Adinerado y de veintitantos años, Cristóbal (García Bernal) organiza una fiesta en su casa en Tepoztlán. A su llegada, encuentra a su hermana Elisa (Camila Sodi) rodeada de su grupo de amigos. Hay roces entre ellos: ejercen sus privilegios de maneras casi opuestas. En la casa los espera la servidumbre de la familia; entre ellos, el jardinero Adán (Tenoch Huerta), joven como Cristóbal y su amigo de la infancia. El recuerdo de este vínculo anima a Adán a acercarse al grupo de amigos de sus jóvenes patrones; sobre todo, a la argentina Dolores (Luz Cipriota), amable y receptiva a su conversación. El gesto irrita a Cristóbal, quien, decidido a conquistar a su invitada, hace todo lo posible por retrasar la llegada de su novia Máfer (Ana Serradilla) a la casa de Tepoztlán.
La creciente tensión entre los personajes –y la posterior caída de fachadas y máscaras– es el tema de la película Déficit, el debut en la dirección de cine del actor Gael García Bernal. El trazo de los personajes, su carácter alegórico y las reglas invisibles del juego social son algunos de los temas de la siguiente conversación.
¿Por qué era necesario contar esta historia?
Queríamos hablar de la complejidad política que provoca que la gente se comporte de una manera determinada. No sólo por explorar este tema sino porque hacerlo –y actuarlo– era divertido. Encontramos un caldero, en forma de casa tepozteca, compuesto de personajes cuya identidad –o lo que creían de ella– se ponía en juego con cada escena. Teníamos la libertad de comportarnos como lo hacían ellos: de manera impune. Podíamos hacer que se enamoraran o tuvieran un desencuentro, con el fin de contar una fábula sobre, justamente, la impunidad. Este “llamado” era perfecto para llevar a cabo el experimento con el que queríamos perder nuestra virginidad en el cine.
¿Cómo escogiste las distintas versiones o tipos de “ser mexicano” que se reúnen ahí?
Todos los que hacíamos la película conocíamos a los personajes: de donde venían, sus motivos, y qué querían llegar a ser. Teníamos referencias y modelos, pero estos eran sólo el punto de partida. Usamos también algunos conceptos de Roger Bartra en La jaula de la melancolía. Cuando se parte de bases teóricas para crear un personaje, se le define de antemano, y eso no suele funcionar. En cambio, cuando se piensa en una historia de manera intuitiva, de inmediato viene todo lo demás. Para la escena en la que el jardinero y el matrimonio que sirve a la casa tienen una conversación en la mesa, les dijimos a los actores: “tú eres el joven que cuestiona, tú la matriarca, tú el macho que se vende al mejor postor”. Aterrizábamos la identidad en imágenes que luego se convertían en otra cosa.
Cristóbal y sus amigos son los más identificables con el prototipo del junior; Elisa y sus amigos parecen muy distintos. ¿Quiénes son ellos?
La otra cara de una misma moneda. También reaccionan desde el enojo que les produce ser hijos de quien son. Para Elisa es mucho más fácil que para Cristóbal aislarse de sus padres; él tiene la obligación de estar involucrado en lo que sucede con su familia. A su hermana le vale madres; no sabemos en qué mundo anda.
Aunque hace gala de espiritualidad. Ella y su grupo usan conceptos religiosos y filosóficos a manera de accesorio.
Claro. El hippismo en sí es muy poco profundo, y hay hippismo político y apolítico. Estos personajes son fresas hippies apolíticos, a quienes por un lado les preocupa el medio ambiente.
Y por el otro, en la fiesta, se “meten” tres tachas.
Exacto. Y les parece que la situación social y “el pedo del narcotráfico están muy cabrones”, pero son los primeros en tener dealers.
Uno de los temas de Déficit es el manejo de un doble discurso. ¿Sería esto lo propio de sociedades mestizas?
Sí, claro. En Argentina murieron todos los indígenas, pero el héroe argentino más grande –Maradona– es mestizo. Con apellido italiano, pero mestizo. Brasil se jacta de ser muy estricto en sus medidas contra el racismo pero en Río, por ejemplo, ves sólo gente blanca en los puestos de poder. En México, la identidad creada a partir de la Revolución –la que se nos enseña en la escuela– nos dice que nosotros fuimos los conquistados. Esta idea genera una unidad de espacio, México, y una identidad que supone que no somos racistas.
Y, sin embargo, al personaje de Dolores (Luz Cipriota), la argentina que llega a la fiesta, le atribuyes una mirada limpia, casi ingenua. Ella no hace las distinciones que sí hacen todos los demás.
Porque está fuera de su contexto. Si estuviera en Argentina sería vista como la hija “de”; si estuviera en Miami sería vista como exiliada. Algo que dio dirección a la historia fue el hecho de que Cristóbal y Dolores compartían un drama en común: el antecedente turbio de sus familias. Eso nos permitió hablar de algo común en Latinoamérica. Nos dimos cuenta de que si un argentino decía “Soy de La Rioja y vivo en Miami” de inmediato sabías quién era [en 2007 el gobernador de esa provincia fue destituido y acusado de corrupción, motivo por el cual se refugió en Miami]. Es como si un mexicano dijera: “Estuve en México en los noventa pero después me fui a Irlanda.” Sabríamos de quién estamos hablando.
Ellos vinculan su identidad con Europa, más que con el resto de América Latina.
Sí, pero, por ejemplo, allá no hay una cultura de la servidumbre como la que hay en México. Me refiero al hecho de que sirvientes y patrones vivan en el mismo lugar. En el caso de Déficit, Cristóbal y Adán eran amigos cuando eran chavitos, pero fueron creciendo y surgió la distancia.
Considerándolos abstracciones del patrón y el sirviente, ¿en qué momento Cristóbal, por lo que representa, decide distanciarse de Adán?
Cuando busca una identidad propia, y la define por aquello que no es o no quiere ser; cuando adquiere conciencia de lo que los demás piensan de él. A Cristóbal no le gustaría que lo vieran con Adán.
Si a Cristóbal lo define la mirada de un tercero, ¿qué define a Adán?
Lo mismo. En Adán conviven actitudes de Cristóbal y de la pareja de sirvientes que vive ahí pero que busca desaparecer dentro de la misma casa. La mujer, por ejemplo, le dice a su hijita desde un principio que “se quite”, que “no estorbe”, que “deje de molestar”. Adán se sale del esquema; sabe que puede sostener una conversación.
Cristóbal hace que su novia se pierda en el camino a Tepoztlán con el fin de ganar tiempo para conquistar a Dolores. ¿Su machismo es un rasgo individual del personaje o de un perfil más general?
Es algo generalizado. En esta película todos son unos machos. Cuando trabajamos los personajes planteamos que debían comportarse de cierta manera. Por ejemplo, los hombres con respecto a las mujeres. Recordaba lo que decía Bartra sobre “la imagen ideal que el macho mexicano debe formarse de su compañera, la cual debe fornicar con desenfreno gozoso y al mismo tiempo debe ser virginal y consoladora”. Ahí tienes a Cristóbal, que se quiere coger a las dos chavas, pero también hace que se apiaden de él. O el novio de Elisa, con su falsa compasión.
Cristóbal le esconde a una mujer la existencia de la otra. ¿Hay algo de su condición de clase que lo lleve a actuar así?
Tal vez el hecho de haber crecido teniendo y pudiéndolo todo. No iba a lograr engañarlas a las dos, pero él cree que sí. También es una táctica machista: se busca tener la propiedad de alguien.
La competencia por la atención de Dolores hace evidente el desprecio de Cristóbal hacia Adán. ¿Este nunca se había dado cuenta de que su “amigo” lo consideraba inferior?
Lo que sorprende a Adán es la agresividad de Cristóbal, su ninguneo, el que ni siquiera le responda cuando se dirige a él enfrente de la argentina. La rivalidad surge en la cabeza de Cristóbal. Y eso, para él, significa cruzar la línea.
En algún momento Cristóbal le dice “No me toques, pinche indio”.
Y a partir de entonces ya no puede haber contacto de vuelta entre ambos. Cristóbal utilizó lo que más podía lastimar a Adán.
La pareja de sirvientes no ve –o no quiere ver– la corrupción de su patrón. Si hay un pacto entre clases, ¿puede hablarse de explotación?
Hay prejuicios contra la clase alta y a favor de la clase alta.
En el despacho del papá de Cristóbal cuelga de la pared, enmarcada, una portada de la revista Quién. Es una portada real en que aparece una foto de Gael García Bernal, aunque entendemos que se trata de Cristóbal. ¿Qué papel juegan esas revistas en la construcción de identidades?
Un papel universal. Lo que es exclusivamente mexicano es que los de la revista Quién crean que es un honor que te pongan ahí. Estoy seguro que los personajes de Déficit saldrían en ella. ~
es crítica de cine. Mantiene en letraslibres.com la videocolumna Cine aparte y conduce el programa Encuadre Iberoamericano. Su libro Misterios de la sala oscura (Taurus) acaba de aparecer en España.