Un japonĆ©s no dudarĆa en definir su paĆs como saigai guni, āpaĆs de desastresā. A lo largo de su historia, JapĆ³n ha sido azotado por catĆ”strofes naturales de toda Ćndole: terremotos, tsunamis, erupciones volcĆ”nicas y tifones. Tokio quedĆ³ prĆ”cticamente destruido en 1923 por el terremoto de Kanto, que dejĆ³ cerca de cien mil personas muertas. La capital se reconstruyĆ³ en menos de diez aƱos para volver a ser destruĆda por los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial.
La idea de que JapĆ³n es un saigai guni estĆ” impregnada en muchas actitudes de la sociedad japonesa, en la vida cotidiana, en los negocios, en la manera de construir, de planear. A inicios de los ochenta del siglo XX se diseminĆ³ el rumor sobre una inminente erupciĆ³n del monte Fuji, el volcĆ”n emblemĆ”tico de JapĆ³n que estĆ” a cien kilĆ³metros de distancia de la capital. Se decĆa que ocurrirĆa en septiembre, en el sesenta aniversario del terremoto de Kanto de 1923. HabĆa tantos rumores que el gobierno preparĆ³ simulacros y repartiĆ³ folletos informativos sobre una posible emergencia. Se dice que hubo compras de pĆ”nico para tener en casa reservas de comida, agua y equipos de primeros auxilios.
La erupciĆ³n nunca llegĆ³, sĆ un terremoto en 1983 que sacudiĆ³ la capital y dejĆ³ cien fallecidos y daƱos cuantiosos. Ese mismo aƱo otros dos sismos fuertes, los mĆ”s graves desde el terremoto de 1923, afectaron otras regiones. Luego, en 1995, el gran terremoto de Kobe cambiĆ³ por completo los planes de construcciĆ³n y mejorĆ³ los de ayuda y previsiĆ³n en el paĆs. Desde entonces se hizo popular el bosai pakku, āpaquete para el desastreā o āpaquete de supervivenciaā.
Las tiendas comenzaron a venderlos en distintas presentaciones: la que se guarda en la entrada de la casa u oficina, la que se lleva de viaje, la de los niƱos en la escuela, la de los ancianos en el asilo, incluso la de los extranjeros a los que les toque compartir la desgracia en su viaje a JapĆ³n. Cada vez que llega el mes de los simulacros, septiembre (en memoria del terremoto de 1923), es muy comĆŗn ver en las tiendas la invitaciĆ³n para adquirir o renovar el paquete de emergencia.
Pero tambiĆ©n hay mucha difusiĆ³n de los planes de manejo de desastres que se han ido adaptando a las circunstancias de las catĆ”strofes ocurridas. AhĆ se trazan lineamientos, tareas, responsabilidades del gobierno central y los gobiernos locales en cooperaciĆ³n con agencias e instituciones pĆŗblicas, privadas, de voluntarios y ciudadanos en general, para responder antes y despuĆ©s de que ocurra un terremoto, un gran incendio, un maremoto, una erupciĆ³n volcĆ”nica, un tifĆ³n o una tormenta de nieve. Ćltimamente se han aƱadido a los folletos instrucciones sobre quĆ© hacer en caso de un ataque terrorista, con miras a las Olimpiadas de 2020, o un ataque nuclear, por la crisis con Corea del Norte.
La historia de los planes contra terremotos tambiĆ©n es sorprendente. En 1976, la Sociedad SismolĆ³gica de JapĆ³n publicĆ³ reportes sobre un posible terremoto en el Mar del Este (conocido como terremoto Tokai), que podrĆa devastar la capital. Dos aƱos despuĆ©s, se creĆ³ la primera ley especĆfica para el manejo de desastres bajo el supuesto de que ocurrirĆa una gran catĆ”strofe en el futuro. La primera de estas leyes fue la Ley Especial de Medidas contra Terremotos de Gran Escala de 1978.
Tras el gran terremoto de Hanshin-Awaji en 1995 (el terremoto de Kobe), que dejĆ³ mĆ”s de 6,400 fallecidos āprincipalmente por el colapso de edificiosā, se creĆ³ en 2002 la Ley Especial de Medidas para la DifusiĆ³n del Manejo de Desastres del Terremoto Tonankai y Nankai (terremoto del Mar del Sureste y del Mar del Sur). El plan se trazĆ³ a partir de un estudio que no solo simulaba un gran terremoto, sino especulaba sobre las pĆ©rdidas humanas y materiales y cĆ³mo mitigarlas.
