La historia del Premio Nobel de Economía 2021 inició en 1992, cuando el gobierno de Estados Unidos anunció que habría un aumento en el salario mínimo en el estado de Nueva Jersey, de 4.25 a 5.5 dólares la hora. Esto causó una fuerte alarma entre los economistas del estado, pues en aquel momento se creía que dicha medida reduciría la oferta laboral. No obstante, esta teoría no convenció al economista David Edward Card (1956), profesor de la Universidad de California en Berkeley, ni tampoco a su colaborador, el ya fallecido Alan Krueger (1960-2019), quien fue asesor en materia de economía de los presidentes estadounidenses Bill Clinton y Barak Obama. Por ello, decidieron averiguar si dicha creencia tenía fundamentos o no, haciendo un “experimento natural”.
Los químicos y los biólogos hacen experimentos en su laboratorio, recreando las condiciones de algún fenómeno natural en sus matraces. Pero dichos experimentos no son posibles para investigar los fenómenos económicos. Por ello, se usan los experimentos naturales. ¿En qué consisten dichos experimentos? Se trata de un ingenioso método que Card y Krueger idearon para investigar el impacto del incremento del salario mínimo en las ciudades. El método que propusieron consistió en investigar al mismo tiempo el mercado laboral de dos estados con comportamientos similares: Nueva Jersey y Pensilvania. Dichos estados tenían patrones estacionales de empleo similares, pero mientras que en Nueva Jersey el salario mínimo aumentaba, en Pensilvania se mantenía intacto. En particular, se estudió el comportamiento de negocios de comida rápida como Burger King, McDonalds y Kentucky Fried Chicken que ofrecían salarios mínimos en esa época.
El resultado de dicho estudio se publicó en el artículo “Salarios mínimos y empleo: un estudio de caso de la industria de comida rápida en Nueva Jersey y Pensilvania”, donde Card y Krueger concluyeron que no había evidencia de que el aumento de salario mínimo de Nueva Jersey redujera el empleo en los restaurantes de comida rápida.
Esta investigación le valió la primera parte del Premio Nobel de Economía a David Edward Card por “sus contribuciones empíricas a la economía laboral”. Cabe mencionar que aunque Alan Krueger hubiera merecido también el galardón, los premios Nobel no se entregan de manera póstuma.
Aunque el trabajo de Cabe y Krueger es de gran importancia, los experimentos naturales no son fáciles de interpretar. Es ahí donde reside el mérito de los ganadores de la segunda parte del Nobel de economía de este año. Se trata de Joshua D. Angrist, del Instituto Tecnológico de Massachussets, y Guido W. Imbens, de la Universidad de Standford, por “sus contribuciones metodológicas al análisis de las relaciones causales”.
En la década de 1990, Angrist e Imbens demostraron que es posible obtener conclusiones precisas acerca de la causa y el efecto, a partir de experimentos naturales como el que se mencionó anteriormente. Un ejemplo de ello parte de la pregunta siguiente: ¿cómo estimar el efecto de la educación en los ingresos de una persona? Generalmente se espera que las personas con mayor nivel educativo tengan salarios más altos, pero, ¿esto se debe al nivel de escolaridad o a que las personas que tienen mayor escolaridad desde un principio tienen mayor capacidad? Una estrategia que usaron los investigadores fue usar la correlación entre el trimestre en que nació un estudiante y sus años de educación para estimar el efecto de los estudios en sus ingresos. Esto es relevante porque los investigadores compararon a los estudiantes nacidos en el primero y el cuarto trimestre del año y encontraron que el primer grupo tenía en promedio menos años de educación. Y en consecuencia, aquellos nacidos en el primer trimestre del año tenían menos ingresos que aquellos nacidos en el cuarto trimestre. Por ello, al convertirse en adultos tenían menos estudios y menos ingresos que los nacidos en el último trimestre del año. Este es un ejemplo de cómo se pueden obtener resultados interesantes a través del análisis de las relaciones de causa y efecto en los experimentos naturales.
El trabajo de los tres expertos galardonados con el Nobel se complementa y nos permite obtener resultados en los experimentos naturales que pueden ser interpretados adecuadamente. Sus contribuciones han revolucionado la investigación empírica de las ciencias sociales y ha mejorado significativamente la habilidad de la comunidad de investigadores para contestar preguntas que son de gran importancia para todos.
es comunicadora de la ciencia en el Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM