Llevas un chip adherido a la cabeza que te libera de las secuencias de pensamientos negativos que ocupan la mayor parte de la actividad cerebral (como esta frase).
El repartidor ha traĆdo este que interrumpe el flujo de monsergas que se reproducen desde que puedes recordar, toda esa matraca horrĆsona. El chip tambiĆ©n te conecta con la Empresa que lo fabrica y, opcionalmente, con los demĆ”s clientes y con el mundo en general.
En efecto, el miedo ha cesado. El folleto dice lo que ya sabĆas: que el chip intercepta el canalillo de sodio en ciertos circuitos y elimina el ruido infernal dentro de tu crĆ”neo. Viene con sencillas instrucciones: te lo pegas donde indica, lo conectas al mĆ³vil y en media hora escanea la configuraciĆ³n de tu cerebro (grosso modo), detecta el patrĆ³n de las repeticiones negativas y las corta en seco. Si tienes pelo te has de afeitar un cmĀ², es lavable, discreto e inocuo (aunque lo hay en colores vivos, y pronto se podrĆ” iluminar segĆŗn los memes que estĆ© procesando).
Interrumpe el curso natural de los miedos, rĆ©moras de la especie, atavismos, terrores enquistados. Te libera del infame runrĆŗn, quizĆ” mera entropĆa residual del big bang.
Con el uso continuado podrĆ”s pensar en lo que quieras, incluso en algo nuevo si lo hubiere o āgran novedadā, en nada. Los voltios que dejan de martillear secuencias repes y avisos agoreros los podrĆas aprovechar, aunque esto es una hipĆ³tesis: no promete nada mĆ”s que reducir o eliminar el espanto y el ruido repe.
El invento es caro, como todo en la vieja Era PoscovĆdea que se reinicia con incrementos del 10% y cierres categoriales generalizados. La fĆ³rmula para rebajar el precio real y hacerlo accesible es, como siempre, dar tus datos a la Empresa. Sin ese retorno la factura serĆa inalcanzable para la mayorĆa.
La oferta estĆ” teniendo buena acogida: el adminĆculo lo lleva mucha gente. Aunque se camufla bien se nota por las caras de beatitud: las calles empiezan a deslizarse sin fricciones, las barredoras del infierno co2, gasoil reciĆ©n frackeado, no importunan al gentĆo que sale a probar sus chips con una nueva agilidad y horizontes abiertos. Reportan los primeros usuarios que los poemas salen solos, que el mundo en general es mĆ”s amable y que el universo einsteniano se aprecia a simple vista.
Las cuatro opciones que el chip te permite las manejas con el mĆ³vil o con cualquier otro dispositivo. Puedes activar la transparencia: que otros usuarios te reconozcan (en un radio de 50 metros); intercambiar sensaciones, emoticonos mentales, chispazos, saludos, guiƱos, poco mĆ”s. TambiĆ©n puedes ir de incĆ³gnito, excepto que la Empresa decida (segĆŗn contrato) capar esa opciĆ³n por exigencias del propio sistema o por requerimiento de la autoridad.
No hay que cargarlo, se nutre de tu propio epitelio y consume muy poco. El chip es de quita y pon. Si te cansas lo puedes apagar (aunque ya sabes que nada se apaga del todo). Lo puedes prestar, con dos condiciones: tarda media hora en escanear el lobulario de la nueva persona usuaria; y esa persona ha de darse de alta para que sus datos no se confundan con los tuyos por improbable error. Cada cerebro emite en una banda y una frecuencia distintas, el espectro es infinito, pero por si acaso.
Como todo, el chip adhesivo requiere conexiĆ³n wifi o datos, que chupa, con moderaciĆ³n, de tu propio mĆ³vil. Viene preparado para el 5G: cuando se generalice esa conexiĆ³n tu cerebro estarĆ” en la nube (de la Empresa) en dos horas. Esta condiciĆ³n es la que permite ofrecer un precio asequible. Cuando eso ocurra tu contenido cerebral estarĆ” a salvo, tendrĆ”s siempre una copia que se actualizarĆ” con la frecuencia que determines (mĆnimo una vez al dĆa).
El consorcio que ha fundado esta Empresa deriva de una estirpe legendaria: Omni Consumer Products; Tyrell Corporation; Skynet, de Cyberdyne Systems Corporation, donde el malogrado Miles Benett Dyson copiĆ³ con ingenierĆa inversa el brazo incorrupto del primer Terminator, Choam, Acme, Momcorp, Soylent, Stark Industries y otras que estĆ”n en la mente de todos.
Hasta que el 5g sea ubicuo la Empresa intentarĆ” sobrevivir rentabilizando tus pesadillas y todo ese material repetido (que alguien ha equiparado en osada analogĆa con el llamado adn basura). Las letanĆas que te atormentaban, una vez pasadas a 3d, coloreadas y holomorfizadas con las del resto de clientes, serĆ”n revendidas en mercados secundarios del pĆ”nico para nutrir los algoritmos que fabrican series, noticias falsas, etc. No es necesario anonimizar estos residuos porque se remixean en bruto. Las frases repetidas, las cancioncillas de las que jamĆ”s, hasta hoy, te has podido librar, los refranes agoreros, todo el material insufrible que te abocaba al cenicismo, se recicla y se aprovecha. AdemĆ”s, en un mundo que las haya eliminado esas rĆ©moras cada dĆa valdrĆ”n mĆ”s.
La Empresa depura hasta el Ćŗltimo adverbioā¦ hasta el mĆnimo fragmento facturable. Claro que hay que ponerlos todos en su contexto, establecer los vĆnculos, darle su sinsentido al teraflop.
Hay otra cosa: el cerebro estĆ” distribuido por todo el cuerpo y el chip actual solo atiende a una parte del que trabaja dentro del crĆ”neo. La Empresa desarrolla un nuevo microprocesador intestinal, pero esas neuronas son muy primitivas y de momento escapan al rudo escaneado. Hay que esperar. Y recuerda que tu privacidad es importante para nosotros. La censura preventiva universal impidiĆ³ concluir esta lĆnea, Ā”con lo bonita que era! ~
(Barbastro, 1958) es escritor y columnista. Lleva la pƔgina gistain.net. En 2024 ha publicado 'Familias raras' (Instituto de Estudios Altoaragoneses).