Decir una cosa y lo contrario. Hablemos de los autoantónimos

Se trata de ciertas expresiones ambiguas de tal modo que admiten dos sentidos que, de diferentes, llegan a ser contradictorios.
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Que el significado de lo que nos dicen depende enormemente del contexto es algo que todos tenemos claro; que muchas veces lo que decimos verbalmente es lo contrario de lo que comunicamos, también. La entonación, los gestos y hasta la expresión de la cara y el resto del cuerpo ayudan a los hablantes a hacer que un Sí, claro transmita claramente un Ni lo sueñes. El significado literal de las palabras es solo uno de los ingredientes del verdadero mensaje que transmitimos. No descubro nada nuevo. Con lo que no solemos contar es con que el significado literal de un enunciado pueda significar una cosa y lo contrario. Se trata de ciertas expresiones que, por distintos motivos, son ambiguas en extremo, de tal modo que admiten dos sentidos que, de diferentes, llegan a ser contradictorios. Estas palabras, que en español se denominan autoantónimos y en inglés contronyms, parece que están en todas las lenguas y nos ayudan a entender mejor cómo es el lenguaje humano.

Uno de los motivos por los que una palabra puede convertirse en un autoantónimo es que se haya producido una extensión de significado tal que, de alguna manera, se nos ha ido de las manos. Pensad en una palabra como dieta, que no es otra cosa que ‘el conjunto de sustancias que regularmente se ingieren como alimento’ (pensemos en la dieta mediterránea). En ocasiones, esto que solemos comer está restringido, porque tenemos una enfermedad, por ejemplo y necesitamos una dieta astringente o una dieta antiinflamatoria. En estas ocasiones, hay un conjunto de alimentos que vamos a comer, pero también hay otros que debemos evitar. De ahí, en la conversación coloquial, hemos pasado a relacionar dieta con la privación de comida. El viaje de esta palabra le ha llevado a las antípodas y los tuiteros ya podemos hacer chistes.

Un camino similar ha hecho el verbo sobrar en español, viene del latín superare, ‘haber más que suficiente’. Y de ahí al significado de ‘estar de más, ser innecesario’. Ante el siguiente cartel, @cool_o_inquieto se preguntaba: ¿hay palabras más que suficientes o las palabras son innecesarias?

Otro motivo por el que una palabra puede llegar a ser autoantónima es que exprese una relación que se puede interpretar desde dos perspectivas complementarias. Esto es lo que ocurrió históricamente con huésped, que podía usarse como el invitado o como el anfitrión; también lo encontramos en algunos usos populares de palabras como fan o ídolo, en verbos como estar a cargo de o palabras derivadas como limosnero, que sabemos que es alguien que mantiene una relación frecuente con las limosnas, pero igual puede ser porque las da o porque las recibe.

Muy relacionado con el caso anterior, están los verbos que pueden alternar su sujeto y su complemento. Estoy pensando en verbos como alquilar (verbo que admite como sujeto al inquilino o al casero), admirar o terminar con. Y esta posibilidad la observamos también en los participios, pues una persona muy leída puede ser tanto un lector frecuente como un escritor al que muchos leen y en un acceso restringido a alguien, ese alguien tanto puede ser el único al que dejan entrar, como el que no puede pasar.

El cuarto escenario en el que encontramos autoantónimos está mediado por significados vagos. Efectivamente, en ocasiones tenemos palabras cuya interpretación es absolutamente dependiente del contexto porque su significado es muy poco específico. Estoy hablando de verbos como dejar o sustantivos como historia, que siempre se relaciona con el pasado pero puede interpretarse como ‘lo que recordamos’ o ‘lo que olvidamos’ (y de ahí la ambigüedad extrema de que algo pase a la historia). Especial lugar ocupan algunos sustantivos, como animal o monstruo, que utilizamos en su sentido metafórico, con una gran variedad de usos.

Los autoantónimos, como podemos ver, son fantásticos para jugar con las palabras, pero peligrosos cuando tratamos de que nuestro discurso sea claro. Ahora que ya no ignoráis su existencia, porque habéis leído este artículo, no los ignoréis al escribir. Si no, os pasará como a este titular, que lejos de informar, confunde:

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Mamen Horno (Madrid, 1973) es profesora de lingüística en la Universidad de Zaragoza y miembro del grupo de investigación de referencia de la DGA
Psylex. En 2024 ha publicado el ensayo "Un cerebro lleno de palabras. Descubre cómo influye tu diccionario mental en lo que piensas y sientes" (Plataforma Editorial).


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