¿Por qué Twitter está censurando a Raúl Castro?

La suspensión de la cuenta que el expresidente cubano tenía en esa red social priva a los habitantes de la isla de una de las contadas fuentes de información a las que tienen acceso.
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Raúl Castro está bajo censura de Twitter.

El 12 de septiembre se suspendió la cuenta de Twitter perteneciente al octogenario expresidente de Cuba, quien todavía funge como primer secretario del Partido Comunista de ese país. Con una diferencia de horas, también se cerraron las cuentas de varios medios estatales, incluyendo Granma, Cubadebate y Mesa Redonda. Aunque las cuentas de los medios se restablecieron al día siguiente, la de Raúl Castro permanece fuera de línea.

En un correo electrónico dirigido a OnCuba, una publicación independiente, Ian Plunkett, director global de comunicaciones de Twitter, afirmó que las suspensiones fueron consecuencia de “replicar o alterar artificialmente las conversaciones a través de múltiples cuentas”, e hizo referencia a sus términos en lo relacionado con cuentas “duplicadas” y la coordinación entre ellas. Cuando me puse en contacto con Plunkett, no ofreció comentarios al respecto.

Cierto, estas cuentas regularmente repiten y redistribuyen mutuamente sus mensajes. Desde la perspectiva de Twitter, esto puede resultar artificial o manipulador, pero la suspensión únicamente redujo el acceso a la información desde Cuba, país que ya padece este problema. A los cubanos, las cuentas de medios estatales y de líderes como Castro les permiten asomarse a lo que piensan los dirigentes gubernamentales y lo que les interesa en un momento dado. En un país donde el acceso a los medios independientes y extranjeros está bajo control estricto, fuentes como estas, aún con sus sesgos, aportan información pública indispensable.

Varias de las cuentas bloqueadas pertenecen a “los medios más importantes para conocer la versión oficial del gobierno cubano en un momento de crisis e incertidumbre”, publicó en Twitter la periodista independiente Elaine Díaz, promotora de la libertad de expresión en Cuba, criticando esta medida.

Además de los comentarios de Plunkett, Twitter no ha dado mucha información sobre lo que ocasionó la expulsión del hermano menor de Fidel de la plataforma. Ni siquiera podemos revisar sus últimas publicaciones para tener una idea. Con la suspensión de la cuenta ha desaparecido el amplio registro, alguna vez público, de los comentarios de Castro en Twitter. Un clic en https://twitter.com/RaulCastroR dirige a la página de Twitter que indica que la cuenta ha sido suspendida. Si bien en ocasiones Twitter conserva archivos de cuentas relacionadas con el Estado que ha eliminado, estos archivos (a menudo enormes) pueden ser de difícil acceso y lectura para las personas de lugares como Cuba, donde la lentitud de la conexión a Internet ocasiona que la descarga de archivos grandes tome un tiempo considerable.

Es concebible que Castro haya podido transgredir las reglas de Twitter. Desde 2016 la compañía ha intensificado el monitoreo y cierre de cuentas que se dedican a actividades coordinadas bajo el auspicio de un estado. Esto es consecuencia de una preocupación legítima sobre los daños que pueden provocar las campañas coordinadas en línea –entre ellos desinformación en elecciones democráticas y franca violencia colectiva–, especialmente cuando cuentan con el respaldo de poderosas entidades gubernamentales. Sin embargo, son muchos los jefes de estado, del pasado y del presente, que optan por replicar artificialmente sus mensajes en Twitter y en otros foros.

Consideremos al primer ministro de la India, Narendra Modi,  o al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quienes dependen de la capacidad de comunicación y poder instantáneo que les da una cuenta activa en Twitter. Ellos se destacan por promover su persona y su agenda política en Twitter (e insultar a sus oponentes, en el caso de Trump), y hasta ahora han logrado mantener sus cuentas activas.

Estos hombres parecen estar protegidos por la posición que Twitter ha tomado con respecto a los “líderes mundiales”, la cual es cercana a los señalamientos de Elaine Díaz. En una entrada de blog publicada en 2018, Twitter señaló que “al bloquear a un líder mundial en su plataforma o eliminar una publicación polémica de la misma se ocultaría información importante que la gente debe saber y sobre la que debe haber un debate”. La publicación no ofrece una definición concreta del término “líder mundial”.

Pese a que Raúl Castro ya no es jefe de Estado en Cuba, sigue siendo una voz poderosa en el país, y los cubanos merecen el mismo acceso a información que el pueblo de la India o de Estados Unidos.

Resulta tentador preguntarse si el origen cubano de Castro tiene relación con lo acontecido. Cuba se encuentra entre el puñado de países a los que por largo tiempo Estados Unidos ha tratado como excepciones políticas y legales, y las compañías estadounidenses con frecuencia han replicado ese trato. Irán es otro ejemplo. En un reporte publicado en junio pasado sobre las recientes suspensiones de cuentas ligadas al Estado de Irán, Twitter declaró que las cuentas suspendidas habían divulgado mensajes con “contenido noticioso global, pero a menudo con una tendencia a favor de la postura diplomática y geoestratégica del Estado iraní”. ¿Qué líder o aliado gubernamental no se comporta de esta manera en los medios sociales?

Los desastrosos registros sobre derechos humanos en países como Cuba e Irán pueden servir como justificación de las decisiones de la compañía, pero juzgar las cuentas asociadas a los gobiernos basándose en esta perspectiva no es, ni debe ser, tarea de Twitter. Además, no tenemos gran conocimiento sobre la metodología o criterios que la compañía sigue para revisar las preocupaciones sobre un comportamiento manipulado en línea. Solo contamos con las explicaciones generales de las medidas dadas en publicaciones en blogs y en políticas establecidas como las citadas anteriormente. ¿Cómo podemos confiar en que Twitter esté esforzándose por preservar el acceso a la información y proteger el interés del público cuando desconocemos las herramientas y métodos que aplica?

Los espectadores pueden sentirse hasta cierto grado complacidos ante la idea de que este exjefe de Estado comunista, que presidió por más de una década un régimen que impidió la libertad de expresión en Cuba ahora enfrente la censura de una compañía privada del libre mercado ultracapitalista de Estados Unidos. Sin embargo, cuando Twitter silencia a Castro, o a cualquier funcionario público importante, no es este funcionario público quien pierde, sino el pueblo que se ve desprovisto del acceso a otra de las contadas fuentes de información a las que tiene acceso.

 

Este artículo es publicado gracias a una colaboración de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de SlateNew America, y Arizona State University.

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Es periodista, investigadora y experta en derechos digitales. Es editora externa en Global Voices.


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