Ilustraciones: Alma Larroca

El petróleo y el pueblo

La producción y las reservas de petróleo mexicano han caído en los últimos años. Es urgente una reforma profunda en el sector energético que abra a Pemex a la competencia en todos los ámbitos. Es el momento, nos dice Carlos Elizondo, de dejar de mirar hacia atrás y ver hacia el futuro.
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El petróleo no es del gobierno, es de la nación.

Es del pueblo de México.

Andrés Manuel López Obrador

Tiene razón López Obrador. El petróleo es del pueblo de México. El reto es que esos recursos nos lleguen en la mayor cantidad posible, incluidos nuestros hijos y nietos. El sindicato de Pemex y los administradores de la empresa no son el pueblo de México. Tampoco aquellos contratistas que venden caro porque tienen amigos en la administración de Pemex. Cada peso que desperdicia Pemex por mala administración o por exceso de personal, es un peso que alguien privatiza a su favor y que no le llega al pueblo de México. Todo gasto adicional por una mala regulación son recursos del pueblo de México tirados a la basura. Igual sucede cuando hay accidentes, por la razón que sea. ¿Cuál debe ser la mejor forma de extraer esos recursos naturales para beneficio de todos los mexicanos? ¿Cómo maximizar la llamada renta petrolera?

Por renta petrolera se entiende el excedente que queda después de todos los gastos que se requieren para extraer los hidrocarburos. El tamaño de la renta es el valor de los recursos a los que puede acceder el pueblo de México. Si la empresa que extrae el petróleo tiene costos altos, la renta que nos llega es menor. Si pretende subsidiar los productos que vende, también disminuye la renta.

El mejor arreglo institucional es aquel que permite minimizar los costos de extracción. En el caso de que fueran empresas privadas las que explotaran el petróleo, las utilidades de los accionistas serían un componente de esos costos; como sucede hoy con las utilidades de los contratistas de Pemex que son parte de sus costos. Si la empresa pública es muy ineficiente, sus costos pueden ser mayores que los de una privada, incluyendo sus utilidades. Para tener renta hay que extraer petróleo. Si no hay dinero para invertir, o el que se tiene se usa mal y no se encuentran nuevas reservas de hidrocarburos o estas no se logran extraer, la renta actual irá desapareciendo.

No hay renta petrolera en las actividades industriales de Pemex. Puede haber un excedente que se le extrae al consumidor, como lo haría un monopolio en cualquier sector que puede vender caro o productos de mala calidad. En la parte industrial del sector lo que debe privar es una política que permita que, sin subsidios, se tenga el mejor precio, disponibilidad y calidad posibles en estos productos, para lo cual se requiere, como en todos los lugares del mundo que conozco, quitar las restricciones y permitir la competencia.

¿Qué se hace con esa renta, qué tanto le llega al pueblo? En este artículo discuto únicamente cuál es la mejor forma de ampliar la renta petrolera. Sin embargo, un reto central es que el recurso le llegue a la gente con bienes y servicios de calidad o en pagos en efectivo. En el sexenio pasado, por el aumento del precio del petróleo en los mercados mundiales, se incrementó esta renta en poco más de tres puntos del pib adicionales disponibles cada año. No está claro en qué se benefició al pueblo, dado que buena parte de este dinero se usó mal, incluido mucho del que fue destinado a entidades y municipios, aunque sin esa renta los mexicanos habrían tenido que pagar muchos más impuestos para este mismo nivel de gasto público.

Hay otros dos temas respecto a qué hacer con la renta petrolera. Uno: el país debiera tener un fondo petrolero en el que se guarde una parte significativa de esta renta por razones de equidad intergeneracional. No es justo que nuestra generación consuma esta riqueza y ni siquiera se dé cuenta del privilegio de gozar de ella. Dos: buena parte de los recursos de este fondo hay que depositarlos en un portafolio de acciones y bonos en el extranjero. Si no lo hacemos, si aumenta el precio o el volumen de extracción de hidrocarburos, tendremos una mayor entrada de divisas que tenderá a apreciar el peso y vulnerar nuestro reciente éxito de exportación de manufacturas. Este requiere un tipo de cambio que no se aprecie más de lo que ya lo ha hecho.

