La tierra seguirá girando largo tiempo
antes de helarse finalmente;
los hombres seguirán en ella;
llevarán nombres,
justificarán sus actos.
Estaremos aquí sólo como
elementos químicos
—pequeña concesión, a decir verdad.
Ahora tenemos vidas,
corpúsculos, ambiciones, caricias,
como todos tuvieron alguna vez
—toda la gente de las brillantes neiges d’antan1
“Risueña Helena, blanca Iope, y los demás”, 2
todos los inquietos, recordados difuntos.
Aquí, al final del año, en la fiesta
del nacimiento, vamos a darnos uno a la otra
los regalos que llegaron a occidente cruzando desiertos
—el precioso metal de nuestros cabellos revueltos,
el incienso de los brazos y piernas en éxtasis,
la mirra de los besos desesperados, invencibles—
celebremos la diaria,
recurrente natividad del amor,
la interminable epifanía de nuestros cuerpos que fluyen,
mientras la tierra rueda bajo nosotros
hacia nevadas y veranos desconocidos,
hacia los espacios intocados de las estrellas. ~
– Traducción de Una Pérez Ruiz
Por Kenneth Rexroth, del libro The Collected Shorter Poems,
©1956 por Kenneth Rexroth. Reproducido con permiso de New Directions Publishing Corp.
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1. “Nieves de antaño”, verso de la Ballade des dames du temp jadis, de Villon.– N. de la T.
2. De Vobiscum est Iope, de Thomas Campion. La cita de Rexroth invierte el orden del verso original, que dice : “White Iope, blithe Helen, and the rest”.– N. de la T.