Un libro como ningĂșn otro

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En su “Curriculum vitae” (Vuelta, 115, junio de 1986), Gabriel Zaid refiere esta anĂ©cdota de su temprana juventud: “Me mareaba en los pasillos, entre los anaqueles cargados de libros de la biblioteca del Instituto TecnolĂłgico de Monterrey, a cuyo interior tenĂ­a acceso, gracias a una concesiĂłn muy especial, que me permitĂ­a explorarla horas y horas, y marearme… ÂżPor quĂ© me mareaba? SegĂșn el oculista, la miopĂ­a era tan leve que podĂ­a usar o no usar lentes. Años despuĂ©s, pensĂ© que era el mareo de una ambiciĂłn: leer todos los libros”.

En los diversos campos que cultiva lo ha logrado. Sobre el tema del progreso, en particular, ha leĂ­do todos los libros, pero no de manera enciclopĂ©dica o acumulativa sino creativa, con una idea rectora: afinar la teorĂ­a (poema intelectual, el teorema) que ha venido construyendo desde El progreso improductivo (1979). No faltĂł quien interpretara la tesis de aquel libro seminal como una negaciĂłn del progreso. Era algo muy distinto: Zaid postulaba la realidad milenaria del progreso y ofrecĂ­a vĂ­as para acrecentarlo pero criticaba la mitologĂ­a moderna del progreso, encarnada