Pemex genera mucho dinero porque se le ha dado la tarea de desarrollar nuestras reservas de hidrocarburos. Estas son propiedad de la nación, pero no se le vendieron, se le regalaron. Pemex no solo tiene el monopolio para extraerlas, que es donde está la renta petrolera, sino también el monopolio de varias actividades industriales asociadas a la tarea de sacar hidrocarburos, desde refinación hasta petroquímica básica.

Las ventas internas totales de Pemex para 2011 sumaron el equivalente de 1.787 millones de barriles diarios,[1] lo cual representó ventas por 392 mil millones de pesos anuales.[2] Los derechos e impuestos que pagó en 2011 suman 212 mil millones de pesos,[3] 1.36 veces los impuestos pagados por todas las empresas que cotizan en la bolsa.[4]

¿Son muchos o pocos impuestos? No es claro. Pemex no paga impuesto sobre la renta. Salvo Pemex Exploración y Producción (pep) ninguna subsidiaria paga impuesto directo alguno. pep enfrenta una serie de gravámenes muy significativos como forma de cobrarle el uso de las reservas petroleras que son de la nación. Después de estos impuestos Pemex pierde dinero, pero no sabemos con precisión si esto es así porque esos impuestos son excesivos, o porque tiene costos muy altos, que llevan, por ejemplo, a casi todas sus subsidiarias, que no pagan un centavo de impuesto sobre la renta o similar, a tener pérdidas. Para contestar esta pregunta se necesita un estudio comparado que no solo mida cuánto se le cobra a las distintas empresas en regalías e impuestos, sino cuáles son los costos de las mismas frente a los de Pemex. Si Pemex fuera más eficiente tendría más utilidades y los mexicanos tendríamos una mayor renta disponible.

LOS COSTOS DE LA INEFICIENCIA

Lo que sí sabemos es que Pemex enfrenta muchos problemas. El primero: le sobra personal. Al cierre de 2011, Pemex registró 142,330 trabajadores, de los cuales el 81.4% estaban sindicalizados. En los últimos ocho años Pemex incorporó 12,975 nuevos empleados, pero el crudo producido cayó en 835 mil barriles diarios. Así, de producir 24.5 barriles diarios por trabajador en 2004, en 2012 solo produjo 16.9.[5] Según el diario El Universal, el gobierno de Peña Nieto se encontraba considerando despedir unos quince mil trabajadores de confianza que aparentemente sobran.[6] En los datos de empleo de Pemex no se toman en cuenta todos los empleados de aquellos servicios que subcontrata, incluidos, por ejemplo, los de la empresa que brindaba mantenimiento en el edificio b2, donde habían muerto, al momento de escribir este texto, 37 trabajadores.

Sirva como comparación que, al cierre de 2011, Petrobras registró una plantilla laboral de 81,918 trabajadores, de los cuales 5,515 trabajaban fuera de Brasil.[7] Exxon registró 82,200 empleados en 2011, de los cuales 32,200 están en Estados Unidos y el resto en otras regiones del mundo.[8]

También sabemos que el personal de Pemex se jubila a edad temprana y con muy buenas pensiones. En los estados de cuenta financieros consolidados de 2011, dentro del pasivo para calcular lo que se le debe a los empleados (beneficios acumulados por pensiones, primas de antigüedad, otros beneficios al retiro y por terminación de la relación laboral por causa distinta de reestructuración), se llega a un total de poco más de 730 mil millones de pesos.[9] Para 2012 este pasivo alcanzaba ya poco más de un billón (trillón en términos anglosajones) de pesos.[10] Este pasivo no está reservado. Es tan significativo su costo que estamos frente a una bomba de tiempo que será pagada por todos los contribuyentes o se descontará de futuros ingresos petroleros, con lo cual al pueblo le llegará mucho menos renta de la que le correspondería si el régimen de pensiones fuera como el que tenemos el resto de los mexicanos.

La empresa paga caros muchos servicios y opera mal. Dos ejemplos de lo segundo. A pesar de que la capacidad de refinación en México para 2011 era de 1 millón 690 mil barriles diarios,[11] lo que se procesó en todas las refinerías sumó 166 mil barriles diarios,[12] es decir, en México las refinerías operan al 68% de su capacidad, mientras que en muchos lugares del mundo la eficiencia se encuentra por arriba del 90%. Con esta baja eficiencia y pésimo rendimiento energético cuando sí están funcionando no sorprende que en refinación Pemex perdió, en 2011, 139 mil 491 millones de pesos.[13] Otro ejemplo: en Chicontepec se han invertido más de 450 mil millones de pesos,[14] sin embargo, para los primeros meses del 2012, solo se produjeron 70 mil barriles de petróleo diarios.[15] Se prometió que para el periodo 2009-2017 se registraría una producción de crudo de 443 mil barriles diarios.[16] Con el régimen contractual que se ha usado en buena parte de esta gran inversión, Pemex encargó perforaciones y el contratista cobraba en algunos casos fortunas sin haber producido una gota de crudo.

