Sin gramática no hay paraíso (competencial)

La LOSU renuncia al ámbito de la Lingüística y la diluye en la descripción filológica de las lenguas modernas o clásicas. El borrador de la selectividad incluye una única pregunta sobre gramática.
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Hace unos veinticinco años, a punto de despedir al siglo XX, solía recibir en mi despacho a estudiantes recién licenciados o antiguos compañeros de clase con una queja común. Todos ellos habían decidido mejorar su formación en el ámbito de ELE (Español como Lengua Extranjera) y se habían encontrado con un mantra constante: “en clase de segundas lenguas no se podía impartir gramática. A leer se aprendía leyendo, a escribir, escribiendo y a hablar, hablando”.

El descrédito de la gramática era, no lo oculto, comprensible. No en vano hasta entonces se había dado de un modo descontextualizado e inútil. Pero no por comprensible era adecuado. La reflexión metalingüística funciona como un atajo inigualable que nos permite aprender una segunda lengua mucho más rápidamente y de un modo mucho más sólido. Para ello, tenemos que llevar al aula una gramática orientada al uso y combinarla con una atención igualmente importante a la interacción oral. Claro que hacer una gramática didáctica no es fácil y los maravillosos materiales que existen hoy en día en ELE no habrían visto la luz si no los hubieran creado lingüistas con un conocimiento técnico importante. Solo el que sabe mucha gramática tiene la capacidad (con la formación adicional adecuada) de crear aplicaciones didácticas útiles.

¿Y por qué hablo ahora de esto, un cuarto de siglo después, si el asunto en líneas generales se solucionó? Pues porque ahora tenemos exactamente el mismo panorama en la enseñanza de la asignatura de Lengua Castellana en las etapas no universitarias. Igual que entonces, hoy el descrédito de la gramática es manifiesto. Lamentablemente, estamos acostumbrados a que en las aulas de primaria, secundaria y bachillerato se enseñe una gramática descontextualizada y alejada de la comunicación oral. Y, como reacción, de nuevo surge el viejo mantra de que a leer se aprende leyendo, a escribir se aprende escribiendo y a hablar se aprende hablando. Hacerse mayor es ver cómo suceden siempre las mismas cosas, como si nunca antes hubieran sucedido. 

Este descrédito del que os hablo no es reciente, pero en los últimos años se ha incrementado. Simplificando un poco, el comienzo lo situaría el 30 de octubre de 2007, día en el que en el BOE se renunció a los denominados “libros blancos” (los que regulaban las asignaturas básicas de cada titulación) y se dio carta blanca a las universidades. El paso del libro blanco a la carta blanca hizo que las asignaturas de reflexión lingüística disminuyeran en muchos de los planes de estudio, tanto de Magisterio como de Filología. Creo que eliminar la reflexión gramatical de las aulas no universitarias parte de disminuirla en la formación de futuros profesores/as. Un año después, el 8 de noviembre de 2008, el Máster de Profesorado sustituyó al antiguo CAP como formación específica para ejercer en secundaria y bachillerato. A pesar del aumento de créditos, el objetivo no fue que los futuros docentes supieran enseñar los contenidos gramaticales más actualizados. 

Y así llegamos a los últimos años. La LOMLOE no elimina los contenidos gramaticales, pero tampoco afirma que sean imprescindibles; si no se remedia, la LOSU parece renunciar al ámbito de la Lingüística y diluirla en la descripción filológica de las lenguas modernas o clásicas; el borrador de la selectividad incluye una única pregunta sobre gramática, con un valor de 0,75 puntos sobre 10 y con un formato de selección múltiple, sin posibilidad de que el estudiante dé una explicación sobre la reflexión; los nuevos planes de estudio de los futuros maestros planteaban la posibilidad de reducir a 6 créditos toda la formación de didáctica de la lengua de los 4 años de estudio (ni hablar de asignaturas de actualización de contenidos). Los ejemplos se multiplican.

Ojalá alguien escuche a estos viejos profesores que llevamos décadas en esto y algo sabemos: para conseguir una buena competencia lingüística, el conocimiento actualizado de una gramática orientada al uso es esencial. Liderados por Ignacio Bosque, algunos de nosotros llevamos trabajando en esto ya unos años y sabemos cómo hacerlo. La clave está en que los que más saben de gramática trabajen codo con codo con los profesores de todas las etapas para hacer unos materiales con contenidos de calidad y adaptados al uso, al contexto, a la edad y a la diversidad de los estudiantes. Vuestros hijos no van a entender mejor lo que leen ni van a expresarse mejor de forma oral o por escrito con consejos de gurú televisivo. Dejadnos seguir trabajando. No renunciéis a siglos de investigación y conocimiento. 

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Mamen Horno (Madrid, 1973) es profesora de lingüística en la Universidad de Zaragoza y miembro del grupo de investigación de referencia de la DGA
Psylex. En 2024 ha publicado el ensayo "Un cerebro lleno de palabras. Descubre cómo influye tu diccionario mental en lo que piensas y sientes" (Plataforma Editorial).


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