DespuĆ©s del gran terremoto y el tsunami de Tohoku de marzo de 2011 y su corolario, el accidente nuclear de Fukushima, se creĆ³ en noviembre de 2013 la Ley sobre Medidas Especiales contra el Terremoto al Interior de Tokio. El resultado de esa ley es un plan maestro de manejo de desastres que actualmente rige a la capital y que estĆ” basado en un hipotĆ©tico terremoto que āse cree en un 70%ā ocurrirĆ” dentro de los prĆ³ximo cincuenta aƱos con una magnitud mayor a 8 y que devastarĆa la capital y su Ć”rea metropolitana. A este terremoto hipotĆ©tico se le conoce localmente como el Big One.
La hipĆ³tesis sobre ese desastre se basa en estudios que un grupo realiza cada cinco aƱos desde 1975 para valorar la vulnerabilidad de la capital. A partir de sus Ćŗltimos reportes se publicĆ³ un modelo de daƱos por un terremoto de magnitud 7.3 con epicentro al sur de Tokio que provocarĆa, a su vez, un tsunami dos horas despuĆ©s con olas que entrarĆan por la BahĆa de Tokio e inundarĆan lo devastado por el terremoto.
La catĆ”strofe hipotĆ©tica se previĆ³ considerando las peores condiciones climĆ”ticas y estacionales: en invierno, en la noche y con vientos de ocho metros por segundo. Estimando este tipo de condiciones adversas se cree que habrĆa 610 mil edificios y casas destruidos, de los cuales colapsarĆan: a causa de la actividad sĆsmica, 175 mil (29%); por licuefacciĆ³n en el terreno, 22 mil (4%); por incendios, 412 mil (67%), y por derrumbes de montaƱas, alrededor de mil (menos de 1%).
Al mismo tiempo, se predice que habrĆa aproximadamente 23 mil pĆ©rdidas humanas. Alrededor de 16 mil personas (70%), la mayorĆa, fenecerĆan a causa de incendios; por el colapso de casas y edificios, un promedio de 6,400 (28%); por derrumbes montaƱosos, cerca de sesenta personas, y por el colapso de bardas, quinientas personas (2%). AdemĆ”s se estiman 72 mil vĆctimas que tendrĆan que ser rescatadas, y un mĆ”ximo de daƱos econĆ³micos por 47 billones de yenes en activos y por 48 billones de yenes a causa de la degradaciĆ³n de la industria productiva y de servicios.
Ante este escenario, el plan maestro para el hipotĆ©tico terremoto incluye medidas urgentes para Tokio, nueve prefecturas (estados) y trescientos nueve municipios aledaƱos. El plan divide responsabilidades en toda la escala de involucrados en la prevenciĆ³n de desastres y reacciĆ³n ante ellos, que van desde las autoridades āfederales y locales y agencias responsablesā, hasta las oficinas pĆŗblicas, las escuelas, los negocios, el sistema de transporte, los voluntarios que han sido entrenados para coordinarse y los ciudadanos en general. Los detalles pueden consultarse en Tokyo Metropolitan Government disaster prevention guide book, publicado por Otowa Printing y el Gobierno Metropolitano de Tokio.
DespuĆ©s del terremoto en 2011 de magnitud 9, el tsunami con olas de mĆ”s de treinta metros y el desastre nuclear de Fukushima, la capital japonesa viviĆ³, por primera vez desde que terminĆ³ la Segunda Guerra Mundial, momentos de caos por el corte en el suministro de la energĆa y la suspensiĆ³n de los servicios de trenes. Solo en una de las estaciones de trenes, que une a la capital con la zona metropolitana, transitan a diario poco mĆ”s de dos millones de personas.
En la tarde y la noche del 11 de marzo de 2011 se veĆan por las calles y las avenidas de Tokio rĆos de gente que intentaban volver a sus casas. Un trayecto que en tren les tomaba una o dos horas, a pie terminĆ³ en muchos casos hasta el siguiente dĆa. Ante esta situaciĆ³n, hoy se prevĆ© un plan para los negocios y oficinas que contempla no solo asignar a un responsable que coordine la prevenciĆ³n y la reacciĆ³n, tambiĆ©n que el lugar de trabajo estĆ© equipado y los empleados puedan quedarse allĆ por lo menos tres dĆas y eviten con ello congestionar las calles para volver a sus casas, como ocurriĆ³ en marzo de 2011.
