El siglo XX fue también el siglo de la Unión Soviética: desde la Revolución de 1917 hasta la reforma de Gorbachov abortada en 1991, pasando por los procesos de Moscú, el Gulag, la invasión y la derrota de Hitler, y el XX Congreso de 1956 que denunció los crímenes de Stalin. La URSS, que fundó Lenin hace cien años, representó un ideal de emancipación universal y fue a la vez uno de los ejemplos más claros del totalitarismo y sus trágicas consecuencias. Reivindicaba el internacionalismo, pero contenía y a veces alimentó pulsiones nacionalistas que siguen con nosotros. En este número analizamos su relación con el chovinismo ruso, los mecanismos económicos y represivos, y su impacto intelectual, que combinó la esperanza, el autoengaño, la decepción y la denuncia.