El británico Thomas Asbridge (Reino Unido, 1969) es uno de los grandes estudiosos actuales de las cruzadas. Ha dirigido varios documentales en la BBC sobre el tema. Las cruzadas –apareció originalmente en 2012 y publicado en español ahora por Ático de los Libros- abarca los dos siglos que duraron estas guerras entre cristianos y musulmanes y cuenta con la perspectiva de los dos grupos religiosos y culturales que se enfrentaron entre sí.
El libro, de tono divulgativo, muy ameno y para cualquier paladar, va relatando cómo surgió la primera cruzada en 1095 por deseo del Papa Urbano II que dio lugar a la conquista de varias ciudades de Oriente Próximo como Antioquía, Acre y, sobre todo, Jerusalén; cómo llegó la segunda en 1146, que acabó con la derrota cristiana en la ciudad santa y con el surgimiento del líder musulmán Saladino en 1187; cómo rápidamente los cristianos buscaron recuperar Jerusalén de la mano de Ricardo Corazón de León en la tercera cruzada, que finalizaría a comienzos del siglo XIII otra vez con derrota para los cristianos, y que dio después lugar a una serie de batallas a lo largo de este siglo por parte de los cristianos que culminaría con su derrota final en 1291.
Violencia, masacres, estrategias bélicas, propaganda política y religiosa entremezclada con el perfil de líderes carismáticos, tanto musulmanes como cristianos, en un relato que analiza una de las épocas más controvertidas de la Edad Media.
¿Por qué le interesaba la época de las cruzadas?
Cuando tenía 16 años tenía que escoger entre tres asignaturas y elegí Historia. Y fui muy afortunado porque quizá solo 500 personas en toda Inglaterra estudiamos las cruzadas. En esa época yo aún no sabía qué iba a hacer en mi vida, pero después de dos meses estudiando las cruzadas me obsesioné con el tema. Y toda decisión que tomé después, como qué estudiar o a qué universidad ir, fue determinada por las cruzadas. La época me entusiasma porque está llena de historias, personajes, cosas que pasan. Y cuando me licencié como historiador me preguntaba por qué me seguían fascinando tanto. Y me di cuenta de que las cruzadas son un ejemplo perfecto de cómo se relacionan las personas de diferentes culturas, cómo se ponen frente a frente y cómo eso nos forma a nosotros como humanos.
Ha consultado numerosas fuentes, pero ¿cómo son de fiables las crónicas? ¿No tienden a exagerar las hazañas de sus líderes? ¿Cómo ocho siglos después podemos tomarlas por ciertas?
La primera regla en los estudios de Historia es no creer en nada. Eso se lo digo siempre a mis alumnos. Les digo que no confíen en ninguna fuente, ni siquiera en mí. Tienes que ser muy meticuloso. También depende de qué preguntas partas. No es lo mismo qué ocurrió, cómo, quién, por qué, etc. Si lo que estás intentado hacer es reconstruir acontecimientos y tienes varios relatos sobre ese “gran hombre”, tienes que ir a diferentes fuentes. Por ejemplo, la gran ventaja al estudiar las cruzadas es que tenemos fuentes de diferentes puntos de vista que además no están conectadas entre sí y eso nos asegura que es verdad. Tenemos fuentes cristianas y musulmanas que nos hablan del mismo acontecimiento y sirve para contrastar, pero es verdad que hay que ser muy cuidadoso con las fuentes. Sobre todo si solo tenemos una.
Uno de los esfuerzos de este libro es el de explicar cómo empezó la primera cruzada. Porque no acaba de estar claro. No había agresiones por parte del mundo musulmán a occidente, los cristianos occidentales tampoco parecían muy interesados en llevar el evangelio a Oriente. Y, sin embargo, el Papa Urbano II puso en marcha esta maquinaria en el año 1095, lo que desencadenaría dos siglos de guerras y muertes. ¿Por qué empezó todo?
Sí, desde fuera, desde hoy, puede parecer un momento extraño, como si un día el papa Urbano II se levantara y dijera: tengo una idea genial, voy a empezar las cruzadas. Pero no fue una cosa de un día para otro, sino que se estaban gestando desde hacía siglos. El Papa necesitaba reforzar la autoridad de la Iglesia cristiana en Europa porque en ese momento no era muy fuerte. Y también estaba la idea de la salvación espiritual. En esa época los nobles tampoco gozaban de aplausos y el Papa quería recuperar la importancia que la nobleza había tenido siglos atrás, por lo que creó una idea distinta de cruzada. Primero, él no la lideraría, sino que lo harían los nobles, y después la presentó como un peregrinaje a Tierra Santa. Los cristianos ya estaban familiarizados con esta idea, puesto que iban a Santiago de Compostela o a Roma. Para ellos era algo que daba sentido a sus vidas. Y en eso se convirtió la cruzada.
Además, la segunda cruzada ya tuvo mucho menos sentido. Los cristianos habían ganado Jerusalén, dominaban varias ciudades de Oriente Próximo. ¿Por qué emprender de nuevo una guerra contra alguien al que ya habías ganado?
