1. Introducción
Aunque la historiografía política contemporánea no es unánime, cabe remontar los “Estudios de Micción” al episodio conocido como “la gota que colmó la taza” que tuvo lugar en la exposición universal de Sevilla en el año 1992. Una delegación de los Estados Unidos que visitaba el pabellón de Medio Ambiente trasladó al comisario su disgusto por la falta de higiene en la que frecuentemente encontraban los inodoros de la ciudad. En declaraciones a la televisión española la secretaria de Estado de Salud estadounidense, que presidía el grupo, aludió a la necesidad de que los hombres sevillanos cambiaran de postura y dejaran de miccionar erguidos.
Una alianza feminista local tomó el testigo y pocos meses después organizó una performance en el Museo Reina Sofía –“Goteras del patriarcado”– en la que un grupo de 20 hombres de procedencias diversas –blancos, afrodescendientes, latinos, miembros de pueblos originarios– permanecieron sentados en un inodoro durante 24 horas ingiriendo líquidos y evacuando frente a los numerosos visitantes que se congregaron en la sala Almudena Grandes. La performance se presentó también en la Bienal de Venecia del año 1998 y coincidiendo con el cambio de milenio se organizó una masiva sentada urinaria en el estadio de Wembley.
Desde entonces, ha proliferado tanto un fluido corpus bibliográfico (A Companion to the Epistemology of Peeing, Dignidad humana y micción, entre muchas otras) como una preocupación política y social incesante por trasladar a la praxis miccional ese conjunto de hallazgos y elaboraciones teóricas. El Ayuntamiento de Vigo ha creado una sección de “Policía urinaria” en la concejalía de medio ambiente, y el ayuntamiento de Salta, en Argentina, dispone ya de un Observatorio de la micción masculinizante. El Ministerio de Ciencia e Innovación ha lanzado por primera vez este año las “becas Roca” para la elaboración de tesis doctorales en Estudios de Prostatismo No Normativo.
En este I Congreso de Estudios de Micción celebrado en la Universidad Popular Violeta Parra de Temuco han participado numerosos especialistas venidos de universidades de todo el mundo que han presentado interesantísimas contribuciones entre las que cabe destacar las que siguen a continuación, resumidas por sus autores, destacados estudiosos de la bio-política de la micción masculina como dispositivo del poder. Sus abstracts dan buena cuenta de la profundidad y alcance de su investigación torrencial.
2. Sedentarismo, bipedestación y miccionado: en los orígenes del ecocidio y la dominación colon-patriarcal
Antonio Pera Ble
Profesor de Ciencias Líricas y Oníricas en la Universidad Whitewater (Black/All Races-water). Máster en Reconstrucción de Saberes Deconstruidos.
Abstract. La génesis del patriarcado, el colonialismo y el ecocidio se produce en fechas determinadas, no necesariamente coincidentes, hace aproximadamente 12.000 o 5.000 años (+/- 6.000), en zonas poco o muy fértiles de los continentes Asiático o Afroamericano (no así en Europa). Un incremento en los niveles de testosterona, probablemente causado por las variaciones de la radiación solar entre el día y la noche que comenzaron a ser frecuentes en la época, provocó cambios en la identidad de las praxis miccionales de las personas no gestantes. Se dio inicio a la bipedesmicción sincrónico-estática, es decir, la práctica de miccionar en pie y siempre aproximadamente en el mismo sitio. Esta práctica, cuyo origen coincide con el de las primeras sociedades sedentarias dedicadas a la agricultura y el pastoreo, es clave en el proceso de dominación interseccional que culmina con la hegemonía heteropatriarcal y el privilegio blanco sobre el resto de géneros, razas y especies animales, vegetales y minerales. El miccionado intensivo provocó alteraciones ecológicas profundas (contaminación de acuíferos, desaparición de especies, alteración del pH de aguas, suelos, glaciares y océanos) y cambios sociales de dimensiones (in)civilizatorias, pues las personas uterohabientes quedaron definitivamente asociadas al rol de cuidados, al imponérseles la obligación de limpiar las zonas afectadas por la micción para evitar los malos olores, la suciedad y la difusión de plagas y enfermedades, dándose inicio al estado de postración genuflexiva que hoy perdura. Pese a lo sombrío del panorama, se sugiere promocionar cambios en la práctica miccional que reviertan el proceso. Siguiendo los postulados de la cuiciuética (cuidados+ciudadanía+ética) (“nos rascamos la espalda”, es decir, “miccionamos en común”), se propone la re-construcción emancipatoria de las prácticas miccionales, de modo que los implicados se la sostengan y sacudan los unos a los otros en un espacio público. De ese modo, se promocionará un sentimiento de interdependencia personal y se contribuirá a la comunalización del órgano que ha funcionado como instrumento de dominación sexual, poniendo fin al heteropatriarcado.
