¿#ÓscaresJustos?

Si lo que #OscarsSoWhite reclama es que las nominaciones no son un reflejo fiel del país que los entrega, aquí están los datos para refutarlo.  
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De todos los debates que han ocupado a la prensa y el público estadounidense, pocos más absurdos que los llamados #OscarsSoWhite: la queja y los sonoros golpes de pecho que hemos leído y escuchado desde que la Academia anunció a los nominados y por segundo año consecutivo no incluyó a ninguna persona “de color” (vean esta portada de Variety, por amor de Dios). No es por una valoración subjetiva de los méritos por lo que creo que el debate es absurdo. Si yo fuera votante de la Academia probablemente hubiera elegido a Michael B. Jordan, el joven actor de Creed, en vez de Matt Damon, y a Idris Elba antes que a Mark Ruffalo, pero mi opinión no importa. Los Óscares reflejan el gusto de un grupo de votantes al que no pertenecemos. Lo que #OscarsSoWhite critica es precisamente el gusto de ese grupo.

En un artículo publicado por el New York Times en enero 24, tres críticos, A.O. Scott, Manola Dargis y Wesley Morris, hablaron sobre #OscarsSoWhite. Citando el éxito de un grupo variado de películas protagonizadas por mujeres y minorías, Morris dijo: “Hay pruebas fehacientes de que Norteamérica (sic) quiere ver más de sí misma en su entretenimiento. La Academia, que está trabajando para añadir más mujeres, jóvenes y gente de color, debería querer mostrar a su versión ideal de sí misma (ideal self) en los Óscares”.

Después de leer el resto de la conversación, y el modo autoflagelante que ha adoptado gran parte de la prensa al tratar esta discusión, me pregunto cómo habría que reflejar el ideal self  de EUA  en las nominaciones al Óscar. ¿Reflejando la verdadera composición racial de Estados Unidos? Suponiendo que así se lograra, veamos, pues, si las nominaciones y los ganadores del siglo XXI logran ser ese espejo. Dejemos que los números hablen.

Del año 2000 a la fecha han habido 320 nominados en las categorías actorales (16 años por 20 nominados anuales), arrojando un total de 64 ganadores (16 años por 4 ganadores anuales).

En el 2010 la composición demográfica de  Estados Unidos era la siguiente:

Usando esta gráfica publicada por la revista Time, y apoyándome en esta base de datos, saqué el número de nominados y ganadores de raza negra, de asiáticos (u others) e hispanos/latinos. Estos fueron los resultados:

 

Periodo: 2000 – 2015

 

Los 29 nominados de raza negra en los últimos 16 años representan el 9.06% de todas las nominaciones actorales al Óscar en este periodo. 

Los 9 ganadores de raza negra representan el 14% de los 64 ganadores que ha habido entre 2000 y 2015.

9.06% no llega al 12% que los afroamericanos ocupan dentro de la población total de Estados Unidos, pero la distancia no me parece alarmante. Y si utilizamos la cifra del 14% de los ganadores de raza negra dentro del grupo de actores a los que la Academia dio un Óscar, resulta que el porcentaje supera al de la composición demográfica de afroamericanos en todo Estados Unidos.[1]

Menciono a los afroamericanos primero porque el casus belli de #OscarsSoWhite tiende a centrarse en su supuesta omisión. A los hispanos/latinos nos va bastante peor que a ellos, por lo menos en las categorías actorales (la punta de lanza de todo este debate). Usando la misma fórmula, obtuve estos datos:

Esta estadística arroja una disparidad grave, sobre todo si tomamos en cuenta cómo se beneficia por la presencia de Penélope Cruz y Javier Bardem, ganadores de dos Óscares, quienes han acumulado seis nominaciones entre ambos en los últimos 16 años.

A las “otras razas” no les va mejor. Seis nominaciones en el siglo XXI (dos son de Ben Kingsley, otra de Keisha Castle-Hughes, actriz de origen maorí) dan un total de 1.8%.

Los hispanos/latinos y las “otras razas” no están bien representadas en las categorías actorales. Sin embargo, aventuro una explicación sencilla: las “otras razas” tienden a hablar en inglés con un acento marcado, restringiendo la variedad y el número de roles que consiguen (no obstante, los actores de raza negra, con el inglés como primera lengua, vimos que están representados fielmente[2]).

Como directores, los afroamericanos están muy mal representados, pero no peor que las mujeres. En la historia, solo tres directores de raza negra han estado nominados, contra cuatro mujeres, una estadística particularmente alarmante si tomamos en cuenta que en Estados Unidos hay 161 millones de mujeres. Spike Lee nunca ha estado nominado a mejor director, ni siquiera por la magnífica Do The Right Thing o 25th Hour, ambas omisiones inexplicables. Sin embargo, la Academia tampoco nominó a Lone Scherfig por An Education, Lisa Cholodenko por The Kids Are All Right o a Debra Granik por Winter´s Bone.

La discusión entre Morris, Scott y Dargis toca otros puntos debatibles. Scott se queja de que el Óscar honorífico a Spike Lee viene muy tarde, aunque Lee tiene 58 años. Quizás Scott olvida que esa misma distinción le llegó a otras, más o menos distinguidas figuras del medio como Ennio Morricone, a los 77 años, Peter O´Toole, a los 80, Lauren Bacall, a los 84 y Robert Altman, a los 80. Todos ellos, al igual que Spike Lee, jamás ganaron un Óscar.

Como también es debatible cuando Morris sugiere que los afroamericanos solo son nominados por actuar de “mayordomos, sirvientas o esclavos”, una injusticia bárbara, no solo con la Academia, sino con los excelentes actores de raza negra que han ganado el Óscar por otro tipo de papeles. En lo que va del siglo XXI, 9 han ganado la estatuilla. Morgan Freeman por interpretar a un entrenador de box, Jennifer Hudson a una cantante, Mo´Nique a una madre soltera, Halle Berry a una viuda, Jamie Foxx a Ray Charles, Denzel Washington a un policía sádico, Forest Whitaker a Idi Amin Dada. Solo Lupita Nyongo, como una esclava, y Octavia Spencer, como una sirvienta, entran al molde de Morris.

En una versión ideal del mundo, los premios que galardonan el “mérito artístico” no deberían regirse por la corrección política o por reflejar la composición demográfica de ningún lugar. Quizás hay que asumir que los Óscares no reflejan la excelencia, y deben aprovechar su notoriedad para promover la igualdad racial y de género. Por lo pronto, si al Óscar se le acusa de no ser un reflejo fidedigno del país que los entrega, aquí están los datos para refutarlo. Lo que hace falta es que haya más directores afroamericanos y mujeres. Que no los haya habla de un problema dentro de la industria, y ahí deberíamos de apuntar los boicots y las críticas. La Academia, no obstante, es un subgrupo de la industria, y no la industria en su totalidad.



[1]Es verdad que ningún actor de color ha sido nominado en los últimos dos años. No obstante, dentro del panorama actual se trata de una anomalía. Tomemos otros dos años recientes. En el 2003 y en el 2004 nominaron a 12 actores que no eran blancos. 12 de 40. El 30%.

[2]Si bien algunos de estos nominados (Djimon Hounsou y Barkhad Abdi) tampoco son angloparlantes nativos.

 

 

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