Felipe (por su poema La insignia)โ incluso habรญan sufrido interrogatorios.4
Paz los habรญa leรญdo antes de llegar. Como es frecuente, la generaciรณn mexicana se hallaba mucho mรกs enterada del trabajo de su contraparte espaรฑola. Los muchachos deย Barandalย leรญan sus obras desde 1933 y conocรญan laย Hoja Literariaย de Serrano Plaja y Sรกnchez Barbudo, que llegaba a Mรฉxico. Mรกs tarde, intervendrรญan en la tarea de colocar algunos escritos aparecidos enย Hora de Espaรฑaย en los diarios mexicanos, sobre todo en los editoriales deย El Nacional.5 Este trato remoto se acrecienta cuando el superior cosmopolitismo americano, y su natural aficiรณn a las (muchas veces desdeรฑosas) letras peninsulares, se solidariza naturalmente con la causa republicana.
Azuzado por Gil-Albert, a poco de llegar a Valencia, Paz entrega a Hora de Espaรฑa la โElegรญa a un joven muerto en el frente de Aragรณnโ.6 Una maรฑana, con objeto de revisar sus pruebas, acompaรฑa a Gil-Albert, que era el secretario de redacciรณn, a la imprenta.
Ahรญ encontramos a Cernuda, que corregรญa alguna de sus colaboraciones. Gil-Albert me presentรณ y รฉl, al escuchar mi nombre, me dijo: โAcabo de leer su poema y me ha encantado.โ Uno de mis amigos, Altolaguirre o Gil-Albert, se lo habรญa mostrado en pruebas de imprenta. Le respondรญ con algunas frases entrecortadas y confusas… Conversamos un rato, no recuerdo ahora de quรฉ; probablemente acerca de la vida en Valencia durante aquellos dรญas y de la creciente fiscalizaciรณn que los โsacripantes del Partidoโ, como los llama en un poema, ejercรญan sobre los escritores.7
Como reciรฉn habรญa leรญdo La realidad y el deseo, Paz se siente muy halagado por la buena opiniรณn de Cernuda. Aรบn desconcertado por lo sucedido con su poema a Garcรญa Lorca, no titubea en emitir esos juicios sobre los sacripantes ante un desconocido, quizรกs por mexicano y por joven. Gil-Albert narra la misma escena:
En el aรฑo 37, Cernuda, Altolaguirre, Gaya, Prados y yo leรญamos, en la imprenta valenciana en la que publicรกbamos por aquellos dรญas nuestra revista Hora de Espaรฑa, un poema de un muchacho mexicano al que acabรกbamos de conocer personalmente, puesto que habรญa venido de lejano paรญs a estrecharnos la mano con un entusiasmo tan conmovedor en aquellos momentos para nosotros terribles.8
El poema de Paz le habรญa gustado no solo a Cernuda. Altolaguirre lo habรญa invitado ya a reunir algunos poemas en su Nueva Colecciรณn Hรฉroe. Una noche, en una plaza, Altolaguirre le hace a Paz la misma pregunta que Ehrenburg en el tren: y Trotski, en Mรฉxico… โยฟquรฉ hace, cรณmo es, dรณnde vive?โ Marรญa Zambrano, Gil-Albert y Serrano Plaja se aproximan a escuchar la respuesta. De pronto, Altolaguirre,
aterrado, me hizo seรฑas para que me callase; en una banca cercana habรญa reconocido al intelectual comunista Wenceslao Roces, alto funcionario del Ministerio de Educaciรณn. La noche era calurosa, habรญa salido a tomar el fresco y contemplaba pacรญficamente el cielo de agosto. Fue un episodio de comedia.9
Paz le entrega al poeta y editor una colecciรณn anfibia de poemas amorosos y comprometidos que titula Bajo tu clara sombra y otros poemas sobre Espaรฑa.10 Altolaguirre la precede con una โnoticiaโ inicial de su autorรญa (y un guiรฑo a Elena Garro):
Esta vez le ha tocado en suerte a la poesรญa, al volver su rostro adolescente, el encontrarse con que Octavio Paz, su poeta, tiene sus mismos aรฑos, mรกs o menos. Los dos juntos, tan jรณvenes, el poeta y la poesรญa, la vida y el arte en este caso, llegaron a Espaรฑa para cantar a nuestro pueblo en guerra. Los Cantos espaรฑoles de Octavio Paz, bajo una clara sombra helรฉnica, salen hoy a la luz, a todos los vientos, para que sean repetidos con fervor por nuestros valerosos combatientes; pero antes, en primer lugar, se imprimen algunos de sus poemas de amor, de su Raรญz del hombre, porque de esa raรญz ha nacido siempre lo รฉpico: el amor como origen de todos los sacrificios. Quiero decir que los รบltimos poemas de este libro son la hermosa y elocuente arboleda de una secreta poesรญa interior, anterior, que le entrega su savia y la sostiene.
