Para conocer el origen de Siri, el asistente de voz, hay varias opciones. Se le puede preguntar directamente a ella (por defecto es una mujer, aunque se puede cambiar) y nos contestará que fue Apple en California quien la creó. “Lo pone en la caja”, añade Siri por si no quedaba claro.
La otra posibilidad es plantearle la misma cuestión a la economista Mariana Mazzucato (Italia, 1968). Entonces, la historia cambia mucho. “Fue la agencia estatal estadounidense DARPA la que desarrolló la tecnología. Si no hubiera sido por la inversión pública, que pacientemente financió la investigación, hoy Estados Unidos no tendría su Silicon Valley”, asegura la directora del UCL Institute for Innovation and Public Purpose (Londres).
Sonríe cuando se le pregunta qué cara le ponen los directivos de empresas tecnológicas cuando les cuenta esta versión. “Les hago hasta gracia. Soy una especie de fustigadora para ellos”, confiesa mientras degusta jamón ibérico. El restaurante elegido para cenar está muy cerca de la Fundación Rafael del Pino donde ha dejado noqueados a algunos de los asistentes a la presentación de su libro El valor de las cosas (Taurus).
“Es una bomba…” comentaba un pequeño círculo tras escucharla criticar que las empresas solo pensaran en el accionista, abogar por condicionar el destino de los beneficios de las tecnológicas y pedir un mayor papel de los sindicatos en la llamada “transición justa”. Hasta tuvo el valor de proponer la creación de más bancos públicos para orientar las inversiones. “Hay muy pocos y los que hay no están enfocados en conseguir un valor público porque, ¡oh sorpresa!, ese concepto no existe”. La economía siempre ha considerado que el Estado era una especie de parásito que detrae recursos, ¿cómo va a generar valor?
Mazzucato no está de acuerdo con esta idea tan arraigada y contraataca con Justin Bieber. Recuerda a la audiencia que el cantante será de los primeros turistas en visitar el espacio a bordo de una nave de Virgin Galactic. “Justin Bieber pagará su billete de ida y vuelta. Pero ese dinero no volverá a la sociedad que ha hecho posible, en gran medida, ese viaje al espacio”. ¿O es que nadie se acuerda de cómo llegó el hombre a la Luna?
Como el “caso Bieber” o el de Siri, hay cientos. (De hecho, si uno le insiste al asistente de voz que explique su conexión con la agencia pública DARPA, la respuesta es: “¿Decías?”). El GPS, la pantalla táctil, internet… Todos fueron financiados con dinero público, recuerda la economista. “Crear internet era una locura. Las probabilidades de fracasar eran enormes. Había que estar realmente loco para intentarlo y fue el dinero público el que asumió ese riesgo”.
Pero las historias que han triunfado han sido las de los emprendedores guays, inventando en garajes y haciéndose tremendamente ricos… porque ellos lo valen. “Por supuesto que Google y Facebook crean valor. Sería absurdo negarlo. Lo que digo es que sus ganancias son desproporcionadas. Hay un desajuste enorme entre el valor que crean y sus beneficios”.
La innovación, sostiene, es un proceso colectivo en el que el papel de las instituciones se ignora. Y atención con la consecuencia que apunta Mazzucato: “nuestra teoría de quién crea valor no es válida y es una de las razones por las que la riqueza se distribuye de manera tan desigual”.
Si tiene precio, tiene valor
En noviembre de 2009, un año después de que estallara la gran crisis financiera, el jefe de Goldman Sachs defendía los elevado sueldos que cobraban los directivos porque “eran los trabajadores más productivos del mundo”. El capitalismo actual funciona así. Si uno gana mucho dinero es porque crea mucho valor.
Mazzucato se ha propuesto desmontar este mito económico. “Se han hecho muchas cosas estúpidas en nombre de la creación de valor cuando en realidad lo que estaba ocurriendo es que esas compañías estaban acaparando beneficios que no les correspondían”. La cuestión es ¿quién determina el nivel a partir del cual las ganancias no están justificadas? La economista no tiene respuesta, pero propone empezar por repensar qué entendemos por valor. “Creo que la función de los académicos debería ser descubrir esas ideas que damos por sentadas, hacerlas mucho más claras y plantear opciones audaces. La teoría del valor es importante porque influye en cómo medimos las cosas. Por ejemplo, cuidar a los niños no tiene precio, entonces no tiene valor y no se cuenta en el PIB”. Ella es madre de cuatro adolescentes y confiesa entre risas que su casa es “una locura” mientras busca una fotografía de sus hijos en el teléfono para enseñarla.
Cada vez son más expertos y políticos los que mencionan las ideas de Mazzucato. Su agenda está llena de viajes y conferencias, tiene línea directa con la Comisión Europea, ha hablado con empresas como Huawei (“me encanta que tenga tantas mujeres directivas”) y le ha llamado hasta Alexandria Ocasio-Cortez, la estrella emergente de los demócratas estadounidenses (“antes de que se hiciera famosa”, suelta con una carcajada).
“Perdona, mi cerebro no funciona ya al 100% porque estoy agotada”, se disculpa de camino a su hotel mientras habla sobre la necesidad de buscar otras narrativas que contar. Está convencida de que el sector público tiene que jugar un papel importante en el proceso de innovación. Ella se imagina otra especie de viaje a la Luna. Una nueva misión que aglutine a miles de investigadores públicos y privados para conseguir un objetivo común. Hay que tener el valor de Mariana Mazzucato para atreverse a plantear una meta así.
Rebeca Gimeno es periodista especializada en economía. Trabaja en Cuatro y es fundadora del blog Economía en dos tardes (economiaendostardes.com). También colabora en El País Semanal y la revista Retina.