Lo inĂștil como coartada

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Brenda Lozano, Cuadenro ideal. Alfaguara, MĂ©xico, 2014.

Una frase atribuida a SĂĄbato dice que la literatura confusamente entendida implica una acumulaciĂłn de elementos, donde se describe todo, incluso, un gasĂłmetro, y este capricho y esta gratuidad, esta falta de vĂ­nculos entre los elementos de la historia es uno de los mayores desaciertos de Cuaderno ideal, la novela de Brenda Lozano que muestra a una chica que espera a su novio —Ă©l de viaje por Europa—. Ella fantasea con convertirse en golondrina, por ejemplo, o con ser fosforescente, o ve moverse la dona en su plato: y esto no significa nada. Quiero decir, los elementos no generan consecuencia en el relato, no pesan en la trama; y el accidente de ella —supuesto disparador de la relaciĂłn amorosa— apenas estĂĄ mencionado, nunca es mostrado. En conjunto, asĂ­, resulta superficial. Entonces existe algo profundamente equĂ­voco, si en esta discontinuidad da lo mismo leer la novela hasta la pĂĄgina 30 o hasta la 226. La monotonĂ­a de la prosa se articula con un Ă©nfasis del yo —la novela estĂĄ contada en primera persona, a veces, en segunda—, como si conjugar la primera persona alcanzara para dar forma a la propuesta: propuesta que, a caballo entre el diario Ă­ntimo y el apunte, se asemeja a la littĂ©rature du moi de los años 90, ciñéndose a la intimidad. Y aunque a veces la mirada resulta cĂĄlida, es importante agregar que este yo de Cuaderno ideal no es cualquier yo, es el yo especĂ­fico de una clase, un yo burguĂ©s y ocioso en la primera dĂ©cada del milenio y en el DF, lo cual no serĂ­a un problema si la novela tuviera cierta densidad. Pero asĂ­ las cosas, el lector no deja de preguntarse si este desinterĂ©s de la trama, este vuelco hacia un yo que expone su puerilidad, alcanza para elaborar una obra. Veamos las citas:

“Añoro la mañana en que despertarĂ© transformada en golondrina”, pĂĄg. 15.

“Leo la esquina superior de un camiĂłn de carga: ¿no le gusta cĂłmo manejo esta unidad? Quejas al 52868738. Una camioneta pasa: Esta unidad estĂĄ protegida vĂ­a satĂ©lite. En un poste verde, un letrero: Reparo bejuco. Leo y anoto aquĂ­ algunos letreros camino a la casa. ¿No les gusta cĂłmo manejo este cuaderno?”, pĂĄg. 67.

“No te espantes si esto no lleva a ningĂșn lado. No esperes teorĂ­as, datos fidedignos o conclusiones. No debes tomarte nada de esto en serio. Para eso estĂĄn las universidades, las tesis, los estudios. A mĂ­ me encantan las cafeterĂ­as, los bares y las salas. Ni hablar de los cojines cĂłmodos. Ah, tan pachones”, pĂĄg. 172.

Una de las ideas centrales de El segundo sexo de Simone de Beauvoircuestiona el hecho de que “el hombre usa el tiempo y la mujer lo ocupa”. Ya que, segĂșn la tradiciĂłn machista, la mujer estĂĄ destinada a esperar al hombre. Y este es el corazĂłn de Cuaderno ideal: una mujer que espera a su novio en un sillĂłn. Ella no hace mĂĄs que escribir en el cuaderno cotidianidades —y dibujar rayas—. Se justifica: se asemeja a “PenĂ©lope, la de las muchas vueltas sin moverse del sillĂłn. Tejiendo el cuaderno de dĂ­a y destejiendo de noche”. Pero la PenĂ©lope de Homero teje y desteje porque se defiende: estĂĄ acosada por pretendientes que quieren tomar su cuerpo y su casa, se trata de un ardid. Muy distinto a lo que se propone en Cuaderno ideal, al despliegue caprichoso de lo trivial. Y de esta manera, la propuesta acaba por morderse la cola y anularse a sĂ­ misma. Ya que en las entradas sobre la violencia en MĂ©xico —la protagonista llora cuando escucha por la radio la declaraciĂłn de una madre con una hija desaparecida— el discurso se neutraliza, queda desactivado y se vuelve insustancial. El pĂĄrrafo de la 91:

