No sรฉ cuรกndo fue la รบltima vez que tuvisteis un reciรฉn nacido en brazos. Lo que sรฉ es que, por mucho tiempo que haga, no se os habrรก olvidado la sensaciรณn de indefensiรณn y ternura que desprenden. Y es que los humanos nacemos de forma prematura, cuando todavรญa no somos capaces ni de sujetar nuestra cabeza, no hablemos de caminar o buscar nuestro alimento. Somos, sin lugar a dudas, los seres vivos que nacen menos capaces de sobrevivir solos, los que mรกs necesitamos del resto de la especie para salir adelante.
El motivo fundamental de esta vulnerabilidad del humano reciรฉn nacido estรก en su cerebro. Cuando somos adultos, nuestras neuronas se organizan en redes para funcionar. Sin embargo, en el momento del nacimiento estas relaciones todavรญa no se han establecido. Serรก la experiencia la encargada de organizarlas. Nuestros bebรฉs aprenden a entender los estรญmulos visuales cuando son expuestos a la luz; aprenden a moverse mientras interactรบan con el espacio; aprenden a vivir viviendo. Y en ese descubrimiento maravilloso de lo que es la vida, estamos nosotros (los adultos) acompaรฑรกndoles, cuidรกndoles para que no mueran antes de tiempo y, por supuesto, hablando.
Y asรญ, al tiempo que sus neuronas aprenden a reconocer el mundo, aprenden la lengua (o las lenguas) que hablamos los adultos. Con el mismo esfuerzo con el que aprenden las palabras, aprenden la mayor parte de los conceptos asociados a ellas. Las lenguas que hablan sus cuidadores son el cicerone que les acompaรฑa y les guรญa: โยฟOyes, cariรฑo?: un perrito en la calleโ; โMira allรญ: viene el abuelo a vernosโ. Y esa lengua (o lenguas) de nuestra infancia se convierten, sin remedio, en parte de nosotros. Un modo de mirar, un modo de entender, un modo de pensar. Las llamamos lenguas maternas no porque las hablen nuestras progenitoras, sino porque son nuestras madres, el kilรณmetro cero de lo que fuimos y somos.
Esa es la razรณn por la que pensar y hablar en lengua materna (a diferencia de lo que pasa con las segundas lenguas) nunca cansa. Porque es parte de nosotros mismos, es nuestro hogar, y utilizarla es como andar con ropa de casa y zapatillas. A partir de ella, ademรกs, aprendemos todas las demรกs. De este modo, el aprendizaje de lenguas extranjeras no es, en su inicio, mรกs que un ejercicio de traducciรณn. ยกAtenciรณn, profesores de segundas lenguas!: no la echรฉis de las clases de vuestros primeros cursos. Como muy bien nos enseรฑรณ Mar Galindo en La lengua materna en el aula de ELE (ASELE, 2012), el aprendiente va a usar su lengua materna con independencia de lo que su profesor/a le diga porque le es รบtil. Aprovechadla por tanto, en la medida de lo posible, como ayuda y mediador de aprendizaje.
Pero vayamos un paso mรกs allรก. Si aceptamos que todos los seres humanos somos dignos e iguales, debemos entender que todas las lenguas maternas lo son igualmente. Primero porque son lo que somos, pero ademรกs, porque no son mรกs que variaciones de una รบnica y maravillosa facultad, aquella que nos hace humanos: el lenguaje. No entender que la lengua materna es parte de lo que somos estรก en la base de muchos de los prejuicios lingรผรญsticos que emponzoรฑan nuestras relaciones.
Hablar la lengua materna es lo natural, lo que demanda nuestro cerebro. Asรญ, cuando veas a un humano hablando su lengua materna, no busques mรกs razones a su conducta. Por el contrario, si alguien cambia de cรณdigo y usa tu lengua materna para asegurar la comunicaciรณn, considรฉralo como un acto de cortesรญa que se ha de agradecer, a ser posible, con un acto de reciprocidad lingรผรญstica. Aprende, aunque sea, a saludar y a dar las gracias en su lengua. Por otra parte, no podemos olvidar que los seres humanos somos vulnerables: nos ataca la enfermedad, tenemos problemas legales, peligra la estabilidad de nuestra familia. Y es precisamente en esos momentos difรญciles cuando es mรกs importante que podamos comunicarnos en nuestra lengua materna. No critiques las leyes que aseguran ese derecho.
El 21 de febrero es el Dรญa Internacional de la Lengua Materna. Os dirรกn que se celebra la dignidad de las lenguas. Ahora ya sabรฉis que, en realidad, se celebra la dignidad de sus hablantes nativos.
Mamen Horno (Madrid, 1973) es profesora de lingรผรญstica en la Universidad de Zaragoza y miembro del grupo de investigaciรณn de referencia de la DGA
Psylex. En 2024 ha publicado el ensayo "Un cerebro lleno de palabras. Descubre cรณmo influye tu diccionario mental en lo que piensas y sientes" (Plataforma Editorial).