Daniel Krauze: No es la primera vez que comparo a Louie con Los Simpson.
¿Se acuerdan cuando Homero sugiere no prestarles demasiada atención a las caricaturas porque no son realistas y un segundo después aparece otro Homero a través de la ventana?
No digo que no debamos ponerle demasiada atención a Louie, o que Louis CK nos esté diciendo eso (o solamente eso), pero lo cierto es que en la secuencia del museo de arte contemporáneo abundan guiños similares. ¿Vieron a Louie aparecer en la pantalla de la instalación justo cuando se da la vuelta para seguir a Pamela? Así como la imagen de Homero nos invitaba a reflexionar sobre la naturaleza de Los Simpson, un programa donde el tiempo es simultáneamente estático y dúctil, donde las leyes del mundo real no aplican,[ que Louie forme parte de la exposición (por lo menos tres veces) nos dice algo de las intenciones de su creador. Louie interactúa con las obras: toca el botón de una grabadora que lo pone en una situación incómoda y la cámara lo encuadra justo detrás del nudo de una soga (¿está condenado?). Y, por supuesto, aparece en el video. ¿Qué opinará CK? ¿Creerá queLouie es una obra similar a las que aparecen en el museo, indigna de tanto análisis sesudo? ¿Se está burlando de nosotros, los críticos que dedicamos horas a desmenuzar su contenido? Como tantísimos textos se han preguntado, ¿qué estamos viendo? Acaba la cuarta temporada y me parece que no hemos encontrado la respuesta. Lo digo sin sarcasmo: nuestro fracaso colectivo me parece maravilloso.
Salvo por “In the Woods”, la cuarta temporada de Louie se ha dedicado a analizar la mirada masculina, desde adentro de la serie hacia fuera, desde la forma en que Louie ve a las mujeres de su vida hasta la manera en que el espectador las juzga. Esto quedó claro en el monólogo de “So Did the Fat Lady”, cuando ambos personajes rompen la cuarta pared y ella le arroja una pregunta a la audiencia: ¿y usted, espectador, qué opina? La invitación se agradece y entrar al juego ha resultado un ejercicio muy entretenido, en gran parte porque CK insiste en voltear nuestras opiniones iniciales de cabeza. ¿Creen que Amia era amor verdadero? Dejen a la relación decantarse un par semanas y verán lo que piensan. En ese sentido, la reintroducción de Pamela como personaje ha enriquecido el eje central de la temporada. “Pamela Pt. 3” termina con el cliché de clichés de una comedia romántica (el baño en tina a la luz de las velas), solo para torcer las expectativas de la audiencia y mostrar el cuerpo desnudo de un hombre obeso, con chichis de jefe de gobierno y nalgas de aspirina, en vez de recurrir al desnudo de la chica en turno.
A lo largo de los últimos capítulos, Louie echa mano de varios de estos clichés, pero no sé si siempre sabe cuándo emplea un lugar común. Al fin y al cabo, Pamela es una variación más del odioso estereotipo, encumbrado por el cine estadounidense, de la chica extraña que, por motivos inexplicables, decide redimir y enseñarle el significado de la vida a un hombre que no la merece. Vaya, no hay gran distancia entre Pamela Adlon en Louie y Natalie Portman en la melosa Garden State. Claro que me gusta lo que Pamela le dice a Louie. Claro que me gusta ver cómo lo pone en su lugar. Claro que me gusta el cortejo. No soy de palo. Pero al final me quedé con la sensación de que CK hace uso de elementos convencionales no por un afán subversivo sino por falta de creatividad. Discutan.
Luis Reséndiz: Creo que no comparto la lectura de Daniel por completo. Es decir, es claro que el final de la temporada hace uso de elementos "convencionales" pero, ¿qué serie no lo hace? Ya el formato mismo es una convención; todas (o la mayoría) de las series que podemos ver hacen uso de una serie de convenciones a fin de narrar una historia, a fin de lograr estructurar y articular de forma que se entienda. Cierto: dentro de esas convenciones, Louie ha logrado en más de una ocasión innovar o, al menos, pensar (por usar una expresión anglosajona) afuera de la caja. Pero, a diferencia de Daniel, yo creo que esto se sostiene –si bien de manera menos notoria– en 'Pamela' pt. 2 y 3.
Estoy de acuerdo, por supuesto, en que este final es, de todos los episodios de la temporada, el más "tradicional". No obstante, esta "tradicionalidad", esta "convencionalidad" es tan solo superficial: en el centro de esta historia "de amor" (no muy distinta a cualquier otra chick flick, aunque no que esto sea algo malo: si no pregúntenle a Alonso, que es fan del género) hay un impulso que, aunque no llega a ser subversivo, sí es al menos de relectura, de posicionamiento frente a la tradición.
Ejemplos: la timidez de Louie (tiernísima, conmovedora) ante la perspectiva de mostrar su cuerpo. ¿Cuántas veces hemos podido ver eso en una ficción cinematográfica? A mí me pareció no solo encantador, sino de una inteligencia inapelable: poner al hombre como la parte sensible de la relación no es ninguna novedad, pero mostrar su vulnerabilidad, su confianza (o falta de ella) en el propio físico de forma tan descarnada (y no sin un dejo de escarnio) no es pan del día. Y creo que sale adelante: desde la sardónica burla que Pamela hace del cuerpo de Louie (¡en complicidad con las hijas de C.K.!) hasta el tierno patetismo de ver cómo la obesa corpulencia de nuestro protagonista desplaza litros y litros de agua al entrar a la bañera. Creo que, pese a no ser de sus momentos más brillantes –cosa, por otro lado, difícil de lograr después del desplante de genialidad que fue "In the Woods"–, la trilogía de Pamela es un buen ejemplo de la capacidad de C.K. para detenerse y contemplar las convenciones, solo para después entregar una particular lectura, producto de una mente capaz de pensar desde ángulos no acostumbrados.
Porcierto:
La escena del museo me pareció hilarante en más de una ocasión, pero lo que se llevó las palmas fue la toma larga que, en complicidad con la música, generó una atmósfera como de cine de terror: la tensión que se carga sobre la toma, in crescendo, solo para detonar en un final de horror –el grupo de gente allí tirada– que resulta un falso clímax. "Bueno, ya vámonos, ¿no?", dice Pamela, rompiendo la tensión de horror y convirtiéndola en comedia. Un momento digno de un gran capítulo de Spaced, de Edgar Wright; una secuencia que no estaría de más en el texto de Alonso sobre pequeñas revelaciones.
Alonso Ruvalcaba: ¿Noto en ambos una decepción ante el final de la temporada? Si es así: comparto el sentimiento.
Primero: que yo recuerde, esta es la primera vez que siento una falta de solvencia técnica en Louis CK. Un ejemplo: la conversación telefónica al principio de 'Pamela pt. 2', elementalmente encuadrada y editada con lo que a mí me pareció una enorme falta de imaginación (frase/corte, frase/corte) alerta hacia el hecho de que un director y editor casi siempre agudo como CK puede, de pronto, echar a andar el piloto automático y entregar una escena perfectamente desechable.
Segundo: la manga quizá demasiado ancha con que CK permite a Louie regresar a la acción después del "problema" de haber medio intentado violar a Pamela en 'Pamela pt. 1'. Por supuesto, no era requisito ahondar en el asunto, pero CK no había sido nada sutil en la agenda política de la temporada completa: el ofuscamiento y la opresión de la mujer por un sistema atávicamente machista, y dejar a Louie salirse con la suya (e incluso hacer un berrinche porque Pamela lo hiere a él) me pareció menos generoso que indulgente.
Por otro lado: muy de acuerdo en que en los últimos episodios de la temporada CK ofrece una relectura de ciertas convenciones de la comedia romántica. La cita en el museo es prácticamente una variación del lugar común de la prank date con revés final de "perfect date" (¡en Central Park! ¡viendo las estrellas!), acaso sin ironía. El primer encuentro sexual, que en rom-com es de preferencia cute o al menos inusual, acá se da y se niega con el intercambio de fotos por mensajito. Dos adultos ya entrados en añitos en un ligue sextual es en sí una subversión del tópico (para el lugar común, sextear es asunto de jóvenes). Y, por supuesto, el último encuentro, en la tina, que como ya mencionaron tiene una alta carga de ternura, de subversión y de confrontación.
Algo que no hemos dicho: esa escena es probablemente el pay-off del discurso político que CK exploró durante la temporada. "Las circunstancias de la mujer no van a cambiar por el hecho de ser exploradas en un programa de mediano rating", parecería decir el director. Toda esa presión erótica, social, estética, física no es modificable sino con el paso de las décadas (si tenemos suerte). "Pero al menos yo puedo encuerarme, padecer con las mujeres el escarnio de la gordura, de la fealdad." Si no fue justa (no hay injusticia que se pueda subsanar con un desnudo), fue al menos una decisión valiente.
Pero le faltó mostrar el pene, ¿no?
Porciertos:
Pamela llegó a Louie para darles voz a algunas de nuestras preguntas y deseos. "¿Cómo es posible que tú y tu esposa, que es negra, hayan traído al mundo a dos niñas casi transparentemente blancas?" "¡Quítate esos lentes en este momento!"
Tenía la esperanza de que el doctor Bigelow reapareciera para una última, sabia reprimenda sobre Louie. El momento de la mudanza era ideal. No sucedió.
[ El ejemplo más evidente: en Springfield pueden pasar cuatro meses en un solo capítulo, pero Bart siempre tendrá diez años.