La plaquette recogรญa dos poemas amorosos: โHelenaโ y โRaรญz del hombreโ; y tres โCantos espaรฑolesโ: โยกNo pasarรกn!โ, la โElegรญa a un joven compaรฑero muerto en el frenteโ y la โOda a Espaรฑaโ. En una estrofa de este รบltimo, Paz se refiere a sus nuevos camaradas:
yo quiero, amigos, camaradas,
que mis palabras, ojos, manos, lengua,
la fรฉrtil llamarada que me mueve,
hablen tan vivamente
como estos hechos duros y gloriosos…
En algunos casos, se trata de las primeras versiones de poemas que, como solรญa hacer, Paz continuรณ reescribiendo a lo largo de los aรฑos; en otros, de poemas que fueron sacados de colecciones posteriores y solo reaparecerรญan, no sin reticencias, en la obra completa.11 Por ejemplo โHelenaโ presenta abundantes variantes no solo ante la versiรณn recogida en la Obra poรฉtica I (en la que cambia de tรญtulo a โBajo tu clara sombraโ), sino ante la versiรณn que circularรญa en Mรฉxico en 1937 en la plaquette Bajo tu clara sombra (1935-1938) que publica la revista Tierra Nueva. Gil-Albert saludรณ efusivamente la plaquette en Hora de Espaรฑa. No extraรฑa que de inmediato pusiera รฉnfasis en el hecho de que Paz suscribรญa la posiciรณn de su grupo frente a la poesรญa que exigรญan las circunstancias de la guerra:
En los versos de Octavio Paz nada indica una falsa preocupaciรณn ni un abandono desgraciado al tema del momento, por lo cual sus cantos a Espaรฑa no producen esa desagradable impresiรณn de impotencia que origina el confundir, en la mayorรญa de los casos, el interรฉs por una causa justa con el รญmpetu poรฉtico.12
En ese contexto, es importante la lectura que Paz lleva a cabo de su conferencia โNoticia de la poesรญa mexicana contemporรกneaโ en el Ateneo Valenciano (tambiรฉn llamado Casa de la Cultura), a principios de agosto. Lejos de dejarse llevar por el entusiasmo solidario, Paz fija sus distancias ante el nacionalismo y se atarea, quizรกs con excesivo ahรญnco, en distinguir a lo mexicano โpobremente caracterรญsticoโ de lo mexicano legรญtimo en el lenguaje poรฉtico. Habla de Lรณpez Velarde y pasa a los Contemporรกneos, sobre todo a Pellicer โque estuvo aquรญ con nosotros, en Espaรฑa, dando su adhesiรณn y su fe de cristiano y de poeta a la causa del pueblo en armasโ. Y luego habla de la juventud, con la retรณrica febril del caso, a la vez que traza sus diferencias con el grupo de los Contemporรกneos:
La juventud, en Mรฉxico, no es mรกs que eso: la juventud. Nos equivocamos y aprendemos lentamente a conocernos y a reconocer los valores que deseamos expresar. Si la generaciรณn anterior a la nuestra pretendiรณ y obtuvo un hombre desdichada y cruelmente fragmentado, roto, nosotros anhelamos un hombre que, de su propia ceniza, revolucionariamente, de su propia angustia, renazca cada dรญa mรกs vivo, mรกs iluminadamente angustiado. Nuestra juventud, aun aquellos entre mis compaรฑeros que no profesan ideas polรญticas (ideas que, por otra parte, a nosotros nos interesan en cuanto somos hombres, pues no somos polรญticos), nuestra juventud, digo, envuelta ahora por la Revoluciรณn, pretende recrear con ella al hombre. Pretendemos plantear, poรฉticamente, es decir humanamente, con todas sus consecuencias, el drama del hombre de hoy.13
Dicho lo anterior, Paz procede a leer algunos poemas de sus camaradas de Taller: Huerta, Rafael Solana, Quintero รlvarez… No habรญa olvidado que llevaba la encomienda especรญfica de establecer relaciones con la juventud espaรฑola a nombre de su propia generaciรณn.
