Las pirámides revelan sus secretos
Las pirámides de Teotihuacán han sido exploradas desde el siglo XVII y hoy, gracias a los avances tecnológicos, es posible conocer qué hay en su interior. En 2017, un grupo de arqueólogos del INAH e investigadores del Instituto de Geofísica de la UNAM iniciaron estudios de resistividad eléctrica en la Pirámide de la Luna. En los resultados que dieron a conocer esta semana confirmaron la existencia de una cámara subterránea conectada por un túnel que da hacia el sur de la Plaza de la Luna. La cámara mide 15 metros de diámetro y 8 de profundidad. Verónica Ortega, directora del Proyecto de Conservación Integral de la Plaza de la Luna, señaló que es probable que la cámara fuera usada para rituales y como representación del inframundo.
Entre los siglos III y VIII, Teotihuacán fue un concurrido centro ceremonial. El objetivo de estas investigaciones es desentrañar las relaciones que tuvieron los teotihuacanos con otras regiones mesoamericanas. En el Templo de Quetzalcóatl se encontraron vestigios provenientes del Caribe y del Golfo.
Del otro lado del mundo, el Ministerio de Antigüedades de Egipto dio respuesta a una antigua interrogante: ¿cómo transportaban los antiguos egipcios los grandes bloques de roca con que fueron construidas las pirámides?
El hallazgo de unos jeroglíficos y de unas herramientas de madera en la cantera de Hatnub, cercana al Nilo, permitió a los arqueólogos egipcios deducir que los constructores emplearon una rampa central con gran inclinación para extraer y transportar los bloques de alabastro sobre un trineo. Yannis Gourdon, codirector de la misión conjunta entre el Instituto Francés de Arqueología Oriental y la Universidad de Liverpool, explicó su funcionamiento y afirmó que “este tipo de sistema nunca se ha descubierto en ningún otro lugar”. Estos hallazgos cambian la comprensión que se tenía acerca de la construcción de pirámides y templos en el Antiguo Egipto.
A 80 años de la llegada de los alienígenas
La noche del domingo 30 de octubre de 1938, un locutor interrumpió la programación musical de una estación de radio de la CBS para informar sobre la caída de un meteorito en Nueva Jersey y el inicio de una invasión extraterrestre. Como es sabido, no se trataba más que de la dramatización radiofónica de La guerra de los mundos de H.G. Wells, publicada 40 años antes en el Reino Unido.
Como se aclaraba al inicio y al final de la transmisión, la lectura de la novela de ciencia ficción era parte de una serie de programas en colaboración entre el Teatro Mercury, dirigido por Orson Welles, y la CBS, como antesala a la noche de Halloween. La mayoría de los radioescuchas ignoraron esa información y dieron por reales los testimonios de los científicos y de los brigadistas militares, quienes en realidad eran actores. Varios de ellos llamaron a la policía para notificar avistamientos de extraterrestres y de naves espaciales en sus comunidades, mientras que otros salieron a las calles cubriéndose la nariz y boca para no respirar los gases tóxicos que usaban los alienígenas para matar a los terrícolas; unos más se marcharon de sus casas con rumbo al sur.
La histeria que provocó la transmisión fue reportada al día siguiente en periódicos nacionales. Esa noche el Daily News recibió 1,100 llamadas pidiendo información sobre la invasión, refugios disponibles y las listas de difuntos en el combate contra los extraterrestres.
Durante los preparativos, la compañía teatral dudó que la historia fuera lo suficientemente atractiva, por lo que el guión fue modificado en más de una ocasión. Fue tal su afán por inyectarle realismo para no ser la burla de los oyentes, que no contaron con que más de uno creerían la historia. El 1 de noviembre, Welles declaró al Daily Princetonian que su objetivo no era alarmar ni engañar al auditorio, sino entretenerlos, pero que el pánico desatado probaba su punto acerca de las pocas oportunidades de éxito que tienen las historias dramáticas en radio: “Los programas musicales no requieren una atención estricta, pero en el caso de un drama, el oyente promedio solo escucha lo más destacado”, explicó el joven director.
Contrario a lo que opinó Welles, su transmisión pasó a la historia como la primera vez en que un relato radiofónico de ficción tuvo repercusiones en el mundo real.
¿Por qué las casas embrujadas son de estilo victoriano?
Un escenario común en películas, series de televisión y libros de terror del siglo XX es una mansión con decoración profusa, techos altos, torres puntiagudas, pórticos y amplios ventanales. A finales del siglo XIX, el estilo arquitectónico más popular era el victoriano, llamado así en honor a la reina Victoria, quien después de la muerte de su esposo solamente vistió de negro y limitó sus participaciones públicas. En Estados Unidos este estilo se adoptó en ciudades como Nueva York, Chicago, Los Ángeles, San Francisco y Boston.
Después de la Primera Guerra Mundial, además de los cambios en el gusto arquitectónico –de la afectación victoriana al nuevo modernismo más “limpio” de estos ribetes considerados de mal gusto–, la sociedad estadounidense empezó a ver con temor a las construcciones victorianas porque remitían a los edificios europeos bombardeados durante la guerra y a los temores de ese pasado reciente . De acuerdo con la historiadora del arte Sara Burns, “a falta de demolición, solo medidas extremas podrían exorcizar a los fantasmas, purgar al presente del pasado enfermo y barrer sus sucios excrementos de la tierra”.
El mantenimiento de las casas era costoso y complicado, por lo que con el paso del tiempo empezaron a tener una apariencia más tétrica, lo que provocaba una sensación de malestar y escalofríos en las personas que las visitaban o contemplaban, dando lugar al mito de “la aterradora casa sobre la colina”. La psicología evolutiva ha demostrado que la mente desarrolla mecanismos para mantenernos en estado de alerta ante una posible amenaza. Pero quienes creen en fenómenos paranormales tienen más posibilidades de participar en el tipo de procesamiento cognitivo que induce al miedo. Historias de asesinatos, apariciones fantasmales y misterios sin resolver encuentran en estas casas el escenario perfecto para provocar en los lectores y espectadores experiencias terroríficas.
La vieja casa victoriana, en palabras de Burns, “se había convertido en una vasija simbólica de gran capacidad que cumplía una serie de funciones y deseos culturales”. Ha sido tal su reputación fantasmagórica, que a partir de 1960 algunos estados de la Unión Americana obligan a los propietarios a notificar a los compradores si en la casa se presentan fenómenos paranormales o si ahí ocurrió algún hecho violento.
Premio Internacional Carlos Fuentes 2018
El escritor catalán Luis Goytisolo recibió este jueves 1 de noviembre el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español. Durante el anuncio del premio, a mediados de este año, el jurado describió su estilo como “un edificio verbal asombroso”, en el que destaca “su compromiso irrenunciable y persistente con la literatura y su afán de renovar la novela tradicional a través de la pluralidad de perspectivas, incluido el ensayo, la filosofía y la reflexión sobre la creación literaria misma”. Goytisolo ha publicado más de treinta libros, siendo la tetralogía Antagonía su obra más conocida y a la que le dedicó 17 años. Mientras estuvo preso cuatro meses en la cárcel de Carabanchel, pensó la idea detrás de sus cuatro novelas que narran la vida del escritor Raúl Ferrer Gaminde. “Lo que quería contar, más que una historia, es un relato de mi interpretación de la vida y el mundo, de forma novelística, que afectase al lector no por la peripecia narrativa, sino sobre todo por la precisión del lenguaje”, dijo en entrevista a Reforma.
El Carlos Fuentes es el máximo galardón que la Secretaría de Cultura y la UNAM otorgan cada dos años a “escritores de larga trayectoria cuya obra publicada haya contribuido a enriquecer el patrimonio literario en español de la humanidad, y que de preferencia cuenten con premios o distinciones previos que los reconozcan”. En ediciones anteriores han sido reconocidos Mario Vargas Llosa, Sergio Ramírez y Eduardo Lizalde.