Estimado Mario Vargas Llosa:
Aprovecho la decisiรณn de Letras Libres de poner las “Cartas sobre la mesa” para enviarle รฉsta, disidente o levemente polemista, acerca de su artรญculo: “Nadja como ficciรณn”. En cuanto a su visiรณn de Nadja, una sospecha, ya aรฑeja, me mueve a escribirle. Su insistencia en “demostrar” que Nadja es, en realidad, una ficciรณn y, por consiguiente, casi un pecado de “literatura” por parte de Breton, me parece tan sospechosa como su resistencia a considerar la novela en general fuera de ciertos criterios que, por lo demรกs, expone con su acostumbrada claridad de ensayista en Cartas a un joven novelista. La misma sospecha recubre liosamente su anรกlisis de Nadja. ยฟPor quรฉ tanto afรกn en demostrar que Breton no es sino un narrador, un creador de artificio, un littรฉrateur, a quien, no obstante, concede usted un poder hechizante para confundir realidad y fantasรญa? Las razones que usted aduce y parecen condenar a Breton, para reducir al autor de Nadja a un narrador de “monumental egolatrรญa”, empujado por un “narcisismo” que lo lleva a “exhibirse y lucirse en el centro de la acciรณn”, etcรฉtera, se me antojan una falsedad y una tautologรญa. Si el misterio a descifrar estรก encerrado en Nadja, a Breton no le quedaba otra que contar o, mejor dicho, testimoniar cual un transcriptor casi desprovisto de “subjetividad”, sus distintos encuentros con la “visitante del otro mundo”. El misterio obligaba a contar la historia desde este รบnico punto de vista posible; de lo contrario, no habrรญa “misterio”, sino, como usted dice en un momento, la simple invenciรณn de un “Dios Padre todopoderoso”, que es el tradicional narrador flaubertiano. Nadja me parece una notable excepciรณn en la literatura de este siglo, en el sentido en que es una “tajada de vida” vertida en palabras, con un impecable y frรญo disfraz de crรณnica, repelente al artificio de la poetizaciรณn de la escritura. No pretendo aquรญ defender Nadja, ni a Breton. Por fortuna, ambos se defienden solos. Me llama la atenciรณn su resistencia a reconocer y a comunicar el poso de hechizo que la lectura de determinadas obras deposita en la retina de su ojo. No tome a mal mis reparos que sรณlo surgen de la admiraciรณn que le tengo a ciertas creaciones suyas, no todas, y que, ademรกs, propicia la voluntad de Letras Libres de animar un debate abierto y franco sobre las sempiternas cuestiones literarias. –
ย ย ย ย ย ย –Fabienne Bradu