Llegada y obras de la LEAR
Un poco antes de eso, entre las lecturas, las conferencias y la vida editorial con sus amigos, llega por fin a Valencia la delegaciรณn de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR). Habรญan cumplido un mes de viaje sin haber tocado tierra espaรฑola: el 12 de julio, Silvestre Revueltas todavรญa se lamenta en Parรญs de que, aun en caso de lograr papeles para cruzar hacia Espaรฑa,14 ya se habrรญa terminado el Congreso, como en efecto sucediรณ. Pastoreada por Fernando Gamboa, la comitiva llega a Barcelona el 15 de julio y a Valencia el 19. (Esto no impedirรก a Frente a Frente declarar en su nรบmero de agosto en Mรฉxico que la delegaciรณn ha โcumplido brillantemente su cometido en el Congresoโ.) Algunos datos salpicados aquรญ y allรก permiten reconstruir algunas escenas del itinerario subsecuente.
El 2 de agosto, Paz, Garro, Revueltas y Mancisidor viajan al frente de Pozoblanco en busca de David Alfaro Siqueiros. El pintor combate con el Quinto Regimiento en Espaรฑa desde enero junto al coronel mexicano Juan B. Gรณmez, y ha visto acciรณn en diversos frentes. De acuerdo con Garro, el propรณsito pรบblico del viaje era saludar al artista; el secreto no era otro que avisarle que se habรญa apersonado en Espaรฑa su novia, la belicosa Angรฉlica Arenal, con objeto de que Alfaro Siqueiros despachase a la brevedad a alguna camarada con la que habรญa entablado amoroso comercio.
Por las noches, Paz y sus amigos salรญan a pasear por la Alameda. Aprovechaban para hablar de los โtemas prohibidos: Gide, Bujarin, Trotskiโ.15 Un domingo, deciden pasar el dรญa en el mar con Altolaguirre y Serrano Plaja. Viajan en autobรบs a la Albufera, a la playa del Saler. De regreso sucede un episodio que a Paz le gusta recordar. Tiene una textura similar a la narraciรณn de su visita a la Ciudad Universitaria poco antes:
Tuve que refugiarme con algunos amigos en una aldea vecina a Valencia mientras la aviaciรณn enemiga, detenida por las baterรญas antiaรฉreas, descargaba sus bombas en la carretera. El campesino que nos dio albergue, al enterarse de que yo venรญa de Mรฉxico, un paรญs que ayudaba a los republicanos, saliรณ a su huerta y, a pesar del bombardeo, cortรณ un melรณn y, con un pedazo de pan y un jarro de vino, lo compartiรณ con nosotros.16
En Valencia, Paz colabora tambiรฉn a organizar con los demรกs mexicanos, y con Gil-Albert y Serrano Plaja โtodos bajo las รณrdenes de Fernando Gamboaโ, la exposiciรณn โCien aรฑos de arte revolucionario mexicanoโ. Inaugurada el 13 de agosto en la Casa de la Cultura, se quedarรญa colgada hasta el 31 del mismo mes. Segรบn las crรณnicas de Frente a Frente, la exposiciรณn โfue un รฉxito extraordinario, pues fue visitada por cincuenta mil personasโ. Ademรกs de la exhibiciรณn (de lo que Garro considerรณ โunas reproducciones insignificantesโ) de cuadros y murales, los delegados mexicanos dictaron conferencias. En las fotografรญas de Frente a Frente se observa la exposiciรณn y, en efecto, hay que reconocer que las reproducciones de arte mural se exhiben en una mรญnima expresiรณn que, quizรกs, el entusiasmo de los visitantes habrรก agrandado.
Al mismo tiempo, Paz prepara con los learistas un โMitin antifascista espaรฑol-mexicanoโ, anunciado para el 15 de agosto, en el Teatro Principal. La sinfรณnica tocarรญa Caminos y Janitzio de Revueltas, bajo su direcciรณn; Paz leerรญa algunos poemas; Mancisidor dictarรญa la conferencia โMรฉxico es Espaรฑaโ y el comisario general del ejรฉrcito, Julio รlvarez del Vayo, cerrarรญa la reuniรณn con algunas palabras. Fue un acontecimiento multitudinario y el punto รกlgido en la estancia de la delegaciรณn mexicana. En la portada del nรบmero 11 de Frente a Frente aparece una fotografรญa del acto: en el escenario inmenso, poblado por la orquesta y un coro, dos banderas, la de Mรฉxico y โcontra lo que podrรญa esperarseโ no la de la Repรบblica, sino la de la URSS, y un arreglo floral que dice โViva la URSS. Viva Mรฉxicoโ a todo lo ancho del proscenio y, colgando de este, una manta con la solidaridad de los trabajadores de la secciรณn โGas y electricidadโ de la Uniรณn General de Trabajadores (UGT). Dos enormes telones, con el rostro de Cรกrdenas, a la izquierda del espectador y, a la derecha, el de Stalin, enmarcan el escenario. ยฟPor quรฉ la conspicua presencia de la URSS en un mitin โespaรฑol-mexicanoโ? Me temo que el discurso alusivo de Mancisidor, lejos de explicarlo, lo complica mรกs:
Serรญa insincero si no manifestara aquรญ, la pena tan honda experimentada tambiรฉn, cuando a un homenaje a la Uniรณn Soviรฉtica en Espaรฑa, ha querido enfrentarse, que no es lo mismo que ligarse, un homenaje a Mรฉxico, queriendo significar que estos dos pueblos unidos tan fuertemente en la realidad, estรกn divididos por irreconciliables divergencias. Esto camaradas no es justo. Y a un pueblo como el mexicano que tanto ama a Espaรฑa, no debe utilizรกrsele para cobijar una actitud que รฉl es el primero en rechazar.17
ยฟQuรฉ habรญa que entender? ยฟEnfrentarse o ligarse? ยฟQuiรฉn querรญa significar que habรญa divergencias entre la URSS y Mรฉxico? No hay respuesta clara y supongo que solo una visita a la hemeroteca valenciana podrรญa aclarar el asunto. Y no queda sino conjeturar que, mรกs que un โmitin antifascista espaรฑol-mexicanoโ, el acto era un agradecimiento espaรฑol a los dos paรญses mรกs abiertamente solidarios con la causa republicana.
La delegaciรณn mexicana en pleno se trasladรณ el 2 de septiembre a Madrid con objeto de inaugurar la misma exposiciรณn de arte, siempre de acuerdo con la inconfiableย Frente a Frente. Ahรญ la delegaciรณn en pleno visitรณ al general Josรฉ Miaja, โel defensor de Madridโ, con la misiรณn de transmitirle los saludos del general Cรกrdenas. En la fotografรญa del encuentro se ve al general, de mangas arremangadas, al centro y los mexicanos rodeรกndolo. Elena, pรกlida y muy delgada, se halla sentada, y Paz en segundo tรฉrmino. El gesto del general Miaja no puede ocultar las terribles presiones a que estรก sujeto.18ย Son los dรญas en que, como abrevia Antony Beevor, la Repรบblica โpresencia el ocaso del poder anarquista, el aislamiento de los nacionalistas catalanes, la discordia en el flanco socialista y el nacimiento de la policรญa secretaโ.19ย El gobierno de Negrรญn preside estos hechos y el resultado es que la represiรณn de la disidencia es mucho mรกs grande de lo que habรญa sido durante la dictadura de Primo de Rivera. Se ha instaurado ademรกs el Servicio de Investigaciรณn Militar (SIM), รณrgano policiaco espaรฑol manejado por los soviรฉticos, y la tortura y el asesinato de โtrotskistasโ estรกn a la orden del dรญa.20
La delegaciรณn de la LEAR, desde luego, se limita a apoyar al gobierno de Negrรญn y a realizar sus actividades culturales: conciertos con mรบsica de Revueltas, poemas en boca de Paz y discursos de Mancisidor. A mediados de septiembre acuden a Madrid donde, ante la Sociedad Espaรฑola de Amigos de Mรฉxico, Paz dicta una conferencia sobre la mรบsica de Revueltas, quien despuรฉs dirige El renacuajo paseador. En los dรญas siguientes, expediciones al Escorial y mรกs soirรฉes artรญsticas…
Los delegados se comienzan a hartar de esta vida social. Revueltas escribe a Mรฉxico con sinceridad notoria: โยกquรฉ ganas de ir al frente a combatir, a combatir!, ยกquรฉ alegrรญa!, en lugar de estar haciรฉndonos pendejos con conciertitos pinchesโ.21 Paz, que padece sensaciones parecidas, le pide a Julio รlvarez del Vayo que se le nombre โcomisario polรญticoโ y se le mande al frente. Los comisarios polรญticos, en teorรญa, eran โmisioneros orientadoresโ que trabajaban en el frente, impartiendo instrucciรณn a los soldados, organizando para ellos y con ellos actividades sociales, culturales y polรญticas. Pero algunas veces un comisario polรญtico vigilaba la lealtad y la conciencia polรญtica de los oficiales del ejรฉrcito y redactaba informes al respecto.22 Quizรกs la ocurrencia de Paz obedecรญa a la influencia de Serrano Plaja, tan fuerte sobre Paz en ese momento, y quien tiene ese cargo con el Quinto Cuerpo en Teruel:
Se me ocurriรณ alistarme en el ejรฉrcito como comisario polรญtico. La idea me la habรญa sugerido Marรญa Teresa Leรณn, la mujer de Alberti. Fue una aberraciรณn. Hice algunas gestiones, pero la manera en que fui acogido me desanimรณ; me dijeron que carecรญa de antecedentes y, sobre todo, que me faltaba lo mรกs importante: el aval de un partido polรญtico o de una organizaciรณn revolucionaria. Era un hombre sin partido, un mero simpatizante. Alguien en una alta posiciรณn (Julio รlvarez del Vayo) me dijo con cordura: โTรบ puedes ser mรกs รบtil con una mรกquina de escribir que con una ametralladora.โ23
La peticiรณn de Paz era, ciertamente, una aberraciรณn y, peor aรบn, una candidez: tales cargos, a esas alturas de la guerra, con el Partido Comunista de Espaรฑa prรกcticamente a cargo del ejรฉrcito, estaban reservados a comunistas probados. Y รlvarez del Vayo, en su calidad de comisario general de Guerra, โnombraba sobre todo comunistasโ a esos cargos.24 De hecho, son los dรญas en que los combatientes no comunistas comienzan a padecer los sistemรกticos agravios de los comisarios. Paz, ademรกs de no militar en el partido comunista de su paรญs de origen, ya se habรญa hecho de una breve reputaciรณn de โliterato, pequeรฑoburguรฉs, desviacionista y con tendencias trotskistas o anarquistasโ.25 Las gestiones infructuosas que habrรก realizado consistirรญan en haber acudido a la oficina del ejรฉrcito en Valencia a ofrecerse como voluntario. Ahรญ es donde habrรก hablado con el disuasivo รlvarez del Vayo, a quien conociรณ durante la gira de Alberti en Mรฉxico, cuando era embajador. De haber sido aceptado, tendrรญa que haber estado dispuesto a sacrificar a la causa republicana siquiera un aรฑo de servicio.
Una tarde, Serrano Plaja propone ir a visitar a Machado a la Villa Amparo de Rocafort, pueblecito en la Huerta de Valencia, cerca por cierto de Liria, el pueblo de los tรญos Garro. La Repรบblica ha instalado a Machado con su familia desde enero en una โresidencia de ricos para el veranoโ, luego de haberlo sacado del Madrid bajo las bombas. Machado habรญa sido el tesoro central de la evacuaciรณn de cerebros que el Quinto Regimiento habรญa organizado entonces. Paz recuerda:
Llegamos, pasamos la reja de hierro y, tras una terraza, entramos en una sala polvosa. Allรญ estaba ese anciano lleno de polvo que parecรญa salir de un desvรกn. Mientras lo saludaba, descubrรญ en un rincรณn, sentada en una silla, a una figura oscura: era la madre de Machado. Parecรญa una nuez envuelta en un chal negro. El inevitable luto de las andaluzas cuando llegan a cierta edad. Hablamos mรกs de tres horas. Yo admiraba mucho a Machado, pero me sorprendiรณ cuando dijo que no entendรญa la poesรญa de Neruda.26
Unos meses mรกs tarde, cuando comienza a desmembrarse el frente de Aragรณn, en marzo de 1938, Machado y su familia dejarรญan Rocafort, ahora para refugiarse en Barcelona. Ahรญ, en el Hotel Majestic, acompaรฑado por Joaquรญn Xirau y por Josรฉ Bergamรญn, pasarรก sus รบltimos meses de tranquilidad relativa, escribiendo sus รบltimas pรกginas como โJuan de Mairenaโ para Hora de Espaรฑa. Poco despuรฉs, en enero de 1939, huirรก hacia Francia entre las astrosas columnas de los derrotados. Morirรก en Colliure, durante el รฉxodo, el 22 de febrero. El รบltimo verso que escribiรณ dice: Estos dรญas azules y este sol de la infancia…
Regreso
A fines de septiembre de 1937, el grupo de la LEAR organiza su regreso a Parรญs. Los primeros en salir serรกn los Gamboa y Mancisidor, que se pasarรกn algunos meses turisteando por Europa. Pellicer ya lleva un rato recorriendo la Alemania nazi, donde acude a una รณpera de Wagner y huelga en un spa relajante. Los Paz tienen tambiรฉn la intenciรณn de viajar a Parรญs, si bien una vez ahรญ confรญan encontrar la manera de viajar hacia Moscรบ. Habรญa que dilucidar, de una buena vez, si el libro a respetar era la ida o el regreso, es decir: el Voyage de Romain Rolland o el Retour de Andrรฉ Gide.
