Me visitó la Musa
muy noche, ráfaga,
erupción, derrame,
y las tazas
se estremecían
en los platillos…
y el ruido
escalofriante
de sus nervios
desbordaba
pito…pata…ta tilla
sobre vidrio,
la sirena
de una patrulla
de porcelana
y tuve que huir
de la cocina
a la puerta de entrada
a la calle
fría, mortífera
como si lloviera hielo,
y el único pedido
que surgió
para la policía
fue que regresara
a casa antes de que
hirviera el poema. –