Fernanda Kubbs
La puerta entreabierta
Barcelona, Tusquets, 2013, 224 pp.
Nunca ha sido Cristina Fernández Cubas (Arenys de Mar, Barcelona, 1945) una escritora especialmente prolífica, pero se ha hecho larga la espera de un nuevo título desde la aparición deParientes pobres del diablo (Tusquets, 2006) y del volumenTodos los cuentos (Tusquets, 2008).
Ahora regresa con una propuesta como mínimo sorprendente en la que concentra todos los elementos que dan forma a su complejo y fuera de lo común universo literario. Si ya Todos los cuentos supuso una oportunidad magnífica para sumergirse en su mundo,La puerta entreabierta lo es de otra manera muy diferente, porque ya ha demostrado en múltiples ocasiones su pasmosa habilidad para ver las diferentes dimensiones de una misma realidad. Vuelve Cristina Fernández Cubas en una empresa arriesgada en la que sigue siendo ella a la vez que deja de serlo. Y no solo porque esta aventura la firme como Fernanda Kubbs, sino porque la novela se presenta como una revelación, como la maduración de Isa, una periodista treintañera a quien el azar regala la oportunidad de conocer otros mundos que se extienden en paralelo, o superpuestos, al nuestro.
Seguida por un conjunto de personajes extravagantes (magos, brujas, contorsionistas, nigromantes) en una novela con elementos muy teatrales, Fernanda Kubbs se representa en mi mente encabezando la simbólica comitiva circense que desfila en las escenas finales de 8 ½, de Federico Fellini: la misma celebración de la nostalgia, de la infancia, de la insatisfacción y de la fantasía.
Fernández Cubas se lanza a la aventura con decisión. La propia protagonista escribe que existe una etapa en la vida, la preadolescente, “en la que todo lo que suena a ‘fantástico’ pasa, de pronto, a engrosar la agraviante categoría de ‘infantil’”. No es de extrañar, por tanto, que la primera parte de la novela, con su trama desacomplejadamente fantástica, la sitúe más cerca de la literatura juvenil que de la de adultos. La escéptica Isa está haciendo, a desgana, un reportaje sobre una afamada pitonisa cuando, por extrañas circunstancias, es víctima de un hechizo que reduce su tamaño para introducirla dentro de la esfera de cristal de la adivinadora. Esta es, probablemente, la escena más audaz de la obra de Fernández Cubas, quien se apresura a avisar, mediante sus personajes, que hay que tener mucho cuidado con el poder de las palabras; de la misma manera que también advierte de que los juegos son una cosa muy seria, ya que constituyen uno de los ejercicios más efectivos para conocer el verdadero significado de los objetos, los acontecimientos y los fenómenos que configuran nuestra vida, así como las diferentes posibilidades que una misma realidad puede ofrecer.
Por La puerta entreabierta la autora se escapa para reclamar una dimensión de la realidad diferente: menos agresiva, más enriquecedora y también más divertida. Porque, consciente de su descabellada audacia en esta propuesta, Fernanda Kubbs se embarca en la empresa con mucho humor y no pierde la oportunidad de reírse de casi todo. Y lo hace de una manera parecida a como se regodean en su gamberrada las inteligentes primas Bradford, que consiguieron embaucar hasta al mismísimo sir Arthur Conan Doyle haciéndole creer que habían conseguido fotografiar hadas.
Son muchas las historias que la autora, referente destacada en el cultivo del cuento en este país, engarza dentro de la historia principal, como sucede en el Quijote o con su admirada Scherezade y su habilidad para mantener vivo el interés de quien la escucha. La historia de las primas Bradford, o la de las hermanas Fox, pioneras del espiritismo moderno y, asimismo, la descripción que el perverso Erian hace de un tormento romano son algunos ejemplos.
Al final de toda su peripecia, Isa descubrirá que es, precisamente, en una de estas historias secundarias, la del gitano errante Miroslav, donde se encuentra la clave del libro. Más aún: ahí reside el germen del impulso creativo que provoca y empuja todo el proyecto. Como los cajones secretos de los baúles, encontramos ese cuento en lo que se podría considerar la segunda parte de la novela, que coincide con el regreso a la realidad de la protagonista, ya para siempre cambiada después de la experiencia de haber vivido unos días en el interior de la esfera de cristal de una falsa pitonisa. Es aquí donde la autora da un golpe de autoridad para demostrar que, como ya había avisado, el juego propuesto es muy serio y tiene un sentido muy claro, que, obviamente, será desigual para los lectores más jóvenes y los adultos. Ahí están algunas de las páginas más poéticas y más estremecedoras de Fernández Cubas, a las que hay que llegar sin haberse dejado llevar por las falsas apariencias o los tópicos. Por ejemplo, es necesario seguir sus instrucciones y huir de la explicación según la cual todo lo vivido fue un sueño, porque en muchos casos el sueño es un estado fisiológico engañoso, de aturdimiento y abotargamiento de la mente y del cuerpo.
Alrededor del atractivo gitano Miroslav, que tiene la capacidad de habitar en una sugerente zona de paso, un cruce de caminos entre muchos mundos diferentes, se desarrolla uno de los temas recurrentes en su narrativa: el tema del doble, con una importancia destacada en el desarrollo de la trama. En esta ocasión, se aborda ya desde el estadio más incipiente de la narración, es decir, en el desdoblamiento de la escritora en Fernanda Kubbs, y se extiende hasta el desdoblamiento del escenario, es decir, la ciudad en la que vive Isa.
Dentro de la esfera de cristal, la única protagonista de la narración se siente protegida, sin necesidad de tener que comer o beber, en una atmósfera mullida muy propicia para descansar y también para el sueño aturdidor. Gracias a su voluntad y su inteligencia es capaz de salir del hechizo. Una vez fuera, se enfrenta al significado de la alocada experiencia con la herramienta que mejor maneja: la escritura, una decisión que los lectores de Fernández Cubas deben celebrar por todo lo alto. ~