Paz y Garro siguen mientras tanto en Valencia con Revueltas: despuรฉs del Congreso, la ciudad cultural ha caรญdo en la atmรณsfera abatida de las situaciones anticlimรกticas. La exaltaciรณn deja su lugar al realismo que, con su presentimiento de derrota, lentamente avanza con el ejรฉrcito nacional. Los amigos de Hora de Espaรฑa han regresado a sus tareas en el frente o en sus oficinas. Paz y Garro se reรบnen ahora con Leรณn Felipe y Bertuca, su esposa mexicana, que prudentemente han decidido viajar a Parรญs y, mรกs tarde, a Mรฉxico. A partir de ese momento, Paz y el espaรฑol inician lo que serรก una larga, intensa amistad. Leรณn Felipe se convierte en una influencia, si bien no estรฉtica โPaz encontraba su poesรญa un tanto teatralโ, sรญ moral. Paz dice de Leรณn Felipe algo que suele decir de sus maestros principales: โme enseรฑรณ a desconfiar de la autoridad, de los partidos, de las iglesias, de los Estados. Me enseรฑรณ el valor del individuo marginal capaz de quedarse en su rincรณn para decir su verdadโ.27
Antes de salir de Espaรฑa, Paz tiene aรบn que cumplir un par de compromisos: primero viaja a Madrid para despedirse de sus amigos, sobre todo de Alberti. Una evocaciรณn de Paz narra el encuentro. Se van a pasear por La Castellana y
al llegar a la fuente de Neptuno torcemos hacia la izquierda, subimos por unas calles empinadas y nos internamos lentamente por los senderos de El Retiro. Me asombra el cielo pรกlido, plateado; el sol ilumina con una luz final, casi frรญa, los troncos, los follajes y las fachadas; apenas si hay gente en el parque; sopla ya el viento insidioso de la sierra. Oigo el rumor de nuestros pasos pisando la hojarasca amarilla y rojeante del otoรฑo precoz. Rafael habla de la transparencia del aire y del humo de los incendios, de los รกrboles ofendidos y de las casas caรญdas, de la guerra y sus desgarraduras, de Cรกdiz y sus espectros. A su lado salta Niebla, su perro. Alberti se detiene y, mirando al perro, me dice unos versos que ha escrito hace poco:
Niebla, tรบ no comprendes, lo cantan tus orejas,
El tabaco inocente, tonto, de tu mirada,
Los largos resplandores que por el monte dejas
Al saltar, rayo tierno de brisa despeinada.
Viaja despuรฉs a Barcelona con Elena. Quizรกs es en esa etapa del viaje que un fotรณgrafo callejero le toma una foto en lo que parece ser la Rambla: Paz, con el paso firme de sus zapatos bicolores, ase con orgullosa energรญa el brazo de su mujer que, resignada, juguetea con los dedos y mira con tedio al fotรณgrafo. Ambos traen la misma ropa que en alguna otra foto (Paz su camisa blanca, abierta; Garro la suya de motitas), y Paz โque sonrรญe enigmรกticamenteโ porta un reloj espeso como un mollejรณn en la muรฑeca izquierda.
