Los dos Dumonts

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Dentro de su riqueza, el cine francรฉs actual cuenta con el lujo de tener dos directores del mismo nombre. Primero surgiรณ Bruno Dumont el oscuro, el elรญptico, que trabajaba ya entonces, sin embargo, con materiales de clara raรญz demรณtica: la provincia, el campesinado, la voracidad de los apetitos. En su segundo largometraje, Lโ€™Humanitรฉ (1999), que le puso en el mapa del prestigio tras obtener dos premios en Cannes, el deseo se manifiesta con algo de dolencia y bastante urgencia, coincidiendo mรกs de una vez la una con la otra: el protagonista Pharaon, superintendente de la policรญa en un medio rural, se apiada tanto de los detenidos que les besa, queriendo trasmitir no deseo sino conmiseraciรณn. Y la vecina de Pharaon, Domino, copula de forma mecรกnica con su frenรฉtico novio Joseph, en un sacrificio que parece dispuesta a realizar con los hombres necesitados de su entorno. Todo ello en el contexto de violencia brusca que caracteriza el cine de Dumont. En otro de sus grandes tรญtulos, Flandres, quizรก el mรกs famoso al haber ganado el Gran Premio del Jurado en Cannes 2007, hay una joven del pueblo que elige a los hombres sin recato, como al azar, y cuando todos los de su edad son movilizados para combatir en una guerra abstracta, de paisaje africano y escenas de batalla cruentas, los aรฑora y enferma, de un mal venรฉreo o una pรฉrdida de la razรณn. La exacerbada carnalidad de sus pelรญculas se ensarta en la locura, de un modo singular en la que para mรญ es hasta hoy su obra maestra, Camille Claudel 1915 (2014), con una Juliette Binoche en estado de gracia demente interpretando a la escultora daรฑada por su obsesiรณn con Rodin, que la amรณ y se aprovechรณ de ella, rodeada la actriz en la filmaciรณn de pacientes reales de los manicomios, que Dumont, con autorizaciรณn mรฉdica, incorporรณ a su reparto de alienadas.

La alta sociedad (Ma Loute, que es el raro nombre del protagonista barquero), nos confirma, tras su anterior El pequeรฑo Quinquin (Pโ€™tit Quinquin, estrenada en cines en formato reducido de la miniserie del mismo nombre, muy popular en Francia), la personalidad del segundo Dumont, el chocarrero, el caricaturista de trazo grueso, que hace de sus actores monigotes de cรณmic insuflados por la bufonerรญa del vodevil picante. Hay que seรฑalar como rasgo distintivo que las dos almas dumontianas se funden en el intenso color local de su regiรณn de nacimiento, el Nord-Pas-de-Calais, una especie de territorio claustral, nada mรญtico, en el que trascurren sus peripecias, las verosรญmiles y las que brotan del puro disparate. Ahora bien, Dumont siempre es, mรกs allรก de su paisanaje, gran artista, con un don plรกstico a veces estilizado y otras seco, tajante, y un uso muy elocuente del cinemascope, que utiliza como un vasto lienzo que se va llenando de pequeรฑos cuadros, o como pรกgina en blanco por la que irrumpen, sin prelaciรณn narrativa ni lรณgica plรกstica, las acciones, los rostros, las figuras.

Es curiosa la afinidad de Dumont con la policรญa, prominente tambiรฉn en las tramas de la citada serie televisiva y muy protagonista en el filme coral y desmadrado que es La alta sociedad. Situada la acciรณn en una zona costera atlรกntica, pocos aรฑos antes de la Gran Guerra, el inspector Machin, hombretรณn hinchado que al andar hace ruidos de goma, llega a ese escenario con su escuchimizado ayudante Malfoy para investigar unas misteriosas desapariciones ocurridas en torno al estuario de un rรญo donde los burgueses se hacen transportar de una a otra orilla por los lugareรฑos, ocupados en la pesca, el cultivo de ostras y algรบn otro hรกbito alimenticio que mejor es no contar. La mansiรณn mรกs grandiosa de la zona, de estilo neoegipcio, y la familia mรกs poderosa, los Van Peteghem, tienen perfiles onรญricos deformados por lo histriรณnico, vena en la que destacan los mayores del clan, Juliette Binoche, Fabrice Luchini y Valeria Bruni Tedeschi, tres grandes comediantes a los que Dumont encomienda la sobreactuaciรณn, a veces casi insoportablemente gamberra, de la historia.

Frente a esa familia refinada de los Van Petheghem, cuyo miembro mรกs oblicuo es la joven que oscila entre lo masculino y lo femenino, estรกn los Bruforts, รกsperos y desaliรฑados pero igual de feroces que los aristรณcratas. La primera mitad del relato, con la presentaciรณn de una galerรญa de personajes a cual mรกs manierista, es la mejor, como si, una vez que hubiera cumplido con el deber de su dramatis personae, la comicidad se le fuera de las manos, queriendo Dumont demostrarnos su ligereza aerostรกtica y burlesca, con guiรฑos a los hermanos Lumiรจre, al mundo astral de Mรฉliรจs, a las payasadas sublimes de Chaplin y el mejor slapstick americano. Una fรกbrica del artista grotesco en la que el cineasta quizรก afila sus armas mรกs punzantes antes de volver, quiรฉn sabe, en su nueva pelรญcula, ya acabada, al espรญritu grave y concienzudo. ~

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Vicente Molina Foix es escritor. Su libro
mรกs reciente es 'El tercer siglo. 20 aรฑos de
cine contemporรกneo' (Cรกtedra, 2021).


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