En Barbie, su largometraje más reciente, Greta Gerwig vuelve a traernos una historia sobre las experiencias que pasamos las mujeres al dejar atrás los juegos infantiles, entrar a la adolescencia y hasta llegar a la edad adulta, a través del uso de simbolismos y composiciones que vuelven a resaltar sus méritos artísticos como directora.
En los primeros minutos de la película, la voz en off de la narradora ,interpretada por Helen Mirren, relata la creación de la muñeca Barbie, en 1959. La escena rinde homenaje a 2001: odisea del espacio (1968), de Stanley Kubrick: en medio de un terreno desértico, unas niñas en edad escolar, con muñecos de bebé, juegan a ser mamás. De manera inesperada, aparece una gigantesca Barbie (Margot Robbie) que llama su atención. Las niñas, en lo que puede interpretarse como su rechazo a la maternidad y la vida doméstica impuestas a través de los juguetes, rompen sus muñecos contra el suelo.
La narradora explica que la protagonista se llama Barbie Estereotípica, pues personifica todo lo que imaginas que una muñeca Barbie, definición del canon de la belleza hegemónica, puede ser: alta, delgada, blanca, rubia, bonita, símbolo de la mujer exitosa.
El largometraje que Gerwig coescribió con Noah Baumbach se inspira parcialmente en Reviving Ophelia, un libro de no ficción de Mary Piper, publicado en 1994 y que la directora leyó cuando era niña. En él se explora y cuestiona el modo en que las adolescentes sucumben ante la presión social, lidian con el sexismo y la misoginia, y buscan autoestima y su propia identidad. Basándose en estos elementos, y al igual que en sus trabajos previos (su debut como directora en solitario, Lady Bird, de 2017, seguido por su adaptación reimaginada del clásico literario Mujercitas, de 2019), Gerwig examina en Barbie ansiedades que todas las mujeres pasamos.
La trama sigue su curso. Barbie vive en un paraíso en colores pasteles llamado Barbieland, donde todo es perfección. Los colores de Barbieland –tonos visualmente dulces y atractivos, incluyendo el distintivo rosa chicle que identifica a la muñeca– se contraponen a los del mundo real. El director de fotografía Rodrigo Prieto se inspiró en el formato Technicolor para crear su propia paleta de colores, a la que llamó Techni-Barbie. El diseño de producción de Sarah Greenwood, junto con el decorado de set en tamaño real de Katie Spencer, son deslumbrantes, y definen a Barbieland como el lugar de las “fantasías y sueños infantiles”.
Las otras Barbies que lo habitan son representadas con distintos tipos de cuerpo y colores de piel. Cada una ejerce una profesión distinta y todas son mujeres exitosas. A diferencia de ellas, los hombres, llamados Ken, simplemente se dedican a “playear”, a pasarla bien o competir entre ellos, sin una posición profesional exitosa.
Durante una fiesta, Barbie pregunta en voz alta: “¿Ustedes también han pensado en morirse?”, haciendo que la música se detenga, mientras todos la miran sorprendidos. Es el comienzo de una serie de cuestionamientos y sensaciones que la protagonista desconocía por completo. Al mismo tiempo, nota que está dejando de ser “perfecta”: su pie ya no está arqueado, lo que le impide caminar en puntas –una característica especial en las muñecas Barbie–, la inevitable celulitis se hace presente, su estilo de vida se ha vuelto rutinario. En su intento por recuperar su perfección, Barbie deberá viajar al mundo real para descubrir lo que puede estar pasando con la niña que juega con ella y le ocasiona esos sentimientos. La llamada Barbie Rara (Kate McKinnon), de quien todos dicen que alguna vez fue “perfecta”, será la encargada de guiar a la protagonista en los conflictos que pronto enfrentará.
Las vivencias y sensaciones de Barbie son las que las mujeres atravesamos a lo largo de las primeras décadas de vida: los cambios en el cuerpo, la carga de emociones, la sensación de que la vida perfecta de la niñez se ha ido, la aparición de ansiedades y frustraciones. Esta angustia femenina es más visible cuando Barbie llega al mundo real y se da cuenta de que está dominado por los hombres, que la ven como un objeto y la sexualizan. Aquí, Gerwig no duda en señalar el mensaje falso que la muñeca Barbie ha dado desde su creación. Que las niñas podrían ser lo que ellas quisieran en su vida adulta, ser la mujer ideal exitosa, es una idealización creada por una empresa dedicada a manufacturar y vender sueños a las niñas que, al no verlos realizados, terminan en frustración.
Ken (Ryan Gosling), quien la acompaña en la travesía, también hace su propio descubrimiento: el del “poder” que tienen los hombres y los hace “más valiosos”. Al regresar a Barbieland, replicará este comportamiento patriarcal, y terminará, junto con los otros Ken, por subyugar a las Barbie.
Como en las dos películas anteriores de la directora, el tema de la maternidad está presente en la trama, a través del personaje de Gloria (America Ferrera), una mujer de raíces latinas que trabaja para la corporación Mattel y que tiene una hija adolescente llamada Sasha (Ariana Greenblatt). No pasa desapercibido que mientras Gloria tiene una carrera profesional, no se sabe a qué se dedica su esposo; simplemente se le ve tratando de aprender a hablar en español. Al menos en el hogar de Gloria, parece decir la directora, ella tiene un peso más que su esposo, así como las Barbie y los Ken en su mundo.
Gloria se revela un personaje esencial, que expresa su inconformidad por las vivencias que las mujeres tenemos que atravesar y denuncia los dictados de perfección de la sociedad patriarcal. A pesar de ello, señala a Barbie lo valiosa que es la experiencia de ser mujer y la importancia del apoyo mutuo. Los consejos de Barbie Rara y Gloria le servirán a Barbie para examinar y replantear su vida, a comprender sus emociones durante la búsqueda de su propia identidad, y a entender que debe romper con las expectativas imposibles del sistema patriarcal y de la empresa Mattel.
Barbie ha sido un éxito taquillero. Si bien representa de manera empática y conmovedora las complejidades que vivimos las mujeres, sería erróneo pensar que es una historia exclusivamente para mujeres y niñas; también los hombres y niños que vean la película pueden disfrutarla, y de paso dar espacio para la autorreflexión en lo que ocurre en el arco argumental de Ken, donde Gerwig también se encarga de criticar las dinámicas de poder y los estándares sociales.
En Barbie, Greta Gerwig presenta una visión genuina y sincera. Dramatiza la angustia que permanece durante la vida adulta, pero la transforma en una experiencia relajada, con momentos de comedia y en los intervalos musicales. La conexión que consigue al explotar la nostalgia de los millones de niñas que jugaron con una muñeca Barbie, con sus accesorios y su casa de ensueño, es emocionante.
Pero finalmente, revierte el estereotipo de la famosa muñeca. Aunque Barbie sigue siendo un símbolo importante en la sociedad contemporánea, que asegura que las niñas pueden “ser lo que quieran ser”, Gerwig no duda en afirmar que su existencia ha sido desfavorecedora en la vida de las niñas y mujeres. Por ello, se encarga de que la protagonista aprenda que la vida es más complicada de lo que imaginaba. ~
Mérida, 1987) es crítica
de cine y diseñadora editorial. Colabora
frecuentemente en girlsatfilms.com.