En Barcelona, Paz habรญa aceptado participar en la reuniรณn de la Sociedad de Amigos de Mรฉxico, sin calcular demasiado, quizรกs, que se trata de una organizaciรณn anarquista que cuenta tambiรฉn con demรณcratas entre sus adeptos (para diferenciarse de la Sociedad de Amigos de la URSS, exclusivamente comunista). Su participaciรณn, en ese momento, en Barcelona, en un acto infectado por anarquistas, tuvo que merecerle una mala nota importante en su currรญculum de lealtades. Cuando le llega su turno, entre โmรบsica revolucionaria, banderas, himnos, discursosโ, Paz entra al escenario para leer su poema โElegรญa a Josรฉ Bosch, compaรฑero muerto en el frente de Aragรณnโ, dedicado a su viejo compaรฑero de preparatoria. Y entonces…
avancรฉ unos pasos hacia el proscenio y dirigรญ la vista hacia el pรบblico: ahรญ, en primera fila, estaba Josรฉ Bosch. No sรฉ si la gente se dio cuenta de mi turbaciรณn. Durante unos segundos no pude hablar; despuรฉs mascullรฉ algo que nadie entendiรณ, ni siquiera yo mismo; bebรญ un poco de agua pensando que el incidente era mรกs bien grotesco y comencรฉ a leer mi poema, aunque omitiendo, en el tรญtulo, el nombre de Josรฉ Bosch.28
Confuso, Paz lo busca despuรฉs del acto, inรบtilmente. Cuando sale a la calle oscura para dirigirse a su hotel, una sombra se le acerca y le pone sin decir palabra un papel entre las manos antes de alejarse: Bosch le pide que asista a cierto sitio el dรญa siguiente, a solas; que sea reservado y que destruya el mensaje. Unas horas despuรฉs, se encuentran en las ramblas y caminan un par de horas. Bosch se expresa despectivamente de los comunistas, de las democracias occidentales y del gobierno republicano:
Hablaba de prisa y de manera atropellada […] Un animal perseguido […] Habรญa participado en la sublevaciรณn de los anarquistas y delย POUMย en mayo de 1937 y por un milagro habรญa escapado con vida. โYa sรฉ que tรบ y mis amigos mexicanos han creรญdo en las mentiras de ellos. No somos agentes de Franco. Fuera de Espaรฑa no se sabe lo que ha pasado y sigue pasando aquรญ. Os han engaรฑado, se burlan de vosotros.โ
Estaba escondido entre los criados de la casa de Companys, aterrorizado de las policรญas, en el vรฉrtigo de una aguda paranoia: โsentรญ que no hablaba conmigo โdice Pazโ sino con sus fantasmasโ, los miles de muertos que habรญa causado โla guerra civil dentro de la guerra civilโ, como se refiriรณ Orwell a la situaciรณn catalana. Paz le anuncia a Bosch que va a salir de Espaรฑa la semana entrante; Bosch le explica el complejo procedimiento que utilizarรก para buscarlo y el alias que va a utilizar. Repetรญa una y otra vez que Stalin habรญa decidido participar en la guerra civil no para combatir al fascismo, sino para aumentar la seguridad soviรฉtica, para impedir que Francia se hallase rodeada de fascistas como รฉl mismo se sentรญa asediado por el pacto anti-Comintern de alemanes y japoneses; que Stalin habรญa llenado Espaรฑa de comunistas no soviรฉticos, pero enloquecidos, como Togliatti o Vladimir ฤopiฤ, que habรญan causado desastres sociales, derrotas militares y divisionismo ideolรณgico. En ninguna parte el desastre habรญa sido tan atroz como en Barcelona. Las calles eran teatro de purgas callejeras; los obreros, desesperados, habรญan dejado el gobierno y regresado a sus barrios, dejando la ciudad en manos de los comisarios; anarquistas y comunistas se disputaban el control de los pocos servicios pรบblicos que quedaban. โTodo lo que tรบ estรกs defendiendo es un error infinitoโ, concluyรณ Bosch.29 Se fue dando saltos: โNunca lo volvรญ a ver.โ โFue mi รบltima experiencia en Espaรฑa โrecordarรก Pazโ y me quedรฉ con una herida porque prometรญ no hablar a nadie de eso.โ En esa herida incubarรญa su larga decepciรณn del comunismo.
Por lo pronto, Paz aรบn considera que un viaje a laย URSSย puede resolver su entredicho. Como el viaje no habrรก de realizarse, su decepciรณn tardarรก en activarse de nuevo cuando en 1943 Vรญctor Serge y Jean Malaquais le expliquen el papel que laย URSSย ha jugado en Espaรฑa, y cuando en Parรญs, en 1949, lea enย Le Figaroย la denuncia de David Rousset sobre la existencia de campos de concentraciรณn soviรฉticos. Quizรกs en la mirada enloquecida de ese viejo compaรฑero, ahora inaccesible, Paz presentรญa, por primera vez, el gesto descompuesto de las contradicciones ideolรณgicas del absolutismo soviรฉtico. ~
Fragmento de โEl filo del ideal (1937)โ, capรญtulo deย
Poeta con paisaje. Ensayos sobre la vida de Octavio Pazย (Era, 2004).
