1922 fue el annus mirabilis de la literatura moderna. La publicación del Ulises de Joyce abrió nuevos caminos en la novela, a pesar de que no todos los grandes autores y críticos de la época supieron ver la magnitud de aquel sismo. La aparición de La tierra baldía, de Eliot, confirmó el carácter excepcional de aquel año en que también murió Proust. “El mundo se partió en dos en 1922”, escribió Willa Cather. Y, aunque exagerada, la apreciación deja ver el momento en que el vibrante ambiente cultural en distintos puntos del globo –o la escena política que abarcaba de la marcha sobre Roma de Mussolini a la fundación de la URSS– marcaría todo el siglo.