“Adolescencia” es una buena serie, pero no es realista

Adentrarse en la mente confundida del joven asesino de “Adolescencia” es tan interesante como analizar la forma en que periodistas y políticos confunden las fantasías de los creadores de la serie con la realidad.
AÑADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

“A sus 14 años, Miguel Ángel Cantú tiene la mirada de un veterano de guerra sanguinario. Abre mucho los ojos y emite una mirada penetrante de odio e ira que puede atemorizar a hombres adultos. Pero sus ojos también delatan la mirada de alguien que sufre por dentro. A los 13 años cometió un doble asesinato, abatiendo a tiros a dos pandilleros rivales en ataques premeditados. También vendía cocaína y cometía robos a mano armada.”

Escribí esas palabras en 2005, en un artículo del Houston Chronicle sobre las pandillas de Ciudad Juárez, México. Entrevisté a Miguel en una prisión juvenil, fue uno de los primeros asesinos que conocí luego de llegar del Reino Unido y comenzar mi trabajo periodístico sobre las guerras del narco. Desde entonces, he entrevistado a más asesinos de los que puedo contar en varios países, muchos de ellos adolescentes, y muchos más hombres adultos.

Recordé a Miguel y su mirada perdida el fin de semana, mientras veía en Netflix la exitosa miniserie británica Adolescencia, en concreto la escena de un personaje ficticio, Jamie, que también cometió un asesinato a los 13 años y está en una prisión juvenil hablando con una psicóloga. A mucha gente le encanta la serie y este episodio les resulta emotivo y aterrador. Sin embargo, no pude evitar compararlo con mi experiencia real y pensar que Jamie no da la impresión de ser un asesino adolescente, ni por su comportamiento ni por lo que dice.

No creo que esto sea un gran defecto de la serie. Creo que los asesinos en la vida real tienen un aura distintiva que a las mejores actores adultos les cuesta capturar, ya no digamos a los actores adolescentes. Pero es televisión y no tiene que ser superrealista para ser genial; de hecho, a la mayoría de los mejores programas de televisión les falta realismo.

Adolescencia explora cómo Jamie apuñala a una colegiala hasta la muerte después de ser influenciado por la llamada “manosfera”, descrita en Wikipedia como “una red de sitios web, blogs y foros en línea que promueven la masculinidad enfatizada, la hostilidad hacia las mujeres o misoginia, y una fuerte  oposición al feminismo”. La serie no solo es un éxito que encabeza las listas de Netflix en muchos países, incluido Estados Unidos. Es un fenómeno. Rotten Tomatoes le da una calificación de la crítica del 99 por ciento. The Guardian la considera “lo más cercano a la perfección televisiva en décadas”. Ha obtenido una enorme cobertura positiva y sus dos escritores, Stephen Graham (también actor y productor de la serie) y Jack Thorne, han aparecido en los noticieros hablando de apuñalamientos y la manosfera.

Sin duda, es una serie cautivadora, con un elenco y una cinematografía espectaculares, mejores que la mayoría de las series de la era del streaming masivo. Conecta emocionalmente con los espectadores y juega con sus ansiedades, especialmente las de los padres de clase media. Como dijo el guionista Thorne en una entrevista para explicar su éxito: “Toca un nervio bastante primario: el miedo de la gente a lo que pasa cuando las puertas de sus hijos adolescentes están cerradas”.

Pero, de diversas formas, también es poco realista en su representación de la violencia juvenil, un tema en el que he ahondado, hablando con delincuentes adolescentes desde Londres hasta Baltimore y El Salvador. De nuevo: la falta de realismo es aceptable en los programas de televisión. Pero Adolescencia está siendo tratada como si fuera evidencia que podría influir en las políticas públicas, y se llena de consideración a sus productores por su especial entendimiento de la violencia adolescente.

Un episodio del podcast News Agents se titula: “¡El creador Jack Thorne REVELA la VERDAD PROFUNDA detrás de ‘Adolescencia’!”. Thorne llegó a declarar a la BBC: “Quiero que [Adolescencia] se proyecte en las escuelas, quiero que se proyecte en el Parlamento. Es crucial porque esto solo va a empeorar”. En respuesta, el primer ministro británico, Keir Starmer, respaldó el programa –que, según dijo, está viendo con sus hijos adolescentes– y cometió el desliz freudiano de llamarlo “documental”, antes de corregirse.

Esto tiene implicaciones políticas reales. El gobierno laborista de Starmer está implementando una Ley de Seguridad en Línea. Esta ley busca reducir los daños causados ​​por internet, pero los críticos afirman que podría utilizarse para censurar.

