Un triunfalismo fatal en Occidente: entrevista a Habermas

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Jürgen Habermas es sin duda el filósofo alemán más influyente de la actualidad y sus ideas encuentran oído en todo el mundo. Nadie como él ha sabido determinar los debates del presente. Habermas estudió, entre otras cosas, filosofía, historia, psicología y economía en Gotinga, Zúrich y Bonn. Tras doctorarse sobre la filosofía de la edad del mundo de Schelling se convirtió en asistente de Theodor W. Adorno y entró en contacto con la Escuela de Fráncfort. En 1953 causó revuelo su ataque a Heidegger, publicado en el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, a quien le reprochaba tratar de rehabilitar el nacionalsocialismo. También su habilitación, titulada El cambio estructural de lo público, tuvo resonancia. En 1964 sucedió a Max Horkheimer en la cátedra de la Universidad de Fráncfort y se convirtió en uno de los promotores intelectuales del Movimiento del 68, con cuyos representantes más radicales, sin embargo, pronto se enemistó. Su obra principal, Teoría de la acción comunicativa (1981), describe el ideal de una democracia cuya medida crítica es el diálogo orientado al entendimiento entre todos los ciudadanos, donde lo público, el corazón discursivo de esa sociedad, no debería ser “colonizado” por ningún imperativo del sistema —tampoco por la economía.

Presentamos a continuación la versión íntegra de la entrevista publicada por el semanario alemán DIE ZEIT, el 6 de noviembre de 2008.

ZEIT: Señor Habermas: El sistema financiero internacional se ha colapsado y amenaza una crisis económica mundial, ¿qué es lo que más lo inquieta?

Habermas: Lo que más me inquieta es la abominable injusticia social que entraña el hecho de que los costos socializados del fracaso del sistema afecten con más dureza a los grupos más vulnerables. Ahora, la masas de los que de por sí no pertenecen a los beneficiarios de la globalización deben pagar una vez más las consecuencias, para la economía real, de una disfunción previsible del sistema financiero. Y no en valores monetarios, como los detentores de acciones, sino en la moneda contante y sonante de su existencia diaria. También a escala global se cumple ese destino condenatorio en los países económicamente débiles. Ése es el escándalo político. Pero señalar con índice reprobatorio a los chivos expiatorios me parece hipócrita. También los especuladores actuaron consecuentemente dentro del marco de la ley, de acuerdo a la lógica socialmente aceptada de la maximización de las ganancias. La política se pone en ridículo al pretender moralizar en vez de apoyarse en el derecho obligatorio de las legislaciones democráticas. Ella, la política, y nadie más, es la responsable de la orientación hacia el bien común.

Para leer la entrevista completa, haga click aquí.

Traducción de Salomón Derreza

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Escritor mexicano. Es traductor y docente universitario en Alemania. Acaba de publicar “Los fragmentos infinitos”, su primera novela.


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