Joaquín Antonio Peñalosa (1920-1999) fue un hombre talentoso que siguió los llamados de varias vocaciones. En todas, fue un creador calladamente original.
Sacerdote. Fue ordenado en 1947, en San Luis Potosí, donde nació y murió. Y donde organizó y sostuvo desde 1955 el Hogar del Niño, un medio internado con primaria, secundaria y oficios para niños de la calle. Fue capellán de la plaza de toros. Tuvo el humor de escribir unos Ejercicios para las bestezuelas de Dios que siguen la pauta de los ignacianos con espíritu franciscano.
Promovió la construcción del primer templo moderno de San Luis (Cristo Rey) y su decoración con murales del potosino Juan Blanco, que recuerdan la Capilla de Matisse. Por sus méritos pastorales, el papa Juan XXIII le otorgó el título de Capellán del Papa (de ahí el monseñor). Sus feligreses le dieron un reconocimiento más notable. Cuando corrió la voz de su muerte, medio San Luis salió a la calle. La ciudad se paralizó, y una multitud lo acompañó al camposanto.
Poeta. Publicó una docena de libros de poemas, desde Pájaros de la tarde (1948) hasta Río paisano (que dejó inédito). Aunque tenía facilidad para el soneto, prefería las formas libres. Su tono es conversacional. Tiene un aire de familia con otros poetas mexicanos nacidos en los años veinte: Hernández Campos, Bonifaz, García Terrés, Castellanos, Sabines, Lizalde. La diferencia está en lo religioso. Su fe es tranquila, pero lo penetra todo. Con libertades inesperadas, como en el soneto “Torero Dios”.
Juan Pascual Gay publicó (con Juan Jesús Priego Rivera y María Victoria Carreón Urbina) una edición ejemplar de su obra poética: Caminando camina el manantío. Poesía reunida, San Luis Potosí: Secretaría de Cultura, Gobierno del Estado, 2019. Las 1,130 páginas incluyen todos los libros que publicó, más uno póstumo. También poemas dispersos que publicó, pero no recogió en libro. El aparato crítico incluye estudio introductorio, notas al pie de cada poema, índice de primeros versos, un recuento de los libros y poemas que le tradujeron o antologaron, una iconografía, bibliografía de notas sobre su obra, y suyas sobre otros poetas, así como una bibliografía general, un índice preliminar y otro detallado. Ojalá que lo pongan a la venta en Amazon.
Humanista. En la Nueva España y hasta mediados del siglo XIX, los religiosos tuvieron un papel destacado en las letras de México. Esto fue cambiando a partir de la expulsión de los jesuitas en 1767 y tres persecuciones religiosas en los siglos XIX y XX: las de Benito Juárez, Venustiano Carranza y Plutarco Elías Calles.
La cultura católica se refugió en la provincia (como sucedió en Francia, después de la Revolución jacobina) y floreció en Guadalajara, San Luis Potosí, Guanajuato y otras ciudades. En San Luis, con el obispo poeta Ignacio Montes de Oca, el abogado poeta Manuel José Othón y el joven poeta Ramón López Velarde.
En la Ciudad de México, dos sacerdotes de Zamora, Michoacán, doctorados en el Pontificio Colegio Pío Latino Americano de Roma: los hermanos Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte, fueron un retoño de los grandes humanistas expulsados en el siglo XVIII. Fundaron en 1937 la revista Ábside, centro de irradiación de una cultura católica renovada y creadora. Es asombroso lo que lograron en dos décadas. Desgraciadamente, murieron antes de cumplir cincuenta años. Pero su espíritu renovador se prolonga en otros, señaladamente Peñalosa, desde San Luis.
Investigador. Hay escritores tan estudiados que sorprende la capacidad de Peñalosa para descubrir algo más.
De Manuel José Othón, descubrió un cuaderno inédito de poemas adolescentes. Además, publicó “El idilio salvaje”. Historia, texto y estilo (1967) y Manuel José Othón, novelista olvidado; así como una edición crítica de Poemas rústicos (Clásicos Mexicanos de la Universidad Veracruzana, 1990) y Obras completas (en dos tomos de Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Económica, 1997).
De sor Juana descubrió en Madrid y Nueva York documentos del convento donde profesó. Los presenta en Alrededores de sor Juana Inés de la Cruz (Universidad Autónoma de San Luis Potosí, 1997). Las jerónimas huyeron de las persecuciones religiosas y se refugiaron en España, donde guardan documentos mexicanos de 1584 a 1817. Hay otros del siglo XVIII en The Hispanic Society of America.
Editor. Publicó la revista Estilo, continuadora de Ábside. (Pascual Gay prepara los índices de Estilo.) Editó epistolarios de escritores (Montes de Oca, Pagaza). Escribió prólogos de libros clásicos.
Crítico. Su mayor obra crítica es Flor y canto de poesía guadalupana en cuatro volúmenes, uno por siglo, del XVII al XX. Fue publicándolos a medida que avanzaba, con el amplio criterio de incluir un corrido y dos cantos de la lírica popular; poemas del nicaragüense Pablo Antonio Cuadra y la peruana Esther M. Allison; un epigrama acróstico en latín de 1669 y un poemita en latín del papa León XIII; así como la traducción al inglés de un soneto de Luis de Sandoval y Zapata por Samuel Beckett. Está lleno de sorpresas, como señalar al autor del famoso himno “Mexicanos volad presurosos / del pendón de la Virgen en pos”: José López Portillo y Rojas. Con denodada investigación y buen gusto, información contextual y bibliografías logró una obra menendezpelayesca que debería reeditarse, de preferencia en un volumen.
Sociólogo. Algunos de sus libros más originales fueron investigaciones que emprendió solo y por su cuenta. Cien mexicanos y Dios es una encuesta por correo entre personas conocidas en el mundo cultural, creyentes o no, con tres preguntas (la primera: ¿Qué es Dios para usted?). El Evangelio según los niños es un experimento. Les lee pasajes del Nuevo Testamento, los explica y les pide que los cuenten por escrito, con resultados como: la Virgen “era chaparrita”, “traía siempre su rosario”, “era muy católica”. La práctica religiosa en México. Siglo XVI es una investigación histórica. Vocabulario y refranero religioso de México es una selección entresacada de compilaciones de mexicanismos. Humor con agua bendita y Más humor con menos agua bendita son pepenas de chistes mexicanos sobre el mundo religioso.
Nacionalista. Tuvo un nacionalismo tan poco estridente que no se nota, sino al ver el conjunto de su obra. Pero tiene tres libros centrados en lo mexicano: México, mi amor, El mexicano y los siete pecados capitales y Vida, pasión y muerte del mexicano, que resultó un bestseller: treinta ediciones entre 1974 y 1997, con 90,000 ejemplares vendidos.
Potosino. Llama la atención que Peñalosa se haya quedado en San Luis, cuando fácilmente pudo hacer una carrera brillante en la capital, con su talento, don de gentes y bonhomía. Pero se sentía obligado con su patria chica, con su madre y el Hogar del Niño.
Tenía los bríos que se atribuyen a los hijos de viuda; y lo era, además de hijo único. Cuando su madre enfermó, el joven Peñalosa estudiaba en la Escuela Apostólica de los Misioneros del Espíritu Santo en Tlalpan, y la dejó para cuidarla. Finalmente, ingresó al Seminario de San Luis.
Su madre, Josefina Santillana y Bocanegra, era sobrina del potosino Francisco González Bocanegra, autor del Himno Nacional. Hay dos libros de Peñalosa sobre su tío abuelo, publicados en la UNAM: Francisco González Bocanegra. Su vida y su obra (1954) así como Entraña poética del Himno Nacional (1955), tesis del doctorado en letras que obtuvo en la UNAM.
Publicó también Letras virreinales de San Luis Potosí, Literatura de San Luis Potosí del siglo XIX y Poesía de San Luis Potosí en los albores del siglo XX: Jesús Zavala.
Periodista y polígrafo. Su presencia inteligente, sabia, sencilla y tonificante durante décadas en El Sol de San Luis, la radio y televisión locales, la cátedra universitaria y desde luego el púlpito, le dieron una popularidad excepcional. Se extendió al resto del país por sus libros, bien recibidos por el público lector. No era blablaísta, tenía sentido del humor, amenidad, buena prosa y fundamentos intelectuales.
Escribió un centenar de libros, casi todos breves (menos de doscientas páginas). Muchos han sido reeditados. El padre Aureliano Tapia Méndez, amigo cercano, publicó un librito de homenaje: Joaquín Antonio Peñalosa Santillana. Un sacerdote en el mundo de las letras (Monterrey: Ediciones al Voleo, 1997), donde enumera 94 títulos, con ficha bibliográfica, reediciones y tirajes. En el catálogo de la Biblioteca Nacional hay 235, muchos repetidos.
Inclasificable. Escribió el libreto de la última obra de Miguel Bernal Jiménez: La pastorela, poema sinfónico, con ballet y poesía coral (sin estrenar). Hizo un programa navideño, primero radiofónico y luego televisivo: “Camino a Belén”. Fue profesor en el seminario y autor de un Manual de la imperfecta homilía que enseña cómo no deben ser. Escribió biografías (Yo soy Conchita Armida, Yo soy Félix de Jesús). Escribió un reportaje imaginativo y erudito que recoge las Memorias de un ángel de la guarda jubilado. Y en el mismo tenor: El ángel y el prostíbulo, donde el ángel entrevista a una puerta; Entrevista con Dios, Judas y una rosa; Diario del Padre Eterno; Elogio de la silla; El zoológico de Cristo.
Hay una página sobre él en la Wikipedia y una docena de libros suyos en Amazon y Goodreads. Recientemente, Adolfo Castañón escribió una recordación de Peñalosa para la revista Literal. ~
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.