La política española parece diseñada para que sea imposible tomarse las cosas en serio sin volverse loco. Pilar Alegría se ha presentado candidata a las elecciones autonómicas en Aragón. Pero, puesto que además de portavoz de Gobierno ha sido ministra de educación, algo que llama la atención de estos dos años y medio de legislatura es lo poco presente que ha estado la educación en el debate.
Nos encontramos en un proceso de cambio tecnológico y económico, en una sociedad con graves problemas de desigualdad y un ascensor social roto, con un sistema que no prepara para el mercado laboral, elevados índices de desempleo juvenil y abandono escolar, a los que hay que sumar cuestiones como los cambios demográficos, que tienen implicaciones para el sistema educativo.
Son asuntos que parecerían importantes para cualquier gobierno y deberían serlo para cualquier oposición. Algunas interpelan de manera directa a un gobierno progresista.
La ministra ha puesto muchos tuits felicitando a deportistas, pero menos sobre la educación. (El desinterés, parece, lo compartimos en los medios y lo comparten los ciudadanos.) Se ha hablado un poco más de los problemas de la universidad pública, sobre todo en Madrid, que ya se sabe que es el único lugar donde hay dificultades, aunque las universidades son competencia (es un decir) de otra ministra/jefa de oposición autonómica, Diana Morant.
Hoy [por ayer] se celebran las elecciones en Extremadura, donde la candidata del Partido Popular dijo, ante el asalto a una oficina de correos en una localidad de 4.500 habitantes, que aquello era un ataque al derecho al voto, y donde el candidato socialista dijo: “Le propongo un pacto a Guardiola. Si me declaran culpable, dimito. Si me declaran inocente, que se vaya ella”.
Tanto en Extremadura como en Aragón vemos que el sanchismo habla de la España diversa, pero sus candidatos en las autonomías están no ya al servicio del gobierno, sino del interés personal del líder.
La corrupción y las acusaciones de acoso sexual, obstaculizadas y encubiertas, producen cierta incomodidad en Sumar, como cuando cenas demasiado, y Yolanda Díaz amenaza, como de costumbre, con agarrar la puerta y quedarse.
Para distraer la atención de los supuestos casos de acoso sexual en el PSOE aparece una acusación delirante contra Adolfo Suárez (muerto en 2014). El Partido Socialista, que bloqueó las denuncias contra Paco Salazar durante cinco meses, anuncia su solidaridad “con una mujer que ha callado tanto tiempo”.
La ministra Alegría se ha despedido, pero cuando escribo su cese sigue sin publicarse y no sabemos quién va a sustituirla, tampoco es que esas cosas importen a nadie.
Publicado originalmente en El Periódico de Aragón el 21 de diciembre.
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