En medio del furor, vale la pena explicar por qué el programa no es realista y por qué si los políticos o los periodistas lo tratan como tal están mostrando ignorancia sobre el importante y desgarrador tema del asesinato de jóvenes.

Pandilleros contra incels

Los cuatro episodios de Adolescencia están filmados en una sola toma, lo que produce una intensidad que refuerza la ilusión de estar viendo la vida real. Graham, quien interpreta al padre de Jamie, es uno de los mejores actores británicos (es tan bueno que Martin Scorsese escogió al nativo de Liverpool para interpretar a un mafioso italoamericano). Ashley Walters, quien interpreta al policía, tiene una fuerte presencia en pantalla. Los adolescentes son cautivadores, especialmente Ryan, el amigo de Jamie.

Thorne es un escritor de indudable talento que se sumerge, y con él al espectador, en el mundo que teje. Sin embargo, el entorno que pinta es una fantasía que se aleja deliberadamente de la realidad de la violencia adolescente británica.

Existe un problema real con los apuñalamientos de jóvenes en el Reino Unido. En el año previo a marzo de 2024, se utilizaron armas blancas para asesinar a 53 adolescentes (de hasta 19 años) en Inglaterra y Gales. Es trágico, aunque el Reino Unido aún tiene una tasa de homicidios mucho menor que la de muchos países.

Muchos de los asesinatos de adolescentes son perpetrados por pandillas, grupos de chicos y jóvenes (y algunas chicas), vinculados a ciertas urbanizaciones y raperos, principalmente en ciudades grandes. Muchos de estos miembros de bandas son negros, pero también hay inmigrantes y británicos blancos. En Adolescencia no hay ninguna pandillas y la trama transcurre en un pequeño pueblo del norte. No importa, es una serie de televisión con un enfoque diferente, pero cualquier debate serio sobre los apuñalamientos en el Reino Unido debe incluir el tema de las pandillas.

Los jóvenes delincuentes en el Reino Unido también tienen un problema con la ausencia de su padre. En 2010 (y probablemente la cifra sea mayor ahora), 76% de los menores condenados en el Reino Unido tenían un padre ausente. Sin embargo, es revelador que los guionistas rechazaran deliberadamente este tema. Thorne declaró: “Stephen tenía una condición desde el principio del proceso de escritura: no vamos a culpar a los padres. No vamos a hacer un drama que diga que alguien hace esto porque tiene un padre alcohólico que lo golpea… ni ningún otro tipo de cliché”.

En cambio, hicieron que el asesino adolescente viviera con sus padres y tuviera un padre que no es violento, pero está decepcionado porque Jamie no es bueno en el futbol. De nuevo, es una serie de televisión y pueden inventar lo que quieran, pero esto es solo su fantasía.

La gran mayoría de las víctimas adolescentes de asesinato son hombres. Sin embargo, se han producido algunos apuñalamientos brutales de niñas, incluyendo uno que podría haber inspirado la serie. En 2023, Hassan Sentamu, que entonces tenía 17 años, apuñaló mortalmente a una joven de 15 años en Croydon, al sur de Londres. Sentamu era mucho mayor que Jamie en Adolescencia, tenía antecedentes de violencia y la víctima era amiga de una chica con la que había terminado una relación amorosa.

Sentamu también es negro, lo que provocó una oleada de acusaciones en la red social X de que los productores “intercambiaron la raza” de los personajes. Los guionistas afirmaron estar siendo atacados por el tipo de fanáticos intolerantes de internet que la misma serie expone.

Obviamente, no tengo problema con que Adolescencia se centre en un villano blanco. Gran Bretaña es 80% blanca y hay muchos jóvenes vándalos que cortan con cuchillos o vidrios rotos. Pero Jamie no me resulta convincente como uno de ellos.

Por su parte, el detective del pueblo del norte es interpretado por Walters, un rapero negro londinense. Un agente así sería raro en el distrito donde transcurre la serie (la población de la ciudad de Doncaster, por ejemplo, es un 1% negra), pero no es imposible. Sin embargo, es difícil creer que esto no fuera una decisión consciente de los productores, como parte de su mensaje. Personalmente, me gusta Walters como actor (y lo escuchaba cuando estaba en So Solid Crew). Y, una vez más, pueden elegir a quien quieran, ya que es ficción. Pero debemos tratarla como tal.

La regla 80/20

En lugar de ser un tipo duro, Jamie es un muchacho flaco que tiene una computadora en su habitación y un par de amigos nerds que no saben ligar. Pero conforme el detective investiga y habla con su propio hijo en la escuela, descubre que Jamie y sus amigos están inmersos en la manosfera.

