Uno de los artefactos recientemente abandonados por el catolicismo teocrรกtico es el Index Librorum Prohibitorum, o รndice de los libros prohibidos, un listado de los textos daรฑinos para la fe, segรบn la Santa Madre Iglesia. Lo son porque contienen erotismo despiadado, caudales de ideologรญa marxista, falta de virtudes capitales, promulgaciones de materialismo filosรณfico, burlas impรญas hacia la Iglesia o sus santos prรญncipes, desbocado nihilismo, desesperanza a granel, herejรญa simple o seria deficiencia moral.
El รndice fue creado en 1559 por la Santa Inquisiciรณn y es, en esencia, un utensilio censor. Condena frases, imรกgenes, tรญtulos y autores: Cervantes, por ejemplo, fue amablemente invitado por la Santa Sede a suprimir cierta frase de la segunda parte del Quijote, cosa que hizo sin dudarlo; la obra magna de Copernico, De revolutionibus orbis coelestium, fue condenada por el Index hasta 1758, cuando el papado por fin admitiรณ que su รกrea de especialidad no era la Fรญsica; Los Miserables de Vรญctor Hugo fue prohibido desde su publicaciรณn hasta 1959, mientras que Sartre y Cioran tuvieron el honor de ser algunos de los รบltimos autores vetados en su totalidad.
Aun cuando su รบltima ediciรณn oficial se imprimiรณ en 1948 y se usรณ hasta 1966, el Index sobrevive en la mรกs asombrosa invisibilidad cobijado por una secta ultraconservadora y elitista del catolicismo llamada Opus Dei[1]. Que un texto prohibitivo permanezca vigente, asรญ sea en una sociedad tan reducida, contrasta con estos tiempos que tienen por uno de sus รณrganos vitales el acceso casi absoluto a toda clase de informaciรณn. Este anacronismo solo puede explicarse de una manera: si el Opus Dei mantiene tal poder de sujeciรณn sobre sus miembros, aรบn sin la Inquisiciรณn, sin la hoguera, solo puede deberse a que confabula con otro: el feliz donador de la conciencia.
En un tiempo como el nuestro, en que educarse para razonar clara y libremente es un valor casi absoluto, subsisten personas que prefieren ceder su criterio y obedecer las reglas impuestas por alguno de sus pares investido con la faramalla de dios: en los tiempos de la libertad sin cortapisas, algunos prefieren la esclavitud voluntaria. En eso radica lo interesante del Index: a pesar de que prohรญbe prรกcticamente sin coerciรณn (o sin otra coerciรณn que la de las leyes religiosas, donde uno se juega el futuro bastante cuestionable del alma), los fieles se someten a sus dictรกmenes resignadamente.
O no resignadamente: hay cierto orgullo en sujetarse al rigor de una doctrina radical como la del Index. Su acatamiento ciego es fuente de vergรผenza hacia el exterior, donde jamรกs se comprenderรก, pero al interior es sostรฉn del orgullo, dota de individualidad y sentido. Los sujetos que lo siguen solo habitan la polaridad: no se cierran al mundo simplemente: se contraponen a รฉl, y esta negaciรณn los define. De allรญ que, ante la permisibilidad del resto de la sociedad, y aรบn con la presunta apertura discursiva –y solo discursiva– del Opus Dei, sus miembros deban enquistarse para sobrevivir con todo y su diferencia.
Desde que la Santa Sede abandonรณ el uso del libro censor, el Opus Dei hace lo que la Santa Congregaciรณn del รndice hacรญa: se encarga de la preparaciรณn y actualizaciรณn de las nuevas ediciones, que son innumerables. Ahora, el Index es un texto tan escondido como antaรฑo fueron ocultos y de muy difรญcil –cuando no imposible– adquisiciรณn los libros que aparecรญan en este. Los testimonios mรกs fidedignos han sido ofrecidos por exmiembros de la secta, cuyo trato con el documento fue casi siempre limitado. “Para evitar que este material se pierda y no puedan usarlo otros, no se saca de los Centros [del Opus Dei]”, dice una versiรณn del รndice disponible en Internet[2], precisamente dada de alta en el sitio usado por los exmiembros para compartir experiencias. รsta tambiรฉn afirma que se requiere de clave para que el libro, ahora accesible desde un CD o en internet, pueda ser leรญdo.
El Index tiene al dรญa de hoy mรกs de 60 mil tรญtulos. Todos ellos estรกn evaluados del 1 al 6, donde 1 representa la calificaciรณn dada a textos que “incluso los niรฑos pueden leer sin supervisiรณn”, algo que se prueba falso cuando se encuentran en esa clasificaciรณn obras como Curso de teologรญa dogmรกtica, un mamotreto imposible de leer luego de la tercera, soporรญfica pรกgina. Mientras la calificaciรณn aumenta, el criterio se endurece y exige que, para acceder al texto, los lectores posean mรกs formaciรณn (un eufemismo para adoctrinamiento) asรญ como licencia del director espiritual o el confesor (esa forma de Big Brother del catolicismo). La clasificaciรณn 6 se da a los libros estrictamente prohibidos, permisibles solo si el prelado del Opus Dei otorga un permiso especial, como estipula la versiรณn digital ya mentada.
Algunos de los tรญtulos terminantemente vetados, que suman casi 7 mil, son El extranjero de Camus; El tratado del hombre de Descartes; todo Marx; Dos crรญmenes, de mi magistral tocayo Ibargรผengoitia, y Las muertas, su obra cumbre; de Fuentes estรกn completamente prohibidos Terra nostra, Las buenas conciencias y Chac mool y otros cuentos; El llano en llamas y Pedro Pรกramo aparecen con clasificaciรณn 4, asรญ que deben leerse con permiso del confesor; mientras que de El laberinto de la soledad se dice: “expone ideas errรณneas sobre el matrimonio, la mujer, etc.”; El mono gramรกtico, tambiรฉn de Paz, sacรณ 5; e incluso รtica para Amador, de Fernando Savater –un libro utilizado en Europa para enseรฑar รฉtica incipiente a estudiantes de bachillerato–, se cuenta entre los libros impedidos con clasificaciรณn 6.
Las mรกs inocentes novelas decimonรณnicas aparecen aquรญ como obra del demonio: Dumas, por ejemplo, tiene varios libros clasificados como ilegibles. Pero mรกs sorprendente resulta que la autobiografรญa de Teresa de Cepeda y Ahumada, tambiรฉn conocida como Santa Teresa de Jesรบs, y obras como Escatologรญas o Marรญa, escritas por Joseph Ratzinger antes de ser Benedicto XVI, tambiรฉn hayan aparecido en el Index con calificaciones deplorables.
Quizรก no haya mayor halago para un autor que aparecer en el รndice de los Libros Prohibidos, ya que lo que se impide en รฉste es el pensamiento, y basta como comprobaciรณn la lista actual, de ninguna forma mรกs representativa de los hombres y mujeres a favor del libre trรกnsito de ideas. Por ello todo intelectual, escritor o acadรฉmico que se respete debe esmerarse por figurar en alguna de las lรญneas del Index. Este artรญculo es mi primer intento.
Ademรกs, exijo a las autoridades federales y locales que esclarezcan el crimen mรบltiple en que fue asesinado Juan Francisco Sicilia Ortega, hijo del poeta Javier Sicilia.
[1] Cuyo fundador, el recientemente santificado Josรฉ Marรญa Escrivรก de Balaguer, se equiparรณ al Creador del Universo al bautizar asรญ a su instituciรณn: Opus Dei significa, textualmente del latรญn, “obra de Dios”.
es escritor. Colabora habitualmente en la revista Este Paรญs y en el diario El Nuevo Mexicano. Su cuento โNombres propiosโ ganรณ el XV Concurso de Cuento de Humor Negro.