Muchas innovaciones pedagógicas actuales suponen un retorno a prácticas antiguas y costumbres de testado éxito. La necesaria revisión de la historia como maestra de la vida y del presente, tópico ciceroniano, despliega su validez en los muchos y variados campos del saber, desde la historiografía misma hasta las disciplinas didácticas. De ese abrazo inquebrantable del estudio en el que se funden los tiempos es paradigma la pluma de Alfredo Alvar Ezquerra, quien firma este panorama de casi tres siglos sobre la educación de los Austrias. El diálogo entre la actualidad y el pasado queda patente en Espejos de príncipes y avisos de princesas, último libro del investigador del csic, mediante el acceso a espléndidos podcasts por códigos qr. Esta tecnología devuelve en la práctica a la voz su poder instructivo y a la buena retórica su pervivencia a través del oído, además de poner la conversación, como hicieran los antiguos, en la cumbre de todo aprendizaje.
Con un atractivo diseño gráfico, ilustraciones y sumarios que recuerdan a las mejores revistas culturales, no se pierde un ápice del rigor que caracteriza al estudioso. Así se ponen la historia y sus anécdotas al alcance de especialistas, pero también de lectores menos duchos con curiosidad por la educación y el buen gobierno, asuntos que nunca pasan de moda. Prueba de ello es la vigencia de los consejos que los antiguos, desde Jenofonte hasta Plutarco, pasando por Quintiliano, nos legaron para la formación de los políticos que habían de gobernar por supuesto designio divino. No en vano, el redescubrimiento de las Institutiones oratoriae de este último revolucionó la materia educativa, según el profesor granadino, desde 1416 hasta el xix, y aún hoy.
Este libro sobre La educación palaciega de la Casa de Austria inaugura una nueva serie, la Colección Historia Fundamental, creada por la Fundación Banco Santander con el propósito de ilustrar fenómenos y personajes destacados en España y Latinoamérica durante los siglos xvi a xvii. Con afán divulgador, el volumen representa un atinado comienzo a cargo de este especialista en la materia, autor de libros como Un maestro en tiempos de Felipe II. Juan López de Hoyos y la enseñanza humanista en el siglo XVI (2014). Aquel no solamente reconstruía la vida de un intelectual casi olvidado del periodo áureo, sino que evocaba interminables conversaciones con su época posterior, sobrepasando los límites del género biográfico. Podría decirse que es marca de la casa, como demuestran otros trabajos suyos acerca de la vida de Isabel la Católica (2002), Cervantes (2004), Carlos V (2016) o el duque de Lerma (2010). También con este tratado sobre Espejos y avisos va más allá de los manuales de enseñanza en el espacio cortesano y el género de los specula, que alcanza gran vitalidad en la Edad Media tras el ejemplo de Tomás de Aquino y su De regimine principum, para caer en desuso a lo largo del xvi. Entonces serán preferidos los nuevos rumbos erasmistas, así como los dictados del humanismo de Baltasar de Céspedes, Fray Antonio de Guevara o Luis Vives, entre otros protagonistas analizados por el autor.
Ahora que está de moda desempolvar con fines dudosos el pasado imperial, Alvar Ezquerra recuerda la importancia del respeto intelectual y el trabajo de archivo con esta mirada transversal a la educación de la Casa de Austria. Dando por sentado que su modelo educativo se basa en tiempos de los Reyes Católicos, Alvar convierte al lector en cómplice de sus pesquisas, mostrando con acierto “cambios y continuidades” propios de un “mundo en ebullición”, de los que da cuenta desde el capítulo primero.
Una de las mayores contribuciones de la obra es el significativo lugar de las mujeres. Entre otras prominentes tareas, las reinas podían ser las responsables de escoger al maestro de sus hijos, así como al resto de estudiantes con los que pudieran interactuar tan ilustres pupilos. Fascinante es el caso de Isabel de Trastámara, a cuya pasión por la escritura y el latín se dedica parte del capítulo segundo. A todos sus vástagos, tanto a don Juan como a sus hermanas, les brindó por igual la instrucción en las armas y las letras, destrezas que habían de mostrar los príncipes del Renacimiento. Posteriormente, Carlos V mostraría su expreso deseo de imitar la educación de los herederos que practicara la reina Isabel de Castilla, preocupada por la compra de libros y otros menesteres, como mecenas, lectora y escritora, no siempre tenidos en cuenta por la crítica, o, al menos, no considerados con la seriedad que merecen. Como sentenciara más tarde Santa Teresa y recuerda el profesor Alvar: “no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa”.
A “La educación del archiduque Carlos” y sus veleidades caballerescas se brinda el capítulo tercero, que anuncia la etiqueta y rigidez de la rama española de los Austria. Posteriormente, se prueba la preocupación de Carlos V y la emperatriz Isabel por la formación de Felipe II, su hermana María y su primo Manuel Filiberto de Saboya, para cuyas lecciones se inició una escuela en palacio. En el capítulo quinto se incide en cómo Felipe II hizo lo propio con sus hijos, se volcó en la elección de sus preceptores y concedió un protagonismo notable al marqués de Velada, cuya biblioteca y escritos son un filón informativo.
Además de seguir los pasos de los sucesivos monarcas, el autor asocia sus etapas formativas con la aparición de ortografías y gramáticas determinantes en la historia cultural de aquel entonces y en la formación de los Felipes. Al tercero de ellos se dedica el capítulo sexto, muestra del cambio de paradigma que supone la difusión del tacitismo en España de la mano de Justo Lipsio y otros detractores del providencialismo. A las calamidades de Felipe IV y su desdichada descendencia les brinda Alvar las páginas del séptimo apartado, donde se trata de Olivares y la temprana muerte de Baltasar Carlos, además del afán sin precedentes por parte del rey de leer y escuchar a consejeros. Así, sor María de Ágreda, cuyas cartas revelan valiosos detalles sobre la formación del malogrado príncipe y las intimidades de su padre. Con cierta dosis de ironía perfila el profesor Alvar la educación de Carlos II, que no solamente encarna la decadencia de un linaje y de todo un imperio, sino, además, “el final de un ciclo cultural”, como reza el último capítulo.
Con su encomiable repaso diacrónico del género de los espejos de príncipes, trufado de ejemplos, Alfredo Alvar demuestra que en la veta de esa misma tradición se escribieron numerosos tratados en los que podían verse reflejados príncipes e infantas para su proceso de formación. Nos ofrece libros y erudición, como tituló otro de sus trabajos sobre la época en torno a Cervantes (2016), junto a una guía de personajes y un desplegable para deleite de los amantes de manuscritos y transcripciones. Con la primera edición de un esquema de trabajo de Fadrique Furió para la escritura de Concejo y consejeros de príncipes (Amberes, 1559), este volumen se confirma como un artefacto especular en sí mismo, que trata de la organización de datos y saberes en la Temprana Modernidad, y los hace, asimismo, comprensibles y agradables para la nuestra. ~
Es doctora en filología hispánica por la Universidad de Zaragoza y en literatura latinoamericana por la Universidad de la Ciudad de Nueva York, profesora y autora de libros de poesía como 'Nueva York sin querer' (La Bella Varsovia, 2017) y estudios como 'Teatro, poder e imprenta en la Cerdeña española' (Anejos de Dieciocho, 2021).