El policía oye hablar de las píldoras rojas y de la regla 80/20, la idea de que el 20% de los hombres se queda con el 80% de las chicas, lo que deja como resultado incels –célibes involuntarios– peligrosos. Para añadir un matiz valioso, Jamie también es víctima de acoso en línea por parte de la chica a la que se dirige, quien se burla de él llamándolo incel.

En el Reino Unido, en Plymouth y Bushey, ha habido asesinatos cometidos por hombres que parecían estar influenciados por contenido misógino, aunque es difícil saber cuán decisivo fue; los hombres también asesinaban mujeres antes de internet. Sin embargo, no ha habido casos de jóvenes de 13 años que apuñalen a niñas en sus escuelas británicas debido a la manosfera. Se trata solo de una idea ficticia convincente.

El caso de un chico deprimido que asesina a sus compañeros de clase se asemeja más a los tiroteos escolares en Estados Unidos, una realidad muy diferente, relacionada con las armas de fuego. Otro incidente real y contrastante es el de Axel Rudakubana, quien a los 17 años apuñaló y mató a chicas en Southport, al tiempo que ocurría el rodaje de Adolescencia. Rudakubana había sido derivado a Prevent, un programa antiterrorista, y había descargado un manual de entrenamiento de Al-Qaeda, entre otros materiales violentos.

La discusión en torno a Adolsecencia se centra en la manosfera, que se percibe como un problema más generalizado en el Reino Unido, al menos en los medios de comunicación. “Tenemos que superar la masculinidad tóxica”, afirma el escritor Thorne. “También debemos animar a los jóvenes a considerar la masculinidad como un espectro”. La serie presenta una imagen de la masculinidad más interesante de lo que tales afirmaciones podrían sugerir. Me resultaron muy conmovedoras las escenas en las que Graham aparece como un padre reflexionando de qué forma fracasó con su hijo.

Andrew Tate, considerado el demonio en este debate, es mencionado en la serie. El ex kickboxer e influencer suelta basura misógina realmente horrible y ha sido acusado de varios delitos sexuales. Sin embargo, tendría cuidado en asignarle un impacto real en el comportamiento, especialmente de adolescentes con cuchillos en la mano.

El arte como activismo

Thorne ha aprovechado su momento de fama para pedir que se prohíba o limite el acceso de los adolescentes a los celulares y las redes sociales. En general, coincido con él. Creo que los menores de 16 años deberían entregar sus teléfonos al entrar a clase y no deberían usar plataformas como Instagram. Jonathan Haidt argumenta convincentemente que estas aplicaciones aumentan la ansiedad, especialmente entre las chicas.

Aunque coincido con esa opinión, sigo pensando que es absurdo tratar la serie como si fuera la realidad. The Guardian pareció cometer este error al escribir este subtítulo: “Cuando una serie dramática de Netflix expone cómo los influencers en línea pueden convertir a un adolescente en un asesino, es hora de repensar las redes sociales”. Adolescencia no “expone” un caso; lo inventa.

Puede haber buenos ejemplos de arte utilizado para el activismo. Las historias de Charles Dickens crearon conciencia sobre la pobreza en el Londres victoriano, allanando el camino hacia mejores viviendas y hospitales. De niño, vi las películas de guerra nuclear Threads y El día después y me parecieron aterradoras; quizás ayudaron a nuestros líderes a mantenerse alejados del botón nuclear, o quizá simplemente nos dieron mucho miedo.

También existe una gran tradición de películas británicas realistas sobre la violencia juvenil. El gran director Alan Clark dirigió clásicos como Scum en 1979 (que puede verse en YouTube), sobre una prisión juvenil, que incluye una escena gráfica de violación masculina. Clark ahondó en la violencia adolescente de una forma reveladora y sin condescendencia; no nos obligaron a verla en el colegio, pero se convirtió en un clásico de culto del que muchos niños se sabían el diálogo.

Adolescencia retrata una versión un tanto extraña de Gran Bretaña que me cuesta reconocer, de paranoia y alienación, de falta de sentido de pertenencia. Pero Gran Bretaña se encuentra en una situación extraña ahora mismo. La serie logra plantear varios temas contemporáneos de forma intrigante, y por ello vale la pena analizarla. Pero es tan interesante analizar las fantasías de los productores y la forma en que periodistas y políticos las confunden con la realidad, como adentrarse en la mente joven y confundida de Jamie. ~


Publicado originalmente en CrashOut by Ioan Grillo, reproducido con autorización.


    ×

    Selecciona el país o región donde quieres recibir tu revista: