Las tertulias son una institución de la conversación, como los cafés, las casas de té, las academias renacentistas y los salones dieciochescos.
La palabra tertulia es una singularidad de la lengua española. Tanto el Grand Robert como el Oxford English dictionary registran tertulia (tal cual) como palabra española que entró al francés en 1776 (“Réunion savante où l’on comment Tertullien”) y al inglés en 1785 (“An evening party in Spain”).
El Diccionario de autoridades (1737) da tres acepciones de tertulia: 1. “La junta voluntaria o congreso de hombres discretos para discurrir en alguna materia. Algunos dicen tertulea.” 2. “Se llama también la junta de amigos y familiares para conversación, juego y otras diversiones honestas.” 3. “En los corrales de comedias de Madrid, es un corredor en la fachada frontera al teatro superior, y más alto a todos los aposentos.” A su vez, define corredor (entre otras acepciones) como “especie de galería que se hace en las casas alrededor (o en parte) de los patios o jardines para tomar el sol o divertirse con las vistas que ofrece”.
¿De dónde viene la palabra tertulia? El Diccionario crítico etimológico de Corominas dice que no se sabe. Pero considera verosímil la explicación de Adolf Friedrich von Schack en su Historia de la literatura y del arte dramático en España (1846):
“El nombre tertulia aparece hacia la mitad del siglo XVII y sale desde entonces frecuentemente en las obras teatrales. Así se llamaban los palcos del piso alto, que antes habían llevado el nombre de desvanes, y en los cuales se sentaba sobre todo el público educado y la gente de Iglesia. Entonces estaba de moda estudiar a Tertuliano, y los sacerdotes en particular tenían la costumbre de adornar sus sermones con citas de sus obras, por lo cual se les dio humorísticamente el nombre de tertuliantes, y a su lugar el de tertulia. De estos palcos, a los cuales ya anteriormente se había dado el nombre honorífico de desvanes eruditos, salían los dictámenes a los que el autor reconocía más fuerza, como procedentes de hombres entendidos.”
La coincidencia entre tertulia y Tertuliano es tan grande que no parece casualidad. Y ciertamente Tertuliano (160-220), el citadísimo teólogo de los primeros siglos del cristianismo, pudo estar de moda en el siglo XVII, aunque habría que documentarlo. Pero suponer que tertulia viene de Tertuliano porque los predicadores de entonces se adornaban citándolo parece rebuscado.
Otra interpretación decía que tulia recuerda a Tulio (Marco Tulio Cicerón), y que Tertuliano sonaba a ter-tullius ‘tri-Tulio’: el orador cristiano que vale el triple que Marcus Tullius Cicero. Lo cual también parece rebuscado.
Observando la palabra por su parte final, resulta insólita. Solo hay otras dos con esa terminación: abulia y granulia (tuberculosis miliar). La parte inicial (ter) hace pensar en otras posibilidades. Muchos nombres de persona derivan de nombres latinos usados para indicar el orden de nacimiento. Construyo la siguiente lista a partir del Diccionario etimológico comparado de nombres propios de persona de Gutierre Tibón. No registra la forma femenina de muchos, quizá porque no existe.
1. Primo, Primiano
2. Secundo (a), Segundo (a), Secundino (a)
3. Tercio, Tértulo, Tertuliano (a)
4. Cuarto, Cuartila, Cuartilla, Cuadrato
5. Quinto, Quintilo (a), Quintilino (a), Quintín, Quinciano
6. Sixto
7. Séptimo, Septimio (a)
8. Octavio, Octaviano
9. Nono (a)
10. Decio (a)
Tertuliano y Tertuliana derivan del nombre latino que algunos romanos daban a su tercer hijo. Otros usaban Tercio (Tercero) o Tertulo (Tercerito). Pero cabe pensar que tertulia también se relaciona con el número tres, sin que derive de Tertuliano, porque tertulia fue el nombre del piso más alto de la sala de espectáculos: el tercero.
La documentación más antigua de tertulia que encontró Corominas está en un entremés de Luis Quiñones de Benavente (1581-1651). El entremés era una pieza cómica corta que se intercalaba como descanso entre dos actos de la obra principal. Según Juan Luis Alborg (Historia de la literatura española. Época barroca), el entremés con frecuencia habla de sí mismo con un guiño irónico que busca la complicidad del público. Y así sucede en esta queja, casi pirandelliana, del pasaje citado:
Déjame mosquetería…
¿Qué me quieren los poetas?
¿Qué me aflige la tertulia?
¿Qué me quiere la cazuela?
Lo cual recuerda unos versos (posteriores) citados por el Diccionario de autoridades:
Llegaron los tertulianos,
rigidísimos jueces…
Mosquetería, cazuela y tertulia fueron nombres de secciones para el público en el edificio teatral. El diccionario de la Real Academia (2014) dice que mosquetería era “2. En los antiguos corrales de comedias, conjunto de mosqueteros [soldados armados de mosquetes] asistentes a una representación”. Que cazuela era y sigue siendo “5. En un teatro, gallinero”; pero fue también “6. En los corrales de comedias, sitio que ocupaban las mujeres” [sección donde se permitía la asistencia de mujeres, debidamente acompañadas]. Y que tertulia es “1. Reunión de personas que se juntan habitualmente para conversar o recrearse. 2. En los antiguos teatros de España, corredor en la parte más alta”. También registra tertulia como cubanismo: “Conjunto de localidades situadas en el piso alto de un cine o teatro.”
El Diccionario de mejicanismos de Francisco J. Santamaría registra:
“Mosquete. Pasillo interior en las salas de espectáculos, sobre todo aquel que puede ocupar la gente en pie sin estorbar a los que están sentados en luneta.” Cita a dos autores: Carlos González Peña, El nicho iluminado, p. 189 (“destinado a los espectadores que no gozaban del privilegio de sentarse”) y R. Beltrán, Perfiles, p. 169 (“Los corrillos se forman en el mosquete”).
“Cazuela. Popularmente, paraíso, el sitio más alto o alejado para espectadores en teatros. Se dice también gallera, gallinero, chilla, chilladora, gallola, etc.”
“Gayola. Vulgarmente, cazuela, galería del teatro.”
“Tertulia. Vulgarismo veracruzano por bailecito familiar, fandango, bochinche, guateque o cosa parecida […]”
“Tertuliar. Formar tertulia, charlar.”
La ilustre coreógrafa mexicana Nellie Happée, que ha estado en muchos teatros del mundo viendo funciones de ballet, me dice que el tercer piso es el más alto y de precio más bajo en todas partes, como en el Palacio de Bellas Artes. Y me envía una foto que lo muestra claramente (Franco Maria Ricci, Palacio de Bellas Artes. Las obras y los días 1934-2014, México: Instituto Nacional de Bellas Artes, 2014, p. 173).
Según esto, los versos citados significaban algo así como: “¿Qué traen conmigo los del tercer piso?” “Llegaron los del tercer piso, rigidísimos jueces.”
Pero suponer que tertulia viene de tercer piso también parece rebuscado. ~
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.