John Podhoretz, crítico de cine del Weekly Standard, examina la creciente impopularidad de los críticos de cine. Figura desprestigiada, el crítico tiene cada vez menor importancia en la sección de cultura de un periódico, mientras que los estudios de marketing afirman que los mapas con las predicciones climáticas atraen más la atención del lector promedio en esas mismas páginas. El boom de los blogs especializados, que ofrecen miles de lecturas gratuitas sobre cualquier nueva (o vieja) película, tiene un papel importante en este desplazamiento.
Pero al parecer en algunos medios impresos la figura del crítico de cine, sobre todo si es polémica, continúa vigente. Muestra de ello es el nuevo video que manda Carlos Boyero, crítico de El País, desde Cannes. Tras acometer ayer contra la película de Lars von Trier, Boyero se ensaña ahora con su compatriota Almodóvar; de Los abrazos rotos dice, entre otras cosas, que es una película “gélida” que “no volvería a ver”.
Otro crítico de cine, el canadiense David Gilmour, le permitió a su hijo adolescente dejar de ir a la escuela a cambio de ver tres películas diarias y comentarlas entre ambos. Cineclub es el título del libro de Gilmour que relata esa experiencia, y Rodrigo Fresán lo reseña entusiastamente en el suplemento Radar de Página 12.
– La redacción
David Gilmour