Foto: NOAA

El mar Caribe y la crisis climática

Por su exposición a fenómenos climáticos extremos, el mar Caribe es el epicentro de la emergencia climática mundial. También puede estar a la vanguardia de la cooperación para paliar sus efectos.
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si te acuestas en un cayo de coral
de un mar poco profundo sintiendo
el peso y la maravilla

de doscientos millones de años
de arena viviente es probable que seas
un taíno o bahamés vuelto a nacer.

“Renacimiento taíno”, Marion Bethel

Sobre los corales milenarios, símbolo del Mar Caribe, pesa la amenaza del cambio climático, reflejada también en la proliferación del sargazo, el aumento del nivel del mar y los fenómenos climáticos extremos.

Las comunidades de arrecifes de corales en el mundo están experimentando un blanqueo masivo. Según los informes de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), el cuarto blanqueamiento mundial de corales ha afectado gravemente áreas clave como el Arrecife Mesoamericano (que abarca partes de México, Belice, Guatemala y Honduras), los arrecifes en República Dominicana (especialmente en Punta Cana) y las Bahamas (en islas como Andros y Gran Bahama). Los corales han ido perdiendo las algas de colores alojadas en sus tejidos, por lo que queda al descubierto su esqueleto de carbonato de calcio. Si bien la causa principal de este fenómeno es el calentamiento de las aguas producto del cambio climático, hay que sumar las aguas residuales no tratadas, la agricultura intensiva, la contaminación a causa del plástico y los derrames de petróleo.

La Alianza para los Arrecifes de Coral (CORAL), una de las mayores ONG mundiales dedicada a su protección, pronostica que, de seguir la situación actual, el 90% de los arrecifes del planeta se habrán blanqueado para el año 2050. Este fenómeno no solo implica la desaparición de los colores vibrantes que los caracterizan: un coral enfermo afecta a todas las especies que dependen de él para completar su ciclo biológico. La salud de los corales es crucial para los ecosistemas marinos, de los que dependen también importantes actividades económicas y sociales humanas.

El cambio climático tiene impacto en las corrientes oceánicas, con consecuencias palpables. Desde 2011, las playas del Caribe han sido testigos de un fenómeno alarmante que continúa hasta la actualidad: la llegada masiva de sargazo. Se trata de un género de alga, de color pardo o verde negruzco, que puede crecer varios metros y cuya proliferación excesiva sofoca la vida en el mar. Estas algas, transportadas por las corrientes oceánicas, comenzaron a invadir las costas, causando estragos en las economías locales. Su acumulación no solo afecta la estética de las playas; el sargazo constituye un problema de salud pública porque libera gases y olores desagradables perjudiciales para la salud.

El Centro de Periodismo Investigativo ha recogido noticias alarmantes ocurridas en 2023.   En Puerto Rico, especialmente en Aguadilla, se reportaron evacuaciones de escuelas debido a los gases tóxicos y el mal olor del agua del grifo. La principal planta desalinizadora de las Islas Vírgenes Británicas tuvo problemas de funcionamiento, por lo cual miles de personas se quedaron sin agua potable. En Martinica y Guadalupe, la exposición a los gases provocó problemas de salud graves como intoxicaciones agudas, y también hubo que cerrar escuelas temporalmente​. De acuerdo con Sargassum Monitoring, una organización dedicada a la recopilación y difusión de información sobre la presencia y el impacto del sargazo, una de las áreas más afectadas en este momento es la Riviera maya en México, especialmente Cancún, Playa del Carmen y Tulum. En la República Dominicana, Punta Cana cuenta con un programa de limpiezas diarias, la única forma de mantener las playas aptas para los turistas.

Aunque estas situaciones son graves, los problemas más críticos en el Caribe se relacionan con el aumento del nivel del mar y la frecuencia e intensidad de huracanes y tormentas. Ambos fenómenos podrían causar desplazamientos masivos de personas y la pérdida de infraestructuras y tierras habitables, afectando desproporcionadamente a los sectores más vulnerables. También inciden en la pérdida de biodiversidad, la erosión de la costa y hasta la desaparición de islas enteras. Según António Guterres, secretario general de la ONU, el Caribe es el epicentro de la emergencia climática global debido a su exposición a fenómenos climáticos extremos.

Cartí Sugdup, una de las islas del archipiélago de San Blas en Panamá, es un ejemplo de las amenazas por la subida del nivel del mar a las comunidades insulares del Caribe. Se tuvo que construir una urbanización en Panamá continental para reasentar a trescientas familias que perdieron sus hogares ancestrales en la isla. Este grupo de refugiados climáticos, categoría novedosa en América Latina, protagoniza el primer traslado de población a gran escala en el continente: “La crisis climática que está viviendo el mundo nos ha obligado aquí en Panamá a hacer el traslado”, declaró en mayo Laurentino Cortizo, el entonces presidente de la república.

La mayor encuesta sobre el medio ambiente hecha hasta ahora es la People’s Climate Vote 2024, llevada a cabo por el PNUD y la Universidad de Oxford en 77 países. Los resultados son contundentes: los ciudadanos del mundo quieren que sus líderes superen sus diferencias para que actúen de inmediato frente a la crisis climática y el 80% afirma estar más preocupado por el cambio climático que hace un año. Tres países de la cuenca caribeña –México, Guatemala y Colombia– figuran entre los diez estados donde la población expresa mayores niveles de preocupación.

Naciones como Costa Rica están liderando esfuerzos significativos contra el cambio climático a través de sus políticas de energía renovable y reforestación. No obstante, la cooperación internacional respecto a la implementación de políticas de gestión ambiental es esencial. Aunque los países del Caribe enfrentan dificultades para tal cooperación, debido al distinto tamaño de las economías, las diferencias culturales y las limitaciones en infraestructura y recursos financieros, existe la voluntad de trabajar en este sentido.

Ejemplo de ello son los tratados e iniciativas multilaterales recientes como la Asociación Estados Unidos-Caribe para Enfrentar la Crisis Climática 2030 (PACC 2030) y la Conferencia Internacional sobre los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (SIDS4). Durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28, 2023), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentó “Un Caribe”, un programa regional que tiene como objetivo promover el desarrollo sostenible. La Comunidad del Caribe (CARICOM) ha lanzado distintas iniciativas para fortalecer la resiliencia frente al clima de la región, orientadas especialmente al uso de energías limpias.

El pasado 7 de junio, la ONU celebró el Día Mundial de los Océanos bajo el lema “Despertar nuevas profundidades”, una iniciativa que promueve la gestión sostenible de los mares. “No tenemos tiempo para ‘ojos que no ven, corazón que no siente’. Nuestra relación con los océanos debe cambiar, necesitamos despertar nuevas profundidades”, se afirma en el sitio web conmemorativo de este día. El despertar exige la invención de formas distintas de producción y consumo, un compromiso de la especie consigo misma y con el planeta.

Es sociólogo por la Universidad Católica Argentina (UCA) y director de Opinión Pública de Voices!. Es miembro fundador de WAPOR, Latinoamérica (World Association for Public Opinion). Trabaja sobre temas vinculados a la opinión pública y el medio ambiente.

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es sociólogo por la Universidad Católica Argentina (UCA) y director de Opinión Pública de Voices!. Es miembro fundador de WAPOR, Latinoamérica (World Association for Public Opinion). Trabaja sobre temas vinculados a la opinión pública y el medio ambiente.


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