Los problemas y restricciones en el sector impactan negativamente al resto de la economía. América del Norte está en una revolución energética como resultado del desarrollo de nuevas tecnologías para la extracción de crudos y gases no convencionales. Estos desarrollos vinieron fundamentalmente de empresas medianas, no de las grandes.

El llamado shale gas [gas de esquisto] ha permitido a Estados Unidos llevar a cabo inversiones en el sector de hasta 90 mil millones de dólares en los últimos dos años y abaratar de forma importante el precio del gas. Los empleos generados suman más de 600 mil.[17] Esta revolución ha creado importantes oportunidades de expansión de la capacidad instalada en industrias intensivas en el uso de energía o que requieren el gas como insumo, como lo es en la petroquímica.[18] Cabe resaltar que a estos precios tan bajos el gas en sí mismo no es negocio, sino el petróleo asociado a este gas, que tiene un precio mucho mayor.

En México no hay gas suficiente por falta de ductos que lo traigan de Estados Unidos. La ley permite a empresas privadas invertir en gasoductos, pero las reglas vigentes lo han hecho poco atractivo para ellos y para el propio Pemex. Si bien esto se resolverá en los siguientes años por las inversiones de Pemex en el sector anunciadas recientemente, este rezago en ductos debió haber sido evitado con una mejor regulación y una mayor capacidad de planeación por parte de Pemex. Solo cfe reportó haber tenido un costo adicional el año pasado de casi 19 mil millones de pesos por tener que usar en sus plantas de gas combustibles más caros como el combustóleo, dada la falta de gas.[19] Es urgente que las empresas mexicanas tengan acceso sin recortes a gas de Estados Unidos para que la industria intensiva en energía o dependiente del etileno como insumo no se vaya a nuestro vecino del norte.

El gas se podría extraer en México. Una empresa mexicana ha sido muy exitosa en hacerlo en la cuenca norte del Río Bravo. El marco legal no le permite a nadie que no sea Pemex explotar las oportunidades de extracción en shale gas que se supone tiene México. Según datos de Estados Unidos, somos el cuarto país con 681 trillones de pies cúbicos de reservas de shale gas técnicamente recuperables.[20] ¿Pemex puede hacerlo por sí mismo? En el último año hizo seis perforaciones de shale gas y solo encontró gas en dos.[21] En contraste, en Estados Unidos se completaron 5,123 pozos de shale gas en 2010.[22] Llevan ya un total de 50 mil pozos.[23]

Además la producción de hidrocarburos ha caído en los últimos años. De acuerdo con el último anuario estadístico de Pemex, publicado en 2012, mientras que en 2001 se produjeron 3 millones 127 mil barriles diarios, en 2007 fueron 3 millones 76 mil; en 2009, 2 millones 601 mil y, en 2011, 2 millones 550 mil. En el 2001 el saldo de petrolíferos, restando a las exportaciones las importaciones, era de 1 millón 420 mil barriles diarios. En 2001 era de 659 mil barriles diarios.[24] Este saldo en dólares pasó de un superávit de 15 mil millones de dólares en 2006, cuando llegó a su pico, a uno de casi 6 mil millones de dólares en 2012.[25]

En el camino han disminuido las reservas. En 1982 había 57 mil millones de barriles de reservas probadas, la cifra para 2011 disminuyó a 11.4 mil millones. El número de reservas disminuyó 2.5% en 2011 con relación a 2010, lo cual es una mejora porque significa que se está reponiendo casi todo lo que se extrae, pero nos sigue dejando con poco margen de maniobra hacia adelante.[26] En contraste, Brasil ha aumentado su producción de 268 mil barriles diarios en 1982 a 2 millones 193 mil barriles diarios en 2011.[27] Sus reservas han aumentado de 1.7 mil millones de barriles en 1982 a 15.1 mil millones en 2011.[28]

