Continúa dando de que hablar el carnaval de las elecciones primarias en Estados Unidos y sigo pensando que el precandidato con el mejor discurso es Bernie Sanders. Al igual que Donald Trump, Sanders tiene una narrativa sumamente efectiva, lo que le da un gran poder a su comunicación – claro, con la enorme diferencia de que a Bernie lo animan valores positivos y no el odio racista del payaso fascista.
¿Cuáles son los elementos de una buena narrativa electoral y cómo los ha ensamblado Bernie Sanders en su discurso? Hay tres que son fundamentales:
a) Una buena narrativa electoral debe tener una estructura simple, que cualquiera pueda entender, contar y recontar.
“Había una vez un país muy rico donde había mucho dinero. Pero ese dinero estaba en manos de muy pocas personas: el 1% más rico. Ese 1% no tenía méritos para concentrar esa riqueza, porque la hicieron al amparo de leyes y reglas aprobadas por políticos corruptos. Mientras tanto, el 99% de la gente trabajaba de sol a sol y ni así le alcanzaba para vivir decentemente. Ese 99% podría tener educación y salud universal gratuita, si el 1% pagara impuestos acordes a su riqueza. También podrían tener un salario mínimo más digno. Pero mientras los ricos tengan comprados a los políticos, eso no va a ocurrir. Por eso, la gente tiene que despertar y llevar al poder a un hombre honesto que no esté al servicio del dinero de esa minoría, sino del pueblo. Ese hombre honesto es Bernie Sanders.”
Desde luego, esta no es la forma literal en la que Sanders se expresa en los discursos, pero sí es la esencia de la historia que está presente en toda su comunicación. Su narrativa es tan clara y simple que podría escribirse en un libro ilustrado que un niño entendería: tiene protagonista (el pueblo), un problema (la injusticia), antagonistas (el 1%), lucha (las elecciones) y solución (votar por Bernie).
b) Una narrativa electoral exitosa tiene que ser mucho más emotiva que racional. La narrativa de Sanders no contiene detalles sobre cómo va a hacer que los ricos paguen la educación y la salud universal. Tampoco enlista todas las leyes que hay que cambiar, o los pros y contras razonados de esos cambios en la economía. Bernie se concentra en generar de manera efectiva dos emociones: indignación y esperanza. La indignación proviene no de la opulencia de los ricos, sino del hecho de que esa riqueza es el resultado de hacer trampa, de doblar las reglas a favor de unos cuantos. La esperanza proviene del hecho de que Sanders pinta una “tierra prometida”, un país con un Estado de bienestar en el que la riqueza se distribuye de manera más justa. Ambas emociones mueven a la acción.
c) Una buena narrativa es congruente con la personalidad, los valores y la historia pública y privada del candidato. Desde luego, si Bernie Sanders fuera millonario o si tuviera un récord de votaciones como senador a favor de Wall Street, su historia no tendría la misma credibilidad. La fuerza de su narrativa proviene, como en otros casos que hemos analizado en esta bitácora, de su ethos, de la personalidad que ha construido a lo largo de muchos años como personaje público y que es congruente con sus acciones.
A pesar de tener una narrativa tan eficaz, Sanders está todavía lejos de ser el candidato de su partido. ¿Por qué?
Primero, porque el establishment del Partido Demócrata está inclinado a favor de Hillary Clinton. Al 6 de abril, Clinton tiene 1,771 de los 2,383 delegados que se necesitan para asegurar la candidatura, mientras que Sanders tiene 1,092.
Segundo, porque las ideas de Sanders siguen siendo demasiado radicales para la mayor parte de un electorado que lleva varias generaciones sometido a la narrativa conservadoraque pone al gobierno como una entidad ineficaz y corrupta de la que hay que desconfiar.
Tercero, porque sus propuestas son demasiado imprácticas tanto para los medios liberales, que son pro-Hillary, como para los medios conservadores, que ven en él a un populista sin mucha idea de política pública. Como ejemplo, vean esta entrevista en la que Bernie se hace bolas cuando le piden detalles de sus propuestas.
Y sin embargo… escucho a Sanders decir en un excelente discurso que:
“No hay justicia cuando millones de personas trabajan largas horas por salarios miserables. Trabajan duro, pero no pueden juntar suficiente dinero para alimentar adecuadamente a sus hijos. ¿Cómo podemos hablar de moral, de justicia, cuando le damos la espalda a los niños de nuestro país? Tenemos suficiente dinero para meter más gente a la cárcel que cualquier otra nación en la Tierra, pero parece que no tenemos dinero para brindar empleo y educación a nuestros jóvenes. Todos los hijos de dios: los pobres, los miserables, tienen el derecho de ir a un médico cuando enferman.”
Y veo que en México hay personas capaces de ganar 100 millones de dólares con contratos obtenidos al amparo del poder político, más dinero del que se puede gastar en una vida, y luego sacaresos recursos del país para no pagar un centavo de impuestos. Mientras tanto, en programas como la “Cruzada contra el Hambre” se desvían millones de pesos y los niños más pobres comen sustituto de huevo en polvo que no resuelve su desnutrición…
Así, no queda más que preguntarse: ¿Por qué la decencia no basta para ganar una elección? La respuesta habrá que encontrarla en nosotros mismos.
Especialista en discurso político y manejo de crisis.