Manuel Gรณmez Morin y Jesรบs Reyes Heroles. Fotos: Wikipedia / ELEM

1929, 1976

La historia ofrece lecciones: a los vencidos, perseverar en su misioฬn; a los vencedores, propiciar liฬmites a su poder.
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Para Xรณchitl Gรกlvez.

Dos experiencias histรณricas encierran lecciones para este momento de Mรฉxico. Una ataรฑe a los vencidos, otra a los vencedores.

En noviembre de 1928, Manuel Gรณmez Morin escribiรณ una carta a su maestro, el filรณsofo y educador Josรฉ Vasconcelos, quien habรญa vuelto a Mรฉxico para contender por la presidencia. Su inminente rival, primer candidato del Partido Nacional Revolucionario, serรญa el ingeniero y militar michoacano Pascual Ortiz Rubio. Como buen caudillo, Vasconcelos pensaba que su movimiento cรญvico serรญa tan arrollador como el que habรญa encabezado su llorado amigo Francisco I. Madero. Gรณmez Morin, cuyo proyecto para Mรฉxico era esencialmente institucional, le ofrecรญa un camino distinto, menos heroico pero mรกs permanente. Esto fue lo que le escribiรณ:

ยฟVale mรกs lanzarse a una lucha […] o vale mรกs sacrificar el triunfo inmediato a la adquisiciรณn de una fuerza que solo puede venir de una organizaciรณn bien orientada y con capacidad de vida?

Personalmente creo en lo segundo […] Yo no dudo de la posibilidad de que un hombre como usted pueda agitar a un paรญs entero en un movimiento de entusiasmo, pero […] teniendo bien presente la situaciรณn real de Mรฉxico y la verdadera necesidad que existe de organizar polรญticamente al paรญs, mรกs que un cambio histรณrico de hombres es posible orientar todo el trabajo actual a la difusiรณn y a la propaganda de las ideas esenciales y a la constituciรณn de grupos o partidos que pueden ser capaces de expresar con fuerza permanente la opiniรณn pรบblica.

El movimiento vasconcelista fue, en efecto, una inmensa marea de esperanza, no solo entre los estudiantes, las clases medias y urbanas sino en amplios sectores obreros y aun campesinos. No obstante, entre los vasconcelistas mรกs lรบcidos y cercanos, el eminente intelectual Miguel Palacios Macedo le escribiรณ al lรญder: “Usted ha hecho surgir la resistencia civil, su campaรฑa ha sido un llamado al paรญs para que viva espiritualmente, su pleito es a largo plazo”. Y resumรญa su conmovedor llamado en cuatro palabras: “haga que esto dure”. Vasconcelos le respondiรณ: “yo no soy Gandhi”. Tras la derrota, Vasconcelos saliรณ al exilio, los vasconcelistas se desbandaron y desanimaron.

Mรฉxico habรญa perdido la oportunidad de organizar su vida polรญtica en un sano bipartidismo: un partido democrรกtico, liberal y civilista, al lado del Partido Nacional Revolucionario, el partido de los militares, que con el tiempo se transformarรญa en el PRM y en su mutaciรณn final, el PRI.

Primera lecciรณn: organicen institucionalmente la oposiciรณn ciudadana. Hagan que esto dure. Los vencidos deben inventar a su Gรณmez Morin.

En 1976, Josรฉ Lรณpez Portillo contendiรณ a la presidencia sin oponente. El PAN atravesaba una crisis que parecรญa terminal. La izquierda, cuyo paradigma fue siempre la Revoluciรณn, no la democracia (que en la buena tradiciรณn marxista despreciaba como una superestructura “burguesa”, “formal”), no tenรญa representaciรณn parlamentaria, pero sus lรญderes mรกs lรบcidos, abiertos y honestos (Heberto Castillo, Arnoldo Martรญnez Verdugo) habรญan terminado por entender que esa democracia tan insรญpida era el orden necesario para Mรฉxico.

El 4 de julio de ese aรฑo Lรณpez Portillo triunfรณ, naturalmente. Cuatro dรญas despuรฉs Echeverrรญa, que lo habรญa ungido, celebrรณ la victoria como todo autรณcrata que se respete: dando el golpe a la libertad de expresiรณn contra el Excรฉlsior de Julio Scherer.

El 1 de diciembre de 1976, Josรฉ Lรณpez Portillo tomรณ posesiรณn con un excelente discurso de reconciliaciรณn y concordia. Pero aรบn mรกs notable fue la decisiรณn de nombrar secretario de Gobernaciรณn a Jesรบs Reyes Heroles. Y en ese momento climรกtico, aquel gran historiador del liberalismo mexicano, estudioso de la mejor tradiciรณn polรญtica inglesa y francesa, en vez de ceder a la tentaciรณn de perpetuar el rรฉgimen de poder absoluto, decidiรณ lo contrario: limitar el poder del PRI, abrir paulatinamente el sistema a la representaciรณn de la izquierda y dar aire a un PAN moribundo. Ese fue el sentido de la reforma polรญtica de 1977. Antes de la primera prueba -las elecciones intermedias de 1979- Gabriel Zaid escribiรณ: “la verdadera reforma polรญtica es no hacer nada […] salvo contar los votos”. Esa realidad se hizo posible a fin de siglo, con la consolidaciรณn del Instituto Federal Electoral autรณnomo y ciudadano.

Segunda lecciรณn: el poder absoluto extravรญa a quien lo detenta. Desemboca en la tiranรญa. En cualquier democracia, los lรญmites son necesarios. Los vencedores deben inventar a su Reyes Heroles.


Publicado en
Reforma el 9/VI/24.

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.


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