Otro plan incluye la designaciĆ³n de un cinturĆ³n que conecte vĆas de trĆ”nsito exclusivas para proporcionar la ayuda y llevar a cabo la evacuaciĆ³n. Una vez que se declara la emergencia, esos caminos solo podrĆan ser usados para los cuerpos de rescatistas o para evacuar la ciudad y dirigirse a otras regiones. Pero la designaciĆ³n de esas vĆas no se queda ahĆ, tambiĆ©n incluye la seƱalizaciĆ³n de muchos negocios, tiendas, supermercados, estaciones de policĆa, escuelas o baƱos pĆŗblicos que estĆ”n ubicados a la orilla de ese cinturĆ³n de vĆas exclusivas para la emergencia, de manera que cooperen con las acciones que se necesiten. Hoy es comĆŗn ver supermercados, tiendas de veinticuatro horas o restaurantes con una calcomanĆa en la entrada que lo seƱala como lugar asignado de ayuda ante una emergencia.
Los centros de evacuaciĆ³n y refugio tambiĆ©n ilustran el sentir de un āpaĆs de desastresā. Hay tres tipos, y vale la pena seƱalar que ya estĆ”n previamente asignados y equipados para la tarea. Es decir, no se crean en el momento de la necesidad. Cualquiera puede tener acceso a un mapa de su localizaciĆ³n en las oficinas municipales o desde internet. AdemĆ”s, por las calles hay letreros en edificios, escuelas pĆŗblicas o parques que anuncian el tipo de refugio o centro de evacuaciĆ³n que les fue asignado.
Hay un tipo de centros que se conocen como Ćreas de EvacuaciĆ³n, normalmente parques y lugares abiertos para que la gente acuda durante un terremoto y espere ahĆ un tiempo corto. Un segundo tipo son los Centros de EvacuaciĆ³n Temporal, asignados como refugios para que las personas se alojen tres dĆas en caso de no poder regresar a sus casas. De estos, solo en Tokio hay aproximadamente doscientos designados y equipados con agua, comida y necesidades bĆ”sicas. Y un tercer tipo son los Refugios Temporales, lugares con capacidad para setenta mil personas asignados por los gobiernos locales en coordinaciĆ³n con el sector privado, negocios y escuelas para quienes perdieron sus casas o no puedan regresar en el corto plazo a sus viviendas. Estos modelos de centros de evacuaciĆ³n y refugios se repiten en las demĆ”s regiones a lo largo y ancho de JapĆ³n.
Estos pocos ejemplos de las medidas de prevenciĆ³n ante el hipotĆ©tico terremoto en Tokio dan cuenta de una sociedad consciente de que le ocurrirĆ” un gran desastre y que por ello invierte en la prevenciĆ³n y educaciĆ³n al respecto. Las medidas son innumerables, pero atraviesan todas las capas de la sociedad, desde el niƱo en la escuela, el anciano en el hospital o en el asilo, hasta el funcionario o empleado responsable en la emergencia.
En la mente latinoamericana pueden parecer medidas paranoicas que invitan solo al pĆ”nico y a la desinformaciĆ³n. Pero esto no son profecĆas mayas. Para la mente japonesa es una realidad porque lo ven como parte de su destino: son un paĆs de desastres y prevĆ©n y actĆŗan en consecuencia. En MĆ©xico, la improvisaciĆ³n resulta una vĆ”lvula de escape en la acciĆ³n solidaria que surge en la catĆ”strofe. Pero en la emociĆ³n de la ayuda desbordada se olvida que esa improvisaciĆ³n es una falla en la escala de responsabilidades. MĆ©xico de- be de aprender de paĆses lĆderes en el manejo de desastres y JapĆ³n, āamigo en la adversidad, cuate de verdadā, como dijo el lĆder del equipo de auxilio nipĆ³n al despedirse del paĆs, es sin duda el mayor ejemplo. ~
Monserrat Loyde es internacionalista. Vive en JapĆ³n desde hace mĆ”s de quince aƱos.