Disfrutando del oasis entre dos crisis / 3

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El panorama es radicalmente diferente con tasas de interés altas

La pregunta fundamental es de dónde saldrán los recursos para financiar los déficits fiscales de los países industrializados que tendrán que ser cubiertos con superávit generados por otros países en los próximos años. Pareciera que la competencia por recursos va a ser enorme.

Se dice frecuentemente que la experiencia de Japón muestra que una economía puede financiar un déficit sustancialmente más grande que el estadounidense, medido en relación al tamaño de la economía. Este criterio ignora el hecho de que la economía estadounidense es entre una quinta y una cuarta parte del producto mundial, por lo que financiar un déficit de más de 10% del producto, como el actual, implica atraer una proporción aún mayor del ahorro del mundo (entre 1999 y 2006 atrajo 85%).

La otra gran contradicción proviene del argumento que dice que China y otras economías emergentes podrán ser el nuevo motor de la economía mundial mientras las economías de Estados Unidos y Europa experimentan bajo crecimiento. Si ese es el caso, eso implicaría que la generación de superávit de ahorro por parte de esas economías será mucho más limitado, pues utilizarán sus propios recursos.

Por si fuera poco, en los próximos años, de 2011 a 2013, habrá enormes vencimientos no sólo de deuda gubernamental estadounidense, sino también de deuda de baja calidad crediticia (“high yield”) y de créditos bancarios apalancados que se contrataron hace cinco años para financiar adquisiciones cuando la economía crecía fuertemente.

La pregunta relevante no es cómo se van a financiar los déficits, sino a qué costo. El mercado inmobiliario estadounidense se ha ido estabilizando tímidamente a pesar del estímulo del gobierno y de que las tasas de interés para hipotecas a treinta años están por debajo de 5%. ¿Qué pasaría en ese mercado si las tasas estuvieran en 7% o más? Un incremento en las tasas de interés sería el peor escenario para familias y para gobiernos endeudados.

Conclusión

Es todo esto lo que puede poner a la economía mundial en riesgo de una crisis crediticia aún más devastadora durante los próximos años. Sin hablar de otros riesgos claramente presentes: el deterioro del mercado de inmuebles comerciales en Estados Unidos, la inminente posibilidad de una guerra comercial, y la evidente formación de una burbuja en el mercado inmobiliario chino (que tiene elementos casi idénticos a la que se formó en Japón en los años ochenta); la simple negación de que está creciendo el riesgo de que entremos en una segunda fase de la crisis, amenaza con agravarla.

Por ello, es preocupante ver al congreso de Estados Unidos pasar una reforma al sistema de salud, que era sin duda alguna necesaria, sin tocar el estratosférico costo de éste, resolviendo el problema recurriendo simplemente a incrementar las obligaciones del gobierno estadounidense en un billón (millón de millones) de dólares. Esto indica, en mi opinión, que el ejecutivo y el legislativo de ese país no se dan cuenta del ínfimo margen de maniobra presupuestal que tienen, y de la seriedad del problema que enfrentan. La provisión de salud cuesta ya alrededor de 17% del PIB cubriendo a 85% de la población (en el Reino Unido cuesta 8% para cubrir 100%). Con la reforma, el costo se incrementará a 20% en los próximos años, y llegará a 25% dentro de diez años, conforme la población envejezca. Un gasto así implicará no gastar en muchas otras necesidades.

Los gobiernos tendrán que enfrentar el complejo desafío de reducir el gasto público e incrementar la recaudación fiscal. En Estados Unidos, uno de los grandes riesgos provendrá de la compleja relación entre los partidos políticos –cada vez más polarizados– y de la desmedida capacidad de pequeñas minorías para bloquear la acción legislativa. Los partidos tratarán de proteger a sus respectivas clientelas, y esa inmovilidad resultará peligrosa en momentos críticos.

Países como Irlanda han mostrado gran capacidad para tomar medicinas amargas en momentos difíciles, logrando reaccionar de forma contundente ante situaciones adversas. Para Grecia, España o Italia el reto será mayor, pues hay mucha menor convicción sobre la necesidad de sacrificarse en aras de un futuro más estable.

Además, en un momento en el que se requiere de soluciones concertadas y cooperación internacional, el nacionalismo ha hecho su inoportuna aparición. Estados Unidos acusará a China de devaluar artificialmente su moneda, y al hacerlo imposibilitará que los chinos tomen cartas en el asunto, pues de hacerlo parecerá que se someten a la autoridad estadounidense.

Como en los años treinta, el que cada país haga lo que le conviene, con perjuicio del vecino, puede hacer que la crisis se agrave. Vendrán tiempos difíciles que pondrán a prueba la madurez y la capacidad de los estados para adoptar soluciones reales de largo plazo. A juzgar por lo que hemos visto hasta ahora, quizá se requerirá de situaciones que se perciban como mucho más desesperadas para que se den cuenta de que los sacrificios para volver a la normalidad no serán menores.

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Es columnista en el periódico Reforma.


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