La inteligencia artificial se presenta al mismo tiempo como una esperanza y como una amenaza. Algunos ven en ella un asombroso potencial transformador; otros se asustan de las posibles consecuencias; finalmente, otros se muestran más escépticos. No es fácil calcular sus consecuencias económicas, sociales, culturales y filosóficas. ¿Qué empleos se verán más afectados? ¿Qué efectos puede tener sobre los derechos de autor? ¿Provocará más desigualdad o la reducirá, aproximando las capacidades de los trabajadores, como dice Tim Harford? ¿Cómo se puede regular una tecnología que avanza tan deprisa, sin autoinfligirnos una desventaja? En este número abordamos esta cuestión fascinante desde el punto de vista de la moral y la filosofía, de la lingüística y de la economía.