- ย Obras completas 3 (OCย 3), Ciudad de Mรฉxico,ย FCE, pp. 346-47. De aquรญ en adelante lasย Obras completasย se abreviarรกnย OCย junto al volumen.
โฉ๏ธ - ย Conversaciones con Octavio Pazย (en adelante,ย CCOP). Transcripciรณn mecanogrรกfica de los programas televisivos dirigidos por Hรฉctor Tajonar. Archivo de la Fundaciรณn Octavio Paz. Carpeta I, p. 123.
โฉ๏ธ - ย Memorabilia, Barcelona, Tusquets, 1975, pp. 230 y SS.
โฉ๏ธ - ย Itinerario, enย OCย 9, Ciudad de Mรฉxico,ย FCE, pp. 63-64.
โฉ๏ธ - ย Por ejemplo, circula profusamente en los diarios simpatizantes el ensayo de Gil-Albert โPalabras actuales a los poetasโ, sobreย Caballo Verdeย y el objeto de la poesรญa.
โฉ๏ธ - ย Hora de Espaรฑa, 9, julio de 1937.
โฉ๏ธ - ย โLuis Cernudaโ,ย OCย 3, p. 263.
โฉ๏ธ - ย โAmรฉrica en el recuerdo y la poesรญa de Octavio Pazโ,ย Letras de Mรฉxico, enero de 1943, p. 5.
โฉ๏ธ - Manuel Garcรญa, โEntrevista con Octavio Pazโ,ย Batlia, otoรฑo-invierno de 1986, p. 143. Roces llegarรญa exiliado a Mรฉxico en 1939, donde retomarรก su vida de profesor universitario de filosofรญa.
โฉ๏ธ - ย Valencia, Ediciones Espaรฑolas, Nueva Colecciรณn Hรฉroe, 1937.
โฉ๏ธ - ย Por ejemplo en la secciรณn โPrimera instancia: Poesรญa (1930-1943)โ deย Miscelรกnea I. Primeros escritos.ย OCย 13.
โฉ๏ธ - ย Hora de Espaรฑa, 11, noviembre de 1937.
โฉ๏ธ - ย โNoticia de la poesรญa mexicana contemporรกneaโ,ย OCย 13, p. 263.
โฉ๏ธ - ย El gobierno francรฉs habรญa cerrado recientemente la frontera, presionado por la polรญtica europea de no intervenciรณn en el conflicto.
โฉ๏ธ - ย Manuel Garcรญa,ย op. cit., p. 143.
โฉ๏ธ - Ibid.
โฉ๏ธ - ย Puntuaciรณn original. โLaย LEARย en Espaรฑaโ,ย Frente a Frente, 11, agosto de 1937, p. 20.
โฉ๏ธ - ย Ronald Radosh seรฑala, apoyado en los documentos, que el Partido Comunista de Espaรฑa y sus asesores soviรฉticos controlan ya al ejรฉrcito โincluidas las brigadas internacionalesโ en septiembre de 1937.
โฉ๏ธ - ย Cf.ย Ronald Radosh, Mary R. Habeck y Grigory Sevostianov (eds.),ย Spain betrayed. The Soviet Union in the Spanish Civil War, New Haven, Yale University Press, 2001, p. 373. De ahora en adelante referido como Radosh.
โฉ๏ธ - ย Cf.ย los documentos 62 y 63, de Palmiro Togliatti y โChekaโ, en Radosh, pp. 381 y ss.
โฉ๏ธ - ย Silvestre Revueltas,ย Silvestre Revueltas por รฉl mismo, Ciudad de Mรฉxico, Era, 1989, p. 101.
โฉ๏ธ - ย Radosh,ย op. cit., p. 519, nota 11.
โฉ๏ธ - ย OCย 8, p. 28.
โฉ๏ธ - ย Gabriel Jackson,ย The Spanish republic and the Civil War, 1931-1939, Princeton, Princeton University Press, 1965, p. 363.
โฉ๏ธ - ย Manuel Garcรญa,ย op. cit., p. 143.
โฉ๏ธ - ย CCOP, carpeta I, p. 124.
โฉ๏ธ - ย CCOP,ย loc. cit.
โฉ๏ธ - ย OCย 11, p. 530.
โฉ๏ธ - CCOP, carpeta I, p. 122. โฉ๏ธ
Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.