Duncan Jones escribió una historia sobre un astronauta solitario en una base lunar. Bien. Hasta ahí no hay nada sobresaliente. Sin embargo, resulta que años atrás, su padre tomó esa misma anécdota e hizo con ella una canción: “Space Oddity”. Sin embargo, desde el primer minuto de Moon, es evidente que esto no es más que una simple casualidad, y que la Luna es un mero elemento de inspiración para David Bowie e hijo.
El debut fílmico de Duncan Jones, (que con este trabajo se ha hecho acreedor a dos premios BAFTA 2010), está lleno de nostalgia: influenciada por las cintas de ciencia ficción de los setentas y principios de los ochentas, tales como Outland (1981), Silent Running (1972), y Alien (1979), Moon es un homenaje a un género fílmico, que, si bien ha contribuido al avance tecnológico y se ha enriquecido de este, también ha abusado de sus bondades. El espacio que habita Moon no es pulcro, ergonómico, o estético: se trata de un futuro áspero, tosco, con computadoras que funcionan a medias porque su operador las ha tapizado con post-its llenos de anotaciones.
La historia parte de una premisa bastante simple, pero inquietante: Si te conocieras a ti mismo, ¿te caerías bien? Situada en un futuro no muy distante, Moon nos presenta a Sam Bell, un obrero que se encuentra al final de su periodo laboral en una base lunar, en donde se realizan trabajos de extracción de Helio 3, elemento que ha salvado de la crisis energética a nuestro malgastado planeta. Sam, ha vivido en la Luna cerca de tres años, prácticamente incomunicado y sin mas compañía que un asistente robótico llamado GERTY (interpretado por Kevin Spacey, y que es un claro homenaje a Hal-9000). Sin embargo, tras un accidente, se desencadena una serie de revelaciones que lo enfrentan con una brutal realidad: él no es él.
Cabe destacar la brillante actuación de Sam Rockwell en un papel que fue escrito específicamente para él. Duncan Jones se dio a la tarea de escribir algo que implicara un reto para el actor, y lo logró. Los matices que Rockwell le da a las diversas etapas por las que pasa su personaje (¿o tendríamos que decir, personajes?), hacen que uno olvide que estamos viendo a una misma persona, tanto en la ficción como en la realidad.
Moon demuestra que las grandes historias no necesitan de grandes cifras, sino de simple y pura creatividad. Echando mano de su experiencia como director de comerciales en el Reino Unido, Duncan Jones se deshizo de la paja desde un inicio y se ajustó a su presupuesto de tan sólo 5 millones de dólares: redujo el elenco al mínimo, concentró la acción en unas cuantas locaciones, y economizó el uso de efectos generados por computadora.
El toque final al ambiente sórdido y nostálgico lo pone Clint Mansell, experto en la creación de atmósferas íntimas (responsable del soundtrack de películas como Requiem for a Dream, y The Wrestler), cuya música minimalista y oscura prepara desde la primera nota el ambiente de una historia que, aunque ficticia, bien podría verse algún día rebasada por la realidad. Proyectada en el 30º Foro Internacional de la Cineteca, habrá que esperar que el público responda positivamente para ver si la distribuidora se decide a darle una corrida comercial. Moon es, en definitiva, una bocanada de aire fresco en un género bastante manoseado por los avanzados efectos especiales: tiene un tono distinto, más humano, más verosímil, no sólo en lo visual, sino en lo emocional. Y eso es lo que atrapa al espectador.
-Cyntia Tenorio