Los sesgos cognitivos y lo que Robson llama “disracionalidad”, es decir, prestar atención a las intuiciones y a aquello que se ajusta a lo que pensamos que es cierto sin tener en cuenta los hechos, explican por qué tomamos malas decisiones. Robson sostiene que las redes sociales son el escenario perfecto para esta “disracionalidad” y ofrece algunas pautas para no caer en ella.
¿Qué demuestra que una persona es inteligente?
Tradicionalmente, científicos y educadores han tendido a confiar en medidas de razonamiento abstracto y medidas de velocidad de procesamiento mental para determinar si alguien es inteligente. Este tipo de textos se centran en cosas como los modelos de reconocimiento y el razonamiento espacial asumiendo que eso representa un tipo de inteligencia general o un tipo de capacidad cerebral que ayuda a solucionar todo tipo de problemas. Esa es la base del Cociente Intelectual (CI) y muchas escuelas, universidades y empresas los siguen utilizando todavía hoy.
La mayoría de las personas desconocen su CI, pero como la mayoría de los logros académicos aún dependen de ese tipo de habilidades de razonamiento abstracto, todavía tendemos a tomar el logro académico como un signo de inteligencia.
No niego que esas habilidades sean importantes, pero las investigaciones demuestran que no son suficientes para que dejes de hacer cosas estúpidas o tener creencias absurdas. Es un poco como un coche donde la inteligencia abstracta es el motor: cuanto más potencia le das al motor, más rápido vas. Pero también necesitas una buena dirección, frenos y GPS para asegurarte de que llegas a tu destino. La alta inteligencia necesita de chequeos y dudas para asegurarse de que se aplica correctamente.
No creo que debamos abandonar las definiciones actuales de inteligencia y el razonamiento abstracto medido por los test. Pero como sociedad necesitamos apreciar y valorar otros rasgos que puedan protegernos de las trampas de la inteligencia –la curiosidad, la autorreflexión, la mente abierta–. Para mí son esas cualidades las que distinguen a un gran pensador de alguien meramente inteligente.
¿Cómo podemos evitar los sesgos cognitivos?
¡Esa es la pregunta del millón de dólares! Las investigaciones muestran que te puedes vacunar contra los sesgos y las falacias de la misma manera que te vacunas contra los virus. Esto tiene que ver con el aprendizaje de varios errores de pensamiento que cometemos. Los médicos que piensan así cometen menos errores en sus diagnósticos. Y la gente que se vacuna contra la desinformación detecta mucho mejor las falacias y las fake news.
¿Qué tipo de personas están más vacunadas contra los sesgos?
Yo diría que casi todo el mundo puede evitarlos en mayor o menor medida, pero es un problema mayor para los que se enorgullecen de sus juicios impulsivos.
¿Deberíamos dejar las redes sociales para no ser engañados por los sesgos?
Yo soy adicto a Twitter, así que no soy la mejor persona para dar un consejo así, pero si soy honesto, creo que las redes sociales no son nuestro mejor nutriente intelectual. Parece claro que las redes alientan la superficialidad y el pensamiento impulsivo. Las redes sociales son comida basura para nuestras mentes. No están mal en pequeñas cantidades, pero no deberían formar parte de toda nuestra dieta. Soy un hipócrita diciendo esto, porque yo mismo intento estar desconectado de ellas haciendo otras actividades que nutran mi cerebro de otra manera, ya sea leyendo, aprendiendo español o escuchando música.
Goebbels decía que si se repite una mentira mil veces se convierte en verdad. De hecho, hay gente inteligente que se cree las fake news de internet. ¿No son las redes sociales herramientas contra la inteligencia? ¿Por qué nos tragamos las fake news si somos inteligentes?
Esto es porque la gente inteligente puede ser “disracional”. Es decir, tienen la capacidad para pensar de forma crítica, pero no utilizan esta herramienta y se dejan llevar por lo intuitivo, por si algo les parece correcto o no. Hay estudios que señalan que el pensamiento crítico realmente no mejora a través de los estudios superiores. Es decir, no estamos enseñando algo que debería ser básico en las universidades. Y deberíamos hacerlo. El pensamiento crítico incluye cuestiones como examinar cuáles son las fuentes de una noticia, y si son rigurosas y creíbles; identificar la información soterrada y discernir si es verdad o no, y generar otras posibles explicaciones, además de constatar las contradicciones. Pero incluso gente licenciada y con doctorados no es muy buena en esto
Uno puede tener un cociente intelectual alto y ser un desastre en la vida. De esos hay unos cuantos ejemplos.
Un alto CI te ayuda. Si tienes una buena educación eso te puede permitir tener un buen trabajo lo que significa que ganarás más dinero. Sin embargo, eso no mejorará tu toma de decisiones en otras áreas de tu vida, debido en parte al razonamiento motivado y la “disracionalidad”.
Por esta razón, los psicólogos ahora se centran mucho en temas como la racionalidad, la susceptibilidad hacia los sesgos, el pensamiento crítico y el razonamiento sabio, que tiene que ver con la humildad intelectual y la capacidad de considerar otras perspectivas. Este tipo de cosas no se miden con los tests del CI, pero son mejores para predecir todo tipo de medidas de bienestar.
Por ejemplo, un par de estudios han preguntado a la gente sobre varios acontecimientos negativos en su vida, desde pequeños inconvenientes como quemarse un día por el sol a graves problemas como no pagar una deuda o ir a prisión. Encontraron que cosas como el pensamiento crítico y la resistencia a los sesgos eran mucho más importantes para prevenir esos desastres que el CI. La inteligencia es importante, pero necesitamos usarla de forma efectiva si queremos una vida feliz y sana.
Usted dice que debemos escuchar nuestros sentimientos, pero al mismo tiempo tomar distancia de ellos a la hora de tomar decisiones. ¿No es una contradicción?
Las emociones puede ser realmente una fuente de información. El problema es que nuestras emociones son bastante confusas y pueden estar influenciadas por muchos factores diferentes. Por ejemplo, un empleador que esté entrevistando a un candidato puede sentirse muy contento con su decisión porque su experiencia le dice que ese entrevistado es genial. Sin embargo, puede aparecer el factor tiempo. Si hace calor y sol normalmente nos sentimos más contentos en general. O piensa en un inversor. Es posible que haya estado desesperado por compensar una gran pérdida, y esos sentimientos podrían nublar su opinión sobre la próxima inversión.
Por tanto, necesitamos ser capaces de desenredar las emociones para saber cuándo podemos estar siendo engañados por factores irrelevantes como el tiempo o las pérdidas previas. Hay gente que es mejor en esto que otras, pero es posible aprenderlo. Por ejemplo el mindfulness puede ayudar y también el vocabulario que uno tenga, puesto que las personas que usan palabras más precisas para describir sus sentimientos son más hábiles a la hora de conocer sus emociones y separar los factores irrelevantes. El objetivo de todo esto es identificar los sentimientos y analizarlos, en lugar de ser ciego a las formas en que podrían influir en su juicio.
Las estrategias para lograr una distancia emocional, como por ejemplo hablar de ti mismo en tercera persona, no adormecen tus sentimientos por completo, pero te permiten lograr ese punto de vista más separado de lo sucedido. Así se puede ser más analítico y se puede entender qué te ha llevado a sentirte de esa manera. Esto es importante cuando te sientes tan enfadado que actúas de forma precipitada. Es mejor preguntarse a uno mismo si es tan malo como parece y, si es así, cuál es la mejor manera de solventar esa crisis.
Se trata de dar dos pasos: primero ser consciente de que tus emociones están siendo influenciadas por factores externos; y luego usar estrategias de separación que te ayuden a analizar la situación de una manera más desapasionada. Esto vale para problemas domésticos como comprar una nueva casa, arreglar asuntos personales o tomar decisiones profesionales.