Es complicado de explicar. Nuestra idea de las cruzadas es muy actual, pero ellos no tenían el mismo concepto. Si pudiéramos irnos ahora al siglo XII y preguntar a la gente cómo fue la primera cruzada, la gran mayoría nos contestaría que ni idea. El término “cruzada” ni siquiera existía para ellos, no sabían que fuera un movimiento que fuera a continuar. Somos nosotros los que desde la era moderna hemos estudiado la época y les hemos llamado “las cruzadas” El término cruzado significaba que habías sido señalado con la cruz. Y eso solo empezó a aparecer a partir del siglo XIII, pero no en el XI ni en el XII. Hubo muchas batallas después de la primera cruzada, también hay que pensar a qué llamamos cruzada, ¿aquellas que fueron lideradas por el Papa o estaba detrás? La caída de Edesa inició la segunda cruzada, pero fue la tercera la que más gente agrupó ya en Europa, una vez que cayó Jerusalén.
En el libro aparecen líderes como Saladino, Ricardo Corazón de León o Luis IX. ¿Qué tipo de liderazgo político, militar, tuvieron?
Son diferentes tipos de líderes. Ricardo era un excelente líder y lo hubiera sido en cualquier periodo de la historia. Le tocó enfrentarse a otro líder excelente como fue Saladino. Por eso la tercera cruzada es fascinante. Ricardo es el paradigma del caballero de la Edad Media. Tenía una visión de la vida muy narcisista. Era muy ególatra. En este sentido, era un Donald Trump de la época. No le importaba tanto hacer algo extraordinario en la batalla como que le vieran haciéndolo. Para él lo importante era la reputación. Y creo que esa es una de las razones por las que él se apunta a las cruzadas. Luis IX, sin embargo, era diferente. Luis IX tenía un sentimiento religioso mucho más profundo. Para él la cruzada era una obligación cristiana. De hecho, cuando Ricardo vio que ya no se podía hacer nada más, se volvió a casa; pero Luis IX, aunque sabía desde el inicio que no podría vencer, se quedó allí batallando y siendo humillado. Si Ricardo hubiera estado en la misma situación se hubiera marchado rápido. Luis IX se quedó haciendo un trabajo muy poco glamuroso con tal de defender Tierra Santa. Desde luego, no era tan narcisista.
Los judíos apenas aparecen en su libro y, sin embargo, ellos también estaban allí, con los cristianos y los musulmanes. ¿Por qué?
Muchos vivían en Europa también y durante la primera cruzada hubo varios pogromos y muchos se fueron a Tierra Santa. Hubo terribles masacres de los judíos en la primera cruzada en 1096. Pero el reto para mí en este libro era relatar la historia de este movimiento de las cruzadas y tenía que ser muy selectivo con todas las historias que hubo. También podía haber contado la Reconquista en la Península Ibérica, pero me di cuenta de que todo sería inabarcable así que me centré en lo que ocurrió en Tierra Santa. El primer manuscrito tenía 264.000 palabras y tuve que cortar 40.000. Hay un montón de cosas que pude haber incluido, pero tuve que dejarlas fuera.
Aparecen algunas pinceladas de la Reconquista en España en el libro. La duda que me suscita esta historia es por qué en la Península Ibérica sí ganaron los cristianos mientras que estos perdieron en Oriente Próximo frente a los musulmanes.
No hay una sola razón, pero sí hay un hecho importante y es la cuestión geográfica. Los cristianos y musulmanes estaban aquí, mientras que los cristianos se tenían que trasladar a Oriente Próximo para luchar. Y no tiene que ver tanto con una cuestión física o logística, sino de mentalidad. Es decir, cuánto puede durar esa idea de la cruzada en tu cabeza si no estás en tu tierra. Si el conflicto se desarrolla cerca tu capacidad de aguantar siempre es mayor. En Occidente más o menos casi todo el mundo estaba familiarizado con las cruzadas. Todo el mundo tenía un primo, un hermano, un amigo que había ido a las cruzadas. Y además la economía también cambió por escasez de productos, etc. Las cruzadas afectaron. E Iberia formaba parte de esta mentalidad y del mundo latino-cristiano. La otra razón es la aparición de los mamelucos en Oriente Próximo. En Iberia estaban los almorávides y los almohades, que eran dos grupos muy feroces y muy fundamentalistas, pero los mamelucos lo eran mucho más, y mucho más autoritarios. Y fueron los mamelucos los que radicalizaron la cruzada en Oriente.
¿Quiere decir que sin Europa, sin la cultura europea de entonces, los cristianos de la Península Ibérica no hubieran ganado a los musulmanes? Lo digo porque en España los nacionalistas usan mucho el tema de la Reconquista como motivo identitario español.
