En gustos se quiebran géneros. Hay en esta apretada selección sonidos para casi todos los gustos; grabaciones que hicieron de este año lo que fue. Como toda lista, es arbitraria, y en todo caso sugiere con modestia algunos senderos a explorar.
1. To be kind, de Swans (Young God Records) Una decena de tracks intensos –el más largo, de 17:02 minutos; el más corto, de 05:09– de la banda comandada por Michael Gira. En la reiteración de motivos se cimenta esta música ritual. Letras de apretada concisión y temas ancestrales: la muerte, el deseo, el odio, el amor. Clásico instantáneo de un grupo que se ha negado a morir, para nuestra fortuna.
2. Lost in the dream, de The war on drugs (Secretly Canadian) La banda de Philadelphia está en su mejor momento. Rock clásico en la fina tradición de Dylan y Springsteen. Suave. Psicodélico. Viajado. Rítmico. Alma, pasión, atmósfera; todo lo que alguna vez tuvo a manos llenas U2, antes de departir con George W. Bush y los Camil y enjaretar sus producciones por iTunes.
3. Offering. Live at Temple University, de John Coltrane (Impulse) Hay un jazz contemporáneo que devino en gran medida música inofensiva para señoras y señores apoltronados en el sofá, por eso vale la pena escuchar este rescate histórico que circuló en bootleg por mucho tiempo. El Coltrane más arriesgado y rabioso dictando perenne cátedra.
4. Popular problems, de Leonard Cohen (Sony Music) El octogenario monje zen de la eterna ronquera se niega a morir. Declamaciones de amor y desamor con arreglos un tanto atildados; nada qué temer: palabras y voz lo salvan todo (“¿Alguna vez te amé? ¿De veras importa?”) Mucho mejor que los sobreproducidos materiales de muchos teenagers y veinteañeros.
5. Lazaretto, de Jack White (Third Man Records) Ni quien añore a los White Stripes. El guitarrista de la cara polveada se da vuelo con este coctel de blues, folk y country; ¡hasta fraseos de hip hop se detectan por ahí! Música viva y orgánica, ejemplo de un hazlo tú mismo inmejorablemente pregonado.
6. Syro, de Aphex Twin (Warp) Richard D. James no estaba muerto, ni de parranda; este envolvente y rítmico regreso –una exuberante jungla de sonidos electrónicos– lo instala de nuevo en un sitio privilegiado de la así llamada Intelligent Dance Music (IDM). Báilese. Escúchese en estado contemplativo o en actividad cotidiana. No se tire.
7. Hypnotic Eye, de Tom Petty & The Heartbreakers (Reprise) Si no fuera por bandas como la que encabeza este longevo émulo de The Byrds lo más seguro es que la venerable tradición del riff se extinguiría de la noche a la mañana. Rockerón, bluserón, este material de Petty no decepciona. Y ni falta hace fumar algo ilegal para gozarlo.
8. Benji, de Sun Kil Moon (Caldo Verde Records) Mark Kozelek, el mismo de los Red House Painters, compone canciones sobre temas cotidianos con la naturalidad con la que otros tosen o estornudan. Lo elemental de los recursos no oculta la riqueza del sentimiento. Ya los títulos presagian maravillas: “Vi la película La canción sigue siendo la misma”, “Richard Ramírez murió hoy de causas naturales”. Un trovador para el Siglo XXI.
9. Lullaby and…The Ceaseless Roar, de Robert Plant and the Sensational Space Shifters (Nonesuch) ¿Quién quiere oír “Whole Lotta Love” o “Stairway to heaven” por enésima vez? Parece que Plant no, por eso se embarcó en una travesía por la música del mundo, por la tradición celta, y por el folklore más variado. Además, ostenta una capacidad de hacer música pop pegajosa y tarareable.
10. Emmaar, de Tinariwen (Anti) En el ámbito de la world music destaca desde hace una década este colectivo tuareg de Malí que depuso los fusiles para empuñar guitarras eléctricas. Bluseros primigenios, su arte es hipnótico, ceremonial. Estos once cortes –más tres de pilón– serán parte de su repertorio en el Vive Latino 2015. Uno de los platos fuertes del festival chilango.
11. Foundations of burden, de Pallbearer (Profound Lore) La segunda producción de estos refinados metaleros de Arkansas los confirma como poderosos exponentes de un género complejo en figuras musicales. Es clara la influencia del joven Ozzy Osbourne y del primer Black Sabbath. Lo más atractivo: es metal que puede enganchar e interesar a cualquier melómano sin prejuicios.
12. Glagotic Mass. The Eternal Gospel, de Leos Janacek (Supraphon) Bastaría con anotar aquí que para el escritor Milan Kundera esta obra de su paisano Janacek es “más una orgía que una misa”, pero la grabación, dirigida por Tomas Netopil con artistas eslavos, tiene la relevancia de apegarse a la partitura de septiembre de 1927, la que se utilizó en su estreno. A veces explosiva, a veces tierna, es, sin duda, una obra maestra.
13. Soused, Scott Walker & Sunn O)))) (4AD) Hace mucho que el excéntrico crooner Scott Walker (¿alguien recuerda a los Hermanos Walker?) se mueve en un mundo raro y totalmente suyo. Formidable colaboración con los encapuchados orfebres del drone y el noise que inaugura insospechadas posibilidades sonoras. Oscuro y demandante; único. Sorprende que algo tan extraño pueda salir al mercado.
14. St. Vincent, St. Vincent (Loma Vista) A lo largo de sus cuatro producciones, Annie Clark, mejor conocida como St. Vincent, ha perfeccionado un pop electrónico con un sello personal. Para algunos es la David Bowie del panorama actual. Ambiciosa y arriesgada, compone, canta y toca la guitarra de modo singular. Una estrella en crecimiento. Estos once cortes muestran por qué.
15. You’re Dead!, de Flying Lotus (Warp) En apenas 38 minutos, Steve Ellison –el sombrerero loco detrás de este proyecto– logra un lienzo sonoro rico en detalles e influencias. Así podría sonar el jazz del siglo XXI si no estuviera cooptado por el confort y la solemnidad. Aquí se dan cita lo mismo el tecladista Herbie Hancock que los rapperos Snoop Dogg y Kendrick Lamar. Fusión repleta de dulcesitos auditivos
16. LP 1, de FKA twigs (Young Turks) Finalista del Mercury Prize británico, la primera entrega de larga duración de esta cantante y bailarina veinteañera cuyo nombre verdadero es Tahliah Debrett Barnett, remite lo mismo a Tricky que a Billie Holliday, Ella Fitzgerald y Marvin Gaye. Soul experimental; R&B concebido fuera de la caja; trip-hop reloaded. Se recomienda escuchar con audífonos.
17. Here and nowhere else, de Cloud Nothings (Carpark Records) Que nadie se alebreste: ni son los nuevos Strokes ni los más recientes Libertines. Tal vez su herencia haya que buscarla en MC5 o en The Stooges. Esta banda de Cleveland, Ohio, presume agresividad y velocidad, como si no hubiera futuro, como si el rock’n’roll fuera un asunto de rápida inmolación.
18. Radio Rewrite, de Steve Reich (Nonesuch) Para muchos el minimalista Reich es el compositor estadounidense vivo más importante. Aquí deja que el guitarrista de Radiohead, Jonny Greenwood, reinterprete su “Electric Counterpoint”, que había estrenado Pat Metheny, y toma motivos de un par de canciones del grupo inglés para su “Radio rewrite” que ejecuta Alarm Will Sound.
19. Say yes to love, de Perfect Pussy (Captured Tracks). El nombre de esta banda de Syracuse bastaría para darle ingreso al panteón de las glorias rockeras. Lo que los Silversun Pickups son a Smashings Pumpkins, Perfect Pussy es a Sonic Youth. La güera cantante Meredith Graves –una suerte de Juana de Arco postpunk– emula a Kim Gordon y Ray McAndrew hace ruidos con su guitarra que Thurston Moore aprobaría.
20. Crimen sonoro, de Troker (Intolerancia). No escasearon producciones notables en la escena nacional, pero yo me quedo con ésta: una poderosa fusión de jazz y rock con una franca energía punk. Temas instrumentales que evocan múltiples historias parecen repasar la historia completa del jazz-fussion y el rock progresivo y no le dan la espalda ni a lo gitano ni al mariachi. De Guadalajara para el mundo.
Ernesto Flores Vega (Huichapan, Hgo., 1964) es un melómano ecléctico. Ha ejercido el periodismo y la comunicación corporativa.