Hasta hace relativamente poco, la crítica de cine solo podía leerse en periódicos y revistas y eso establecía una sana distancia entre los cineastas, su público y quienes escribían. Internet ha reducido la separación y, en ocasiones, ha simplificado el oficio: un pulgar hacia arriba o hacia abajo reemplaza a la reseña extensa, un filme se ama o se detesta, y el espectador solo puede elegir entre ser fanático o ser trol. Este número de Letras Libres pone a discusión las condiciones actuales de la crítica cinematográfica –autocensura, polarización social, problemas de representación, nuevas plataformas– en una apuesta por el comentario razonado, la exigencia y los matices.