¿A Lenin le habría parecido bien el FMI?

El Fondo Monetario Internacional quiere seguir siendo una organización verdaderamente internacional en condiciones de tensiones mundiales extraordinariamente elevadas, amenazas de guerras y políticas comerciales mercantilistas.
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Una respuesta simplista a la pregunta es: No. El FMI está totalmente dedicado a preservar el sistema capitalista mundial y cualquier socialista debe desaprobarlo. Creo que esta respuesta es errónea. Pero antes de explicarlo, tengo que decir unas palabras sobre el Fondo.

En los últimos tiempos he tenido más relación con el FMI y he sido testigo de lo interesada que está la institución en seguir siendo un actor influyente en el siglo XXI. Más aún, pretende hacerlo como una organización verdaderamente internacional en condiciones de tensiones mundiales extraordinariamente elevadas, amenazas de guerras y políticas comerciales mercantilistas.

Mis relaciones con el Fondo se remontan a mis primeros años en el Banco Mundial. En aquella época, las misiones del Fondo pedían al Banco Mundial que proporcionara uno de sus economistas (junior) para que se incorporara al Fondo, en principio para mantener la comunicación y dar al Banco Mundial la apariencia de tener algún papel decisorio en relación con los sectores sociales y el gasto público. Así que fui, muy joven, a unas cinco o seis misiones del Fondo a Turquía.

Las misiones del Fondo eran impresionantes. Se beneficiaban de un acceso inigualado a los funcionarios del gobierno y a los datos, pero también contaban con excelentes personas para estudiar estos datos. Su gran ventaja era (y es) el acceso a los conocimientos y la información del gobierno; su gran desventaja era/es la falta de contacto con el resto del país. Sin embargo, como argumentaré a continuación, esa nunca fue la misión del Fondo y tampoco debería serlo.

El mandato del Fondo era, y espero que siga siendo, estrecho. En esto estoy, por curioso que sea, totalmente de acuerdo con Adam Posen, del Peterson Institute de Washington, que en un un congreso reciente en el FMI pidió al Fondo que se mantuviera centrado en su misión principal y evitara tanto la politización como el mission creep (la desviación del objetivo original) hacia áreas para las que el Fondo no es el mejor vehículo ni tiene la experiencia necesaria. Adam escribió elocuentemente sobre las dificultades de hacerlo en las actuales condiciones de extrema politización:

La creciente politización de las finanzas y el comercio internacionales por parte de China, la Unión Europea y Estados Unidos ha puesto en peligro la capacidad del FMI para ayudar a los países miembros y limitar el comportamiento explotador de los gobiernos de las tres mayores economías. Por el bien de la estabilidad económica mundial, el FMI debe adelantarse a estos peligros.

La misión principal del Fondo Monetario Internacional es tan sencilla que puede entenderla cualquier estudiante de secundaria.

Asegurarse de que se devuelve el dinero prestado;

No gastar (a lo largo de un ciclo) más de lo que se ha recaudado en impuestos;

Mantener la estabilidad macroeconómica.

La mayor parte de las críticas al Fondo se deben a que no se comprende su misión principal. Su misión es disciplinar a las personas y a los países. Esa misión en particular, dado que estamos en un sistema mundial capitalista, tiene por objeto reforzar el sistema capitalista y disciplinar a los trabajadores. La austeridad, a menudo provocada por las políticas del Fondo, no es, como dicen Clara Mattei en Capital Order: How Economists Invented Austerity and Paved the Way to Fascism y Mark Blyth en Austeridad: historia de una idea peligrosa nos han recordado acertadamente, políticamente neutral. Pero esa misión, si el sistema fuera otro, sería igualmente necesaria. El socialismo no es irresponsabilidad general. Lo que Lenin subrayó más enfáticamente en su discurso de 1922 ante el Undécimo Congreso del Partido Comunista Ruso (bolchevique), en la época de la Nueva Política Económica, fue la necesidad de responsabilidad fiscal, disciplina y un comercio internacional ordenado:

Vamos a Génova [un congreso sobre la reconstrucción de Europa en la posguerra, un Bretton Woods que fracasó] como comerciantes con el propósito de asegurar las condiciones más favorables para promover el comercio que se ha iniciado, que se está llevando a cabo y que, aunque alguien consiguiera interrumpirlo por la fuerza durante un tiempo, inevitablemente continuaría desarrollándose después de la interrupción.

Debemos empezar a aprender [gestión económica] desde el principio. Si nos damos cuenta de esto, pasaremos nuestra prueba; y la prueba es una prueba seria que nos pondrá la inminente crisis financiera: la prueba que nos pone el mercado ruso e internacional al que estamos subordinados, con el que estamos conectados y del que no podemos aislarnos. (Véase el texto completo aquí.)

La organización que impone esta disciplina es necesaria en cualquier sistema. Si el mundo se hubiera vuelto leninista, y Lenin hubiera encontrado el FMI por ahí, lo habría tomado tal cual y el Fondo habría desempeñado exactamente el mismo papel que ha desempeñado en los últimos ochenta años.

Ese papel es ideológicamente neutral y al mismo tiempo no lo es. Es ideológicamente neutral porque las tres reglas clave mencionadas anteriormente son las reglas de disciplina que deben existir en cualquier sistema de gobierno organizado de forma coherente; el papel no es ideológicamente neutral una vez que se da el contexto general (el sistema capitalista mundial). Pero la cuestión no es la organización que hace cumplir las normas, sino el sistema. Por lo tanto, si hay que criticarlo, hay que hacerlo contra el sistema, no contra quienes lo hacen cumplir.

Sun Yatsen había defendido que debía haber cuatro poderes del Estado. Además de los tres conocidos, pensaba que debía haber un poder de control del gobierno (el Yuan de control) que comprobara la legalidad y transparencia de los otros tres poderes. El cuarto Yuan tiene raíces profundas en la historia china. Su cuasi equivalente puede verse en la Oficina de Contabilidad del Gobierno estadounidense, pero el Yuan estaría dotado de un mayor poder político e incluso de cierto poder judicial. Dentro del Partido Comunista Chino, la misma función la cumple la Comisión Disciplinaria del Comité Central.

Proyectar el cuarto Yuan a nivel mundial. Esto es lo que es el Fondo Monetario Internacional. Controla si se cumplen las tres sencillas reglas y se posibilita así el buen funcionamiento del sistema.

A Lenin, el anticuado partidario de la disciplina y el orden (hijo de un inspector escolar), le habría encantado. Serviría a sus propósitos, pero el enfoque, la seriedad con la que se examinan las cuestiones, la dedicación estrecha de miras a las tres cuestiones principales, serían todos iguales. Lenin habría mantenido a las mismas personas y el mismo enfoque. Es difícil decir si el FMI se hubiera ubicado en Washington D.C., porque Lenin nunca pensó mucho más allá de Eurasia. Pero si el Fondo se traslada alguna vez a Pekín, seguirá siendo el mismo. Porque cumple la función que el mundo necesita.

Publicado originalmente en el Substack del autor.

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Branko Milanovic es economista. Su libro más reciente en español es "Miradas sobre la desigualdad. De la Revolución francesa al final de la guerra fría" (Taurus, 2024).


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