Esto también te ayuda para ser una persona menos polarizada en cuanto a asuntos políticos, dado que muchas de nuestras opiniones surgen de lealtades tribales a partidos particulares, y a menudo nos sentimos muy amenazados por opiniones que no están de acuerdo con nosotros. Reconocer estas emociones y tomar distancia de ellas ayudan a evitar una respuesta instintiva y a respetar los hechos tal y como son.
Otro de los temas de su libro es la intuición. Usted dice que el pensamiento intuitivo es un signo de inteligencia, pero a la vez la intuición tiene poco que ver con el pensamiento racional. ¿Cuál es la relación entre intuición e inteligencia?
Como nuestras emociones, las intuiciones a menudo son fuentes de información, particularmente si nos ayudan a focalizar nuestra atención. Esto les ocurre mucho a expertos como los médicos, que a menudo hacen diagnósticos en apenas unos minutos. El problema es que esas intuiciones pueden fallar y estar influenciadas por información irrelevante, sesgos cognitivos… Por tanto, confiar únicamente en las intuiciones es ser disracional, ya que deja abiertas muchas puertas a los errores. Esta es una de las razones por las cuales el 10-15% de los diagnósticos iniciales de los médicos son erróneos.
Por eso necesitamos aprender a ser más reflexivos para escuchar nuestras intuiciones, pero también analizarlas y comprobar que no nos están llevando por la dirección equivocada. La conciencia emocional que he descrito más arriba nos ayuda, pero también hay una serie de herramientas para que la intuición no nos engañe. Las investigaciones de Sylvia Mamede muestran que si un médico escribe sus intuiciones y luego las cuestiona con hipótesis alternativas las posibilidades de error se reducen en un 40%. Dado que mucha gente muere de diagnósticos erróneos creo que es un resultado excelente y puede ayudar a salvar muchas vidas.
¿Una persona emocional, pero no demasiado racional, es más inteligente que una racional, pero no muy emocional?
Realmente no hay una oposición entre lo emocional y lo racional. Si eres una persona reflexiva puedes ser muy emocional e intuitiva y a la vez muy racional. La clave es escuchar tus emociones e intuiciones, pero no ser gobernado por ellas. Ese es el secreto para tomar buenas decisiones. Para darle un ejemplo: un estudio reveló que cuanto más intensas eran las emociones de los inversores, más razonables y beneficiosas eran sus decisiones, lo que prueba que ellos tienen una conciencia emocional para identificar, analizar y regular sus sentimientos. Por el contrario, personas con ciertos tipos de trastorno cerebral a menudo luchan por sentir algo, ya que son incapaces de sentir nada. Y sus decisiones son terribles porque no tienen a las emociones y las intuiciones como guía.
Usted dice en el libro que nuestra inteligencia ha aumentado en el último siglo, ¿seremos más inteligentes en los próximos cien años? ¿Nos convertiremos en super inteligentes?
Existe lo que se llama Efecto Flynn, que muestra que nuestro CI ha ido creciendo durante el pasado siglo. Eso es debido en parte a los cambios en la educación y también que han cambiado los elementos en nuestro entorno para medir el pensamiento abstracto. Los ordenadores por ejemplo nos exigen que pensemos en categorías, patrones y sigamos unas reglas. Sin embargo, hay una señal de que esto está empezando a desacelerarse e incluso está retrocediendo en algunos países.
Es importante comprender por qué sucede esto, pero también creo que es importante que pensemos en otras herramientas cognitivas como el pensamiento crítico, la resistencia a los sesgos, la conciencia emocional… Sabemos que este tipo de cosas pueden ser enseñadas y sería fantástico si se introdujeran en los planes de estudio y en las empresas. Se trata de fomentar la sabiduría y no tanto la inteligencia. Dadas las numerosas consecuencias de la trampa de inteligencia, desde errores de los médicos hasta errores judiciales o la polarización política, esto podría traer cambios enormemente positivos en el mundo en el que vivimos.
es periodista freelance en El País, El Confidencial y Jotdown.