“Ahora voy a escribir algo importante: los murciĂ©lagos tienen las orejas mĂĄs chicas que los conejos. Y Halloween permite a Estados Unidos un respiro infantil, un juego. No me sorprenderĂ­a ver al presidente de Estados Unidos disfrazado de calabaza en plena junta de Estado.

En MĂ©xico, a pesar de La Catrina y las calaveras de azĂșcar, la muerte es un tema delicado. Los hechos no permiten ligereza. Es decir, si el presidente mexicano se disfrazara de lo que fuera, lo sacan con los pies por delante de la puerta”.

Hay algo mĂĄs, esencial y equĂ­voco, pienso, sobre lo que se articula Cuaderno ideal. La novela, apelando —sin decirlo— a la sentencia famosa de Wilde, la del prĂłlogo de El retrato de Dorian Grey, que sostiene que “todo arte es completamente inĂștil” revindica lo que sigue en la 121:

“Lo Ăștil. El trabajo Ăștil, los pensamientos Ăștiles, las frases Ăștiles. Las historias en las que todo pasa. Una sociedad que se hinca ante los verbos. La cĂ©lebre utilidad. La bĂșsqueda de lo Ăștil. El viejo cuento de separar el trigo de la paja. Si todo se divide en dos, yo soy del bando de la paja. Ah, huele tan bien”.

Podemos coincidir o no con la tesis de Wilde: pero, en todo caso, decir que “todo arte es inĂștil” no es lo mismo que decir “todo arte es trivial”. Oscar Wilde hablaba del modo en que lo artĂ­stico se imbrica en la sociedad, sean las aventuras de Homero o los dramones shakespereanos; y esto es completamente distinto a defender un arte vacuo o pueril, que se regodea con la intimidad, y que fracasa, al orquestarse por los caprichos del yo. PĂĄgina 162:

“De hecho, la inutilidad me parece atractiva en sĂ­ porque tiene un aura de ficciĂłn. Un trabajo, un objeto, entre mĂĄs ridĂ­culo por su inutilidad, mĂĄs fascinante me parece. Todos esos objetos, todos esos servicios inservibles me parecen el triunfo de la ficciĂłn. CĂłmo me gustarĂ­a ofrecer el servicio de (…) hacer falsas dedicatorias, tomar cafĂ©, dejar huellas de la taza de cafĂ© en alguna portada.

             Entre mĂĄs inĂștil una cosa, mĂĄs subversiva.

             Voy a destejer esto.

Entre mĂĄs inĂștil una cosa, mayor su independencia con la realidad”.

 

Un libro puede ser bueno, puede ser malo, pero nunca es inocente. Lozano habla de la independencia de la realidad; lo que el teĂłrico Grinor Rojo, en Identidad y literatura calificĂł como lenguaje-solo-lenguaje para objetar una literatura que festeja la ficciĂłn por su no incidencia, por su incapacidad, por su no responsabilidad sobre la realidad que proyecta. “… la acciĂłn es un asunto secundario”, se dice en la 67 de Cuaderno…, “es la voz, Escucha su voz, sea como sea”, y de este modo, cualquier lector se preguntarĂĄ quĂ© es lo que nos estĂĄ diciendo esta voz, quĂ© es lo que acĂĄ se estĂĄ presentando como literatura, y cĂłmo una propuesta asĂ­ tiene espacio en una de las editoriales de mayor circulaciĂłn en lengua española.

 

 

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Nació en Argentina en 1978. Es crítica, esnsayista y autora del libro. De la noche rota (2008). Este año fue finalista del segundo concurso de crítica literaria de LL


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