He estudiado el islam en la Península ibérica, pero no soy un especialista así que toma mis respuestas con cautela. La Reconquista formó parte de las cruzadas, pero el Papa no la organizó, sino que se incluyeron en todo el movimiento europeo. Vio que los cristianos del norte de España se estaban moviendo pero no se sabe hasta qué punto hubo una organización desde el Papado. No se sabe qué papel se desempeñó realmente desde Europa en batallas como las de Las Navas de Tolosa. Saber cuál fue el efecto de las cruzadas en los territorios es como tirar de un tapiz muy grande. Es complicado. Realmente hasta el siglo XII en Iberia no se apropian del movimiento de las cruzadas por la influencia de Europa.
Pero las cruzadas sí que se han convertido en un gran discurso nacionalista. En España se habla de la Reconquista, y en Oriente Próximo grupos fundamentalistas también las han utilizado. ¿Por qué esta reinterpretación ocho siglos después?
A menudo hay individuos o grupos que para conseguir poder e influencia manipulan la Historia. Acontecimientos como la Reconquista resuenan en nuestra cabeza y se usan como elementos catalizadores. Lo que ocurre con las cruzadas es que fueron un periodo tan complicado que es muy maleable y puede resultar muy atractivo para grupos muy diferentes. Por ejemplo, en el mundo musulmán en un extremo tienes a los árabes nacionalistas y en el otro los islamistas. En realidad, son muy distintos, pero ahora mismo ambos manipulan el tema de las cruzadas para defender sus propósitos. Esto ocurre porque pocos periodos de la Edad Media tienen tanta resonancia hoy como las cruzadas. Si le preguntamos a alguien por la calle por las cruzadas posiblemente sepa de qué le estamos hablando. Por eso es muy peligroso crear una conexión entre el presente y lo que ocurrió hace tantos siglos, ya que podemos dejar de lado los elementos que no nos interesan y utilizar los que más nos convienen en ese momento. Un ejemplo palmario es el de Saddam Hussein, que se proclamó el segundo Saladino porque ambos habían nacido en la ciudad de Tikrit e incluso había sellos en los que aparecían los rostros de los dos. Lo que Saddam se calló es que Saladino era de origen kurdo mientras que él había perseguido a los kurdos.
¿Y de todo esto le echamos la culpa al Romanticismo? Fue el movimiento que exaltó las cruzadas como algo exótico y hasta glorioso.
Sí, de alguna manera el movimiento romántico del siglo XIX fue el responsable de arrojar este nuevo interés por las cruzadas, particularmente en Inglaterra y Francia. Es una manipulación de la Historia glorificar este periodo. Ahora es fácil decirlo desde nuestra perspectiva, pero quién sabe qué dirán sobre mi libro dentro de décadas y sobre mi objetividad.
Pues hablando de objetividad, ¿cómo cuenta un británico como usted este periodo cuando también Reino Unido gobernó Palestina en el siglo XX y hasta hace no demasiadas décadas?
Lo que busco como historiador es ser lo más objetivo posible, pero sé que puede haber prejuicios por dónde he nacido. Por eso he estudiado esta estructura de ver la Historia desde diferentes perspectivas, de cristianos y musulmanes, porque como mínimo en las cruzadas hubo estas dos perspectivas, si no más. Sé que mi perspectiva está lejos de ser perfecta, pero lo intento. En España he estado en debates en los que colegas españoles les han dicho a británicos que por qué estudian la historia de España si no son españoles. Yo no creo en esa idea de que si no has nacido en un determinado sitio no puedes estudiarlo, pero tampoco creo que haya que estar muy alejado del sitio. Un término medio es lo adecuado. Cuando hablo a mis alumnos utilizo la expresión “en mi opinión” porque es una forma de decir que el tema está abierto a debate y estoy interesado en escuchar otras opiniones.
Para finalizar, como usted cuenta en el libro, Jerusalén es una ciudad que perteneció a cristianos, judíos y a musulmanes en diferentes periodos de la Historia. En la actualidad sigue siendo una ciudad complicada, ya que conviven diferentes religiones, hay diferentes lugares santos y todo un conflicto político. Desde el punto de vista de la Historia, ¿está indefectiblemente amarrada al conflicto sin posibilidad de cambio?
Israel es un país muy pequeño y en Haifa por ejemplo, que está en el norte, hay un ambiente muy diferente al que existe en Jerusalén. En Jerusalén viven cotidianamente las personas de diferentes religiones, pero aún en Haifa, donde incluso hay más diversidad, viven con más tranquilidad. Yo espero ver en vida un mayor acercamiento entre las diferentes culturas que viven en Israel, sobre todo entre los judíos y el Estado Palestino. Cuando era pequeño se produjo la Guerra Civil en el Líbano y lo vivía como una guerra perpetua que nunca iba a acabar, pero después tuve la oportunidad de viajar desde Turquía a Jerusalén siguiendo la estela de la primera cruzada y en Líbano me dijeron que en la guerra civil lo pasaron muy mal, pero que ahora se sentían bien, y eso me da esperanzas para pensar que en Israel pueda ocurrir lo mismo. La realidad actual es bastante deprimente y las potencias exteriores no están haciendo mucho por ayudar, más que nada avivan el conflicto, pero ojalá salga todo bien.
es periodista freelance en El País, El Confidencial y Jotdown.