3.- Micción va y micción viene… Aliviando masculinidades tóxicas
Alf Garfia
Profesor Occasional Visiting del W.C. Institute y Distinguished Fellow de la Universidad de Corea del Norte. Entre sus obras destaca su monografía Más-culino y más-culotte. Cartografía desracializada del tanga masculino yanomami en el Alto Amazonas (Ediciones Más-Turbo, Barcelona, 2020). Es Editor del Anuario de Terraplanistas, Oligarcas Piji-progres y Eusko-ufólogos (ATOPE).
Abstract. En Paisajes del pensamiento (Paidós, 2008), Martha Nussbaum hace suya la idea de William Miller de que “la mujer se convierte en algo asqueroso y repulsivo porque es el receptáculo del semen del hombre. Por proyección, se convierte en la portadora de todas las características animales de las que el hombre quiere disociarse” (p. 256). Asumiendo apodícticamente este razonable punto de partida, el autor ha explorado personalmente varias vías para redimirse de su masculinidad tóxica en la mejor tradición del reasearch insider:
- Espermatofagia. Se trata de una práctica de vieja memoria practicada por los místicos encráticos que, convenientemente actualizada, puede aliviar la masculinidad tóxica del modo más directo imaginable; si bien a costa de exponer al neófito a nuevos riesgos. Ello aconseja una buena profilaxis cuando idealmente se beba de la fuente original. Sin embargo, en caso de reparos insuperables, el paciente de masculinidad tóxica puede comenzar practicando la espermatofagia en tuppers convenientemente conservados en una nevera adornada con abalorios LGTBI+.
- Coprofagia. Se trata de una alternativa, que sustituye una toxicidad espiritual (masculinidad tóxica) por una toxicidad fisiológica, pero emancipadora. Ciertamente, puede ser una salida para hombres heterosexuales incurables; pero debe administrarse con cuidado porque puede causar vómitos y (en casos extremos) adicción. El actor español, Fernando Fernán Gómez, fue un promotor ferviente de esta inmersión coprofágica con su célebre: “¡A la mierda!”
- Urinofagia. Esta tercera opción, desarrollada por el eminente fisiólogo griego Tikismikis Meodorakis, consiste en beber a diario orina femenina. Supone un gran avance porque evita las complicaciones de las dos técnicas anteriores y supone una inmediata redención de todos los males. La orina se convierte en el médium que transmuta la psiqué desequilibrada del macho que ha identificado en los fluidos femeninos la fuente de su asco. Se aconseja una dosis diaria a primera hora de la mañana a ser posible de una mujer joven y sana. Meodorakis incluye entre sus anexos un recetario en que se aconseja acompañar la orina con, e.g., manzanilla, valeriana, té Earl Gray, vino de Jerez, Oporto, pisco sour o mate, adaptando así el remedio a cada cultura.
El paper presenta unas conclusiones finales en que se deconstruye todo lo anterior para hacerlo ininteligible y así aceptable entre referees paniaguados y arribistas universitarios.
4. Urología decolonial y simbología del espacio público: una deconstrucción del nuevo Manneken Pis.
Pablo deLorean
Profesor de Estudios Culturales y Antropología de los Espacios de Intimidad en el Departamento de Sociología de la Universidad Jimmy Hendrix de Tuscaloosa (Alabama). Su último libro lleva por título: “Para mear y no echar gota: la grifería binaria y el poder intersticial en Michel Foucault”.
Abstract. Tras la victoria de la selección belga en el partido de fútbol amistoso contra la República Democrática del Congo celebrado en Bruselas en junio de 2008, una turba de aficionados se concentró en el centro histórico y los disturbios culminaron con el baño multitudinario de un numeroso grupo de hinchas bajo la célebre estatua del “Manneken Pis”. El episodio ha tenido lecturas diversas –normalización de la esclavitud sexual de los menores racializados ha sido la más frecuente– pero interesa, en particular, fijarse en la iniciativa posterior del ayuntamiento de Bruselas para “resignificar” la estatua con la perspectiva que aportan los estudios miccionales. Partiendo del hecho de que el gesto del Manneken es una clara celebración anticipatoria de una forma tóxica de hombría europea, en esta ponencia se procede a la re-lectura y re-re-significación de esos esfuerzos del consistorio bruselense a partir de una perspectiva des-re-victimizante, decolonial e interseccional. La conclusión a la que se llega es que la pretensión de que el Manneken que evacua en la fuente lo haga sentado en un inodoro precisamente de color blanco contribuye a normalizar en el imaginario occidental una visión eurocentrista de la tecnología, en concreto de la tecnología hidráulica, que sería inalcanzable para los pueblos originarios africanos presentados, una vez más-y-ya-no-se-sabe-cuántas de manera condescendientemente paternalista.