Si hay un tema que pueda detonar el crecimiento en el país y sostener o ampliar la renta petrolera es una reforma en el sector. En México, la gran esperanza. Un Estado eficaz para una democracia de resultados –el libro que Enrique Peña Nieto dio a conocer antes de la campaña presidencial– se dice que para paliar la disminución en la producción en Pemex es “necesario tomar medidas mucho más audaces para revigorizar nuestro sector energético; para lograrlo tendremos que despojarnos de las ataduras ideológicas que impiden detonar el potencial de Pemex como gran palanca del desarrollo nacional […] México deberá examinar los mecanismos utilizados exitosamente en otros países para que, sin renunciar a la propiedad pública de los hidrocarburos ni a la rectoría y conducción del Estado en materia energética, esta empresa se pueda beneficiar de asociaciones con el sector privado para dinamizar su producción, así como aumentar su rentabilidad y transparencia”.[29]

Se esperaba una reforma ambiciosa en el sector al arranque de la administración de Peña. Sin embargo, sin mayoría en la Cámara de Senadores y con la presión de la izquierda, el gobierno optó por el Pacto por México. Este es muy parco en materia energética, seguramente para poder contar con la firma del PRD. En el segmento de enfrentar los monopolios no dice nada respecto a los monopolios públicos.

El petróleo y el pueblo 2
Alma Larroca

UNA REFORMA POCO AMBICIOSA

En el Pacto se menciona la apertura en el sector de refinación, petroquímica y transporte, pero se aclara que no se venderán los activos de Pemex en estas materias. En exploración y producción parece defenderse el statu quo. “Se mantendrá en manos de la Nación, a través del Estado, la propiedad y el control de los hidrocarburos y la propiedad de Pemex como empresa pública. En todos los casos, la Nación recibirá la totalidad de la producción de Hidrocarburos.”

No es una camisa de fuerza con valor jurídico. Además, sectores de la izquierda lo han leído como que ahora sí viene la privatización. Lo hasta ahora dicho por el nuevo gobierno pareciera indicar poco apetito por una gran reforma, que implica mantener la rectoría de Estado para controlar los hidrocarburos y la necesidad de crear mecanismos para que otros puedan competir, incluido explorar y extraer hidrocarburos.

La asamblea que el pri celebró a principios de marzo quitó los llamados candados de sus estatutos para permitir una reforma en el sector, pero los documentos no están aún disponibles para saber si tienen alguna restricción y no se dijo nada respecto a qué tipo de reforma está concibiendo el partido en el poder. En su visita a Santiago de Chile, en enero, el presidente Peña delineó su estrategia. Que Pemex sea una “empresa pública de carácter productivo”, que se multiplique la exploración de producción de hidrocarburos, que se fomente un entorno de competencia en la refinación, petroquímica y transporte de hidrocarburos, y que sea el eje de una cadena de proveedores nacionales.[30] Se puede hablar de estrategia en sentido estricto solo los dos últimos puntos, los otros son meros objetivos de cualquier estrategia. ¿Alguien querrá hacer a Pemex una empresa improductiva? Por momentos parece que eso queremos con un arreglo institucional como el vigente.

La primera estrategia parece implicar que no se va a abrir exploración y producción a terceros para que puedan competir por el acceso a estos campos, lo cual se puede hacer manteniendo la propiedad de ese petróleo. De ser cierto esto, estaríamos frente a una reforma poco ambiciosa. Basada en permitir a los privados invertir con Pemex, pero sin abrir el sector a la competencia. En ese sentido se inscribe seguramente la idea de buscar una alianza con Petrobras, anunciada también en el viaje a Chile, lo cual está lejos de ser una novedad. Pemex está asociado a Shell en Estados Unidos en una refinería desde 1993. Esta no sirvió más que para tener una refinería bien administrada en Estados Unidos. Lo ahí aprendido no ha servido para operar mejor las refinerías de Pemex en territorio nacional.

En lo que se refiere a ser eje de una cadena de proveedores nacionales, no es una estrategia para el sector, sino para la industria. Para Pemex implicará comprar más caro al excluirse el universo de contratistas posibles. Petrobras ya está sufriendo retrasos y sobrecostos en parte porque le impusieron un objetivo similar.

Lo fácil es pensar, como lo hace todo nuevo gobierno, que la fórmula es tratar de administrar mejor a Pemex, bajo la premisa de que ellos sí saben cómo hacerlo. Los presidentes entrantes suelen creer que solo es cuestión de voluntad política o de reorganizarla administrativamente. Ahora se habla de fusionar las subsidiarias en una sola empresa, como estaba antes de la reforma del presidente Salinas de 1992. No sé si este cambio sea mejor o peor, pero su ganancia, si la hubiera, sería marginal y el costo de lograrla muy alto. No se resuelve el problema estructural de un edificio dañado por un sismo cambiando la distribución de los muebles.

El problema de Pemex es mucho más complejo del que puede enfrentarse con una simple reforma administrativa y “echándole más ganas”. Ni si quiera se han entendido bien sus detalles técnicos. Tiene dos componentes básicos: una entidad monopólica en el sector que, como suele pasar cuando no hay competencia, tiene muchas ineficiencias (es decir, los bienes y servicios que compra, incluido sus empleados, le cuestan más de lo que deberían), y una compleja, costosa y barroca regulación del gobierno sobre Pemex que hace muy complicada su administración, pero que se requiere para tratar de domesticar a un monopolio con espíritu autónomo, el cual no tiene incentivo alguno para operar más eficientemente y a un menor costo.

Desde la izquierda la solución pasa por darle a Pemex autonomía presupuestal y autonomía de gestión a la par de fortalecer a la Secretaría de Energía y a la Comisión Nacional de Hidrocarburos y repensar tarifas, precios y subsidios de combustibles y electricidad para lograr un acceso equitativo a la energía, entre otras medidas menores. No está claro cómo con esta estrategia van a evitar que el monopolio abuse. Si los accionistas, que somos todos los mexicanos, no tenemos mecanismos para apropiarnos de las rentas que provienen de ese crudo que es nuestro, hay un alto riesgo de que estas se las queden en montos mayores en la empresa, sus trabajadores y administradores y quienes les venden bienes y servicios.

Desde una perspectiva liberal, la cual comparto, la única forma en que Pemex funcione eficientemente como sus pares internacionales es la competencia en todos los ámbitos, incluido exploración y producción. Solo así tendrá los incentivos para ser más eficiente y para concentrarse de forma eficaz en lo más rentable de sus actividades, que es la exploración y producción de crudo.

Hoy Pemex no está en condiciones de competir. Se requiere una transición de algunos años, donde se le permita ir reorganizándose con más libertad, con menos sobrerregulación, y dejando de cargarle subsidios que hoy absorbe, como el del gas lp. Si se le deben cobrar menos impuestos esto solo se podrá decidir si se tiene un buen estudio que lo demuestre.

Debe existir una fecha clara de inicio de la competencia en todos los ámbitos y se requiere una sofisticada y sólida capacidad regulatoria para este nuevo entorno. De lo contrario, es muy alto el riesgo de que los nuevos jugadores (ese Pemex con más libertad y las empresas privadas que participen en el sector) puedan hacer lo que sea, desde contaminar el ambiente sin pagar costo alguno, hasta contribuir con muchos menos impuestos de los que le corresponderían, con lo cual se afectaría al dueño del petróleo, que es el pueblo de México.

Sin un Estado fuerte y eficaz, los beneficios de la apertura pueden ser menores a lo esperado. Ya nos pasó en la ronda de reformas en los años noventa. Regulamos mal. El costo fue la quiebra de muchos bancos y altos precios en el sector de telecomunicaciones y el ferroviario, por citar dos ejemplos. La expropiación petrolera fue la respuesta a la incapacidad de regular adecuadamente a dicha industria.

Hay que reformar la ley de amparo para que nos proteja contra acciones arbitrarias del gobierno, pero que el poder judicial le otorgue a la administración pública la deferencia técnica que se le otorga a esta en otros sistemas judiciales, donde se acepta que la administración es la responsable de planear y ejecutar las políticas públicas y contempla las implicaciones de sus sentencias para el interés general que está, en principio, representado por el Ejecutivo. La Cámara de Diputados en la nueva ley de amparo optó por no otorgar suspensiones en sectores donde el Estado tiene el dominio directo de los recursos según el artículo 27 constitucional. La minuta fue regresada al Senado. La solución va en el sentido correcto de fortalecer a la autoridad, aunque quitar la suspensión sin regular tiempos de solución para las controversias se puede prestar al abuso, por lo que se requiere precisar esto.

Se habla mucho de hacer de Pemex una empresa como cualquiera en el sector privado, pero propiedad del Estado. Una advertencia: si no se hace con cuidado a través de las modificaciones legales necesarias, esta entidad estaría obligada a pagar utilidades a sus trabajadores, con lo cual se apropiarían de una parte no trivial de la renta petrolera, es decir, la estaríamos privatizando por la puerta trasera.

Siempre hemos temido que Estados Unidos nos presione para abrir el sector. En las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte el gobierno del presidente Salinas optó por dejarlo fuera de toda discusión. Nuestros vecinos ya no tienen mucho interés en nuestro petróleo.[31] Si se completara el ducto que conecta las nuevas reservas de petróleo no convencional de Alberta, Canadá, con la refinerías del Golfo de México, Estados Unidos podrá prescindir del crudo de Venezuela (el único cliente que le paga en efectivo) y puede generar presiones de precio sobre el crudo mexicano. En las proyecciones de Estados Unidos para 2035, México será un gran importador de gas de nuestro vecino, al que le comprará la mitad de lo que estará exportando. Seguramente hoy es Estados Unidos quien menos quiere que nuestras reservas de gas se exploten y que parte de los empleos creados en Estados Unidos se vengan a México. En relación al crudo estas proyecciones estiman una sustancial caída en la producción mexicana y por lo tanto en nuestras exportaciones. Canadá exporta ya a Estados Unidos casi el doble de crudo que México y para 2035 superarán cuatro veces lo que nosotros exportamos.[32]

Es el momento de dejar de estar mirando hacia atrás y ver hacia el futuro. Hay que buscar la mejor forma para maximizar la renta petrolera y no conformarnos con el actual arreglo o alguna mejora marginal de este, dado que nos ha llevado a una menor producción, a una regulación farragosa, a pérdidas e ineficiencias y, a final de cuentas, a una menor renta petrolera disponible para el pueblo de México.

El gobierno ha generado altas expectativas en los mercados financieros de que habrá una reforma energética. Durante la campaña parecía –por lo dicho en el libro del candidato Peña Nieto y lo que se discutía de forma privada– que esta reforma implicaría abrir a la competencia por lo menos la exploración y producción en el gas no asociado. Si el actual gobierno no hace una reforma petrolera profunda (y una fiscal), las buenas expectativas sobre México se pueden desinflar y muy rápido, como lo está viviendo ahora Brasil.

El gobierno, como ya se dijo, parece inclinarse por una reforma petrolera que permita a Pemex asociarse con terceros, sin abrir de verdad el sector a la competencia, como lo hizo Brasil en 1997. Esto será suficiente para ser criticado por la izquierda, como ya lo han anticipado tanto el prd como Morena, los cuales ante la lentitud del gobierno en mandar una iniciativa de reforma en el sector ya ocuparon el espacio con una crítica a cualquier reforma posible. Sin embargo, aunque sería un avance, esta estrategia no transformará al sector. Sí hará muy felices a muchos empresarios que podrán participar como socios o contratistas de una expansión en el sector.

Hay sectores donde ya se funciona de modo similar, como en el gas lp, donde existen monopolios regionales privados que extraen una gran renta al consumidor y a los cuales Pemex tiene que surtir. Estas empresas privadas de gas lp son mejores para el consumidor de lo que sería si Pemex tuviera también ese monopolio, dado que Pemex sería mucho más ineficiente. Ciertas asociaciones de Pemex con terceros pueden abaratar algunos costos y abrir a la inversión ciertos sectores, pero no resolverán los excesos de Pemex que provienen de su condición de monopolio.

De hecho, con la reforma petrolera del gobierno de Calderón se tienen las bases legales para lograr contratos de riesgo que permitan potenciar la producción de Pemex y aprender de las mejores prácticas internacionales. Si el gobierno realmente quiere irse por el lado de las asociaciones con terceros, un camino es implementar con profundidad esta reforma. Hasta ahora ha habido dos rondas de campos maduros en los que se usan estos contratos, pero no se ha producido un barril más de petróleo del que antes extraía Pemex de estos campos. Un modelo de este tipo bien implementado, competitivo frente a lo que hay en otros países, y transparente respecto a quién se la asignan los contratos, se puede usar mañana para atraer inversiones y tecnología en aguas profundas, si es que el gobierno tiene la voluntad política para hacerlo. Son proyectos de casi una década de maduración y que requieren decenas de miles de millones de dólares, algo que Pemex no podrá hacer ni conviene que corra el riesgo exploratorio solo. Proponer reformas legales para algo que ya es posible realizar con la legislación vigente puede ser un pretexto para no usar bien los recursos que ya se tienen.

Sin embargo, convendría hacer una reforma constitucional para poder realmente rehacer el sector. La experiencia internacional muestra, como en el caso de Noruega y Brasil, que una buena apertura, lejos de debilitar a la empresa otrora monopólica, la fortalece al hacerla más eficiente. Bajo este esquema, la empresa sigue siendo por mucho la más grande en el sector, pero la competencia le permite al administrador disciplinar a trabajadores y contratistas que en el caso de México hoy se están quedando con una parte de la renta petrolera. Una reforma que abra el sector a la competencia permitiría también el desarrollo de nuevas empresas que le vayan inyectando dinamismo al sector. Abrir a la inversión privada sin competencia en exploración y producción puede terminar siendo una forma distinta de asignar rentas, además de que propiciará un lento e ineficiente crecimiento en el sector, dada la ineficaz burocracia de Pemex y sus reguladores.

Para que el pueblo tenga la mayor renta posible se requiere entender bien cómo han logrado maximizarla los países más eficaces en la materia. Ya hay buenos ejemplos a estudiar y en todos los casos tienen más competencia y mejor regulación que la que hoy enfrenta Pemex. Los cómos específicos para lograr esto son muy complejos y deben decidirse con rigor técnico y con información rigurosa, no a partir de simplificaciones ideológicas o de atavismos constitucionalistas. Pero hay que avanzar ya, en este momento que no hay crisis y podemos decidir con autonomía. De lo contrario, nos arriesgamos a tenerlo que hacer cuando seamos importadores netos de petrolíferos, además de que estaremos nuevamente desaprovechando la oportunidad de crecer más y de hacer más grande esa renta petrolera que es y debe ser del pueblo de México, el de hoy y el de mañana. ~

 



[1]Pemex, “Volumen de las ventas internas de productos petrolíferos y gas”, Indicadores de petróleo, noviembre de 2012. Disponible en línea: http://www.ri.pemex.com/index.cfm?action=content&sectionID=16&catID=12155&media=pdf (consultado el 25 de enero de 2012).

[2]Pemex, “Principales resultados financieros 3T12”, Presentación a los inversionistas, enero de 2013, p. 28. Disponible en línea: http://www.ri.pemex.com/files/content/Pemex_Outlook_E.pdf

[3]Pemex, “Principales resultados financieros 3T12”, Presentación a los inversionistas, enero de 2013, p. 28. Disponible en línea: http://www.ri.pemex.com/files/content/Pemex_Outlook_E.pdf

[4]De acuerdo con una investigación publicada por El Economista, las empresas de la BMV pagaron 156,000,000,000 de pesos en 2011. Ana Valle, “Elektra, tercera que más paga impuestos en 2011”, El Economista, Mercados y Estadísticas, 19 de marzo de 2012. Disponible en línea: http://eleconomista.com.mx/mercados-estadisticas/2012/03/19/elektra-tercera-que-mas-impuestos-pago-2011

[5]Esther Arzate “En los últimos ocho años Pemex utilizó más personal y produjo cada vez menos petróleo.”http://www.elfinanciero.com.mx/component/content/article/45-negocios/6665-menos-petroleo-y-mas-empleados.html

[6]Luis Carriles, “Proyecta Pemex despedir a 15 mil”, El Universal, 15 de enero de 2013, sección Cartera, B1.

[7]Petrobras,“Prácticas laborales y derechos humanos”, Informe de Sostenibilidad 2011, p. 71: http://www.petrobras.com.br/rs2011/downloads/RS_espanhol_online_p%C3%A1gina%20dupla.pdf (consultado el 29 de enero de 2013).

[8]Exxon, “Workforce by Geographic Region”, 2011 Corporate Citizenship Report, p. 31: http://www.exxonmobil.com/Corporate/Files/news_pub_ccr2011.pdf

[9]Pemex, “Estados de situación financiera consolidados”, estados financieros consolidados auditados al 31 de diciembre de 2011, p. 41. Disponible en línea: http://www.ri.pemex.com/files/content/5%20Estados%20Financieros%20Consolidados_2011.pdf

[10]Petroleos Mexicanos. Estado de Posición Financiera enviada a la Bolsa Mexicana de Valores. 4o trimestre de 2012. Disponible en: http://www.ri.pemex.com/files/content/Reporte%20trimestral%202012-4P_%20completo_130227.pdf

[11]Capacidad de proceso en refinerías”, Refinación, Informe Pemex 2012, p. 34. Disponible en línea: http://www.ri.pemex.com/files/content/4_Refinacion_2012.pdf

[12]“Proceso de crudo y elaboración de productos petrolíferos por refinería”, Refinación, Informe Pemex 2012, p. 36: http://www.ri.pemex.com/files/content/4_Refinacion_2012.pdf

[13]Enrique Quintana, “Pemex no paga de más”, Reforma, 4 de mayo de 2012, sección negocios, p. 4.

[14]Comisión Nacional de Hidrocarburos, “Reporte de Indicadores de Inversión”: http://www.cnh.gob.mx/_docs/Infornme_Inv/Informe_de_Inversion_Mar_2012.pdf(consultado el 1 de febrero de 2013).

[15]Alejandra López, “Consigue Chicontepec resultados con estudio”, Reforma, 22 de junio de 2012, sección Negocios, p. 3.

[16]Petróleos Mexicanos, “¿Cuánta producción se estima obtener del proyecto Chicontepec?”, Preguntas frecuentes. Proyecto Chicontepec: http://www.pemex.com/index.cfm?action=content&sectionid=143&catid=12526(consultado el 8 de junio de 2012).

[17]IHS Global Insight, “The economic and employment contributions of shale gas in the United States”, America’s Natural Gas Alliance, p. 20. Disponible en línea:

Shale Gas Economic Impact Dec 2011

[18]Financial Times, “$90 billion US investment spurring shale gas revolution”, 17 de diciembre de 2012, disponible en: http://www.breitbart.com/Big-Government/2012/12/16/90-Billion-U-S-Investment-Spurring-Shale-Gas-Revolution

[19]Alejandra López, “Cuestan a la cfe alertas 19 mil mdp” Reforma, Negocios, 7 de marzo de 2013, p. 2.

[20]EIA, US Energy Information Administration, Mexico overview. Disponible en línea: http://www.eia.gov/countries/cab.cfm?fips=MX

[21]Alejandra López, “Fracasan en gas shale”, Reforma, Negocios, 28 de enero de 2012, p. 1.

[22]IHS Global Insight, “The economic and employment contributions of shale gas in the United States”, America’s Natural Gas Alliance, p. 15.

[23]Policy Department A: Economic and Scientific Policy, Impacts of shale gas and shale oil extraction on the environment and on human health, Bruselas, Parlamento Europeo, 2011, 66. Disponible en línea: http://www.europarl.europa.eu/document/activities/cont/201107/20110715ATT24183/20110715ATT24183EN.pdf

[24]Pemex, “Anuario Estadístico 2012”. Disponible en línea: http://www.ri.pemex.com/files/content/Anuario%20Estadistico%202012.pdf

[25]Banco de México, “Balanza de productos petroleros“ (consultado el 12 de febrero de 2013). Disponible en línea: http://www.banxico.org.mx/SieInternet/consultarDirectorioInternetAction.do?accion=consultarCuadroAnalitico&idCuadro=CA188&sector=1&locale=es

[26]Oil: proved reserves (barrels from 1980 to 2011), BP Statistical Review of World Energy June 2012. Disponible en línea: http://www.bp.com/statisticalreview

[27]Oil production (barrels from 1965), BP Statistical Review of World Energy June 2012. Disponible en línea: http://www.bp.com/statisticalreview

[28]Oil: proved reserves (barrels from 1980 to 2011), BP Statistical Review of World Energy June 2012. Disponible en línea: http://www.bp.com/statisticalreview

[29]Enrique Peña Nieto, “Impulsar una nueva reforma energética”, título II, Capítulo III, en México, la gran esperanza. Un Estado eficaz para una democracia de resultados, México, Grijalbo, 2011, pp. 68 y 69.

[30]Mayolo López, “Evalúan alianza Pemex-Petrobras”, Reforma, Nacional, 27 de enero de 2012. p. 4

[31]Debo este punto a Jaime Zabludovsky.

[32]US Energy Information Administration, Annual Energy Outlook 2012. With projections to 2035. http://www.eia.gov/forecasts/aeo/pdf/0383(2012).pdf

 

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