1. ¿Escribir sobre lo público o lo privado?
Escribir sobre todo lo que le nazca escribir al que escribe. La literatura nace de lo subjetivo, de lo privado, de la visión personal de las cosas. Narrar asuntos públicos o privados o íntimos (cada quien de acuerdo al estilo, al gusto o a la necesidad), después de haberlos pasado por el filtro de la mirada personal.
2. ¿Escribir de día o de noche?
Cuando escribo estoy en la hora del día en que transcurre lo que estoy escribiendo. Si el personaje está esperando a una chica en la esquina de una gran ciudad a las dos de la mañana, mi habitación es una gran ciudad y son las dos de la mañana. Escribir a la hora en que se tengan ganas de hacerlo. A mí me gusta escribir mis cosas íntimas en la mañana y las crónicas y cuentos en la tarde, pero pocas veces escribo con las condiciones ideales de tiempo y espacio.
3. ¿Cuál es la obra literaria más sobrevalorada?
No me siento con autoridad para hacer juicios de ese tipo. Solo sé que hay obras de culto que a mí no me han parecido tan tan tan, como Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño. Sé que el problema puede ser mío y no de la obra, igual son solo juicios que a la hora de la verdad no tienen importancia.
4. ¿Y la injustificadamente olvidada?
No la recuerdo, sinceramente.
5. ¿La obra maestra que nunca ha leído y quizá ha dicho que sí?
He empezado dos veces La montaña mágica de Thomas Mann y en ambas ocasiones he llegado hasta la mitad. Lo curioso es que no me ha aburrido sino que pasan cosas en mi vida y tengo que alejarme intempestivamente de ese mamotreto que exige dedicación casi completa.
6. ¿Cuál es el secreto literario mejor guardado?
No es un libro. Tal vez es solo una palabra que cuando uno la escriba ya quede tranquilo para toda la vida. Alguien la debe conocer y no la dice porque se acabaría el negocio editorial.
7. ¿Hace daño el culto al escritor?
A mí personalmente me han hecho más daño los escritores cultos.
8. ¿Cómo reaccionaría si descubriera miles de copias piratas de sus libros en el mercado negro?
Me alegraría mucho de que mis libros se hubieran popularizado de tal manera y estuvieran llegando a públicos que, de otra manera, no tendrían acceso a ellos. Le propondría a la editorial buscar estrategias para publicar libros a precios asequibles para la gente y propondría ese intento en el que yo también estaría dispuesto a perder si la estrategia no da resultado.
9. ¿El Estado debe pagar para que los escritores escriban?
Una función fundamental del Estado debe ser la formación de ciudadanos conscientes. No se trata de pagar para que los escritores escriban, sino de generar condiciones para que tanto ellos como las personas dedicadas a los oficios artísticos desarrollen adecuadamente una labor esencial para las sociedades.
10. ¿La “escritura creativa” puede aprenderse en un taller?
La técnica se puede aprender en un taller, también las estrategias para que cada persona corra los velos que ocultan sus posibilidades expresivas. Pero el universo individual, la comunicación con el propio inconsciente, el acceso directo a las fuentes de la creatividad, son un asunto íntimo para el que no hay reglas ni normas. A ese espacio se entra abriendo la vereda. Los talleres son la carretera pavimentada que acaba donde empieza la vereda.
11. ¿Qué es un best-seller?
Es un libro que se vende mucho, se lee poco y del cual pronto veremos la película.
12. ¿Qué hábito envidia de otro escritor?
El hábito que tenía Ernest Hemingway de ir todos los días al bar Floridita a tomar mojito hasta que se le parara el ombligo, cuando un mojito en el Floridita no valía las millonadas que vale hoy solo porque Hemingway se los tomaba allí.
13. ¿Qué eslogan propondría para una campaña nacional de lectura?
“Leer enloquece. Y no leer emboba”.
“El que lee por obligación se aburre sin necesidad”.
14. ¿Si fuera libro cuál sería?
Bartleby el escribiente, de Herman Melville. Aunque preferiría no serlo.
15. ¿Cuál fue el primer libro que robó o debió haber robado?
Nunca he robado libros, por pura cobardía. No sé si olvidarse de devolver un libro hasta que deja de existir el dueño valga como robo. De una circunstancia de ese tipo conservo el Asno de oro de Lucio Apuleyo.
16. ¿Raya los libros?
Rayo algunos libros que son muy personales y a los que siempre vuelvo, pero rayo muy poco y muy pocos. Sin embargo, me producen tierna simpatía las personas que escriben al margen de las hojas de los libros: “¡Igual a cómo pienso yo!”, y cosas por el estilo.
17. ¿Con qué cliché literario se (le) identifica?
En este momento con el cliché del escritor que contesta preguntas para una revista, con tono espontáneo y actitud desparpajada. Nada más cliché que el escritor espontáneo. Yo siempre preparo muy bien mi espontaneidad.
18. Si estuviera en su poder ser obedecido como gobernante, ¿qué regla le impondría a los ciudadanos?
Que no obedecieran en absoluto. Sería inflexible en hacer cumplir esa ley: –¡Cuántas veces les he dicho que no me obedezcan!
19. ¿Qué muerte célebre, de algún personaje real o de ficción, le gustaría tener?
A menudo, en los momentos más inesperados, me cae de sopetón la sospecha de que soy inmortal. Debo cotejar esa intuición antes de pensar en la respuesta que me piden.
20. Si este es su último aliento, ¿cuáles son sus últimas palabras?
“No se vayan, ya regresamos”.
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Luis Miguel Rivas (Colombia, 1969)
Estudió comunicación social y periodismo en la Universidad Pontificia Bolivariana. Guionista de publicidad y director de productos televisivos. Colabora para las revistas colombianas El Malpensante y Soho, el diario Universo Centro, de Medellín, y escribe en el blog Tareas no hechas del periódico El Espectador.
Libros publicados: Los amigos míos se viven muriendo (Fondo Editorial Eafit, 2007), Hoy no quiero metáforas (Fondo editorial Otraparte, en proceso de edición).
En 2011, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara presentó 25 formas de leer el continente. La FIL los llamó los 25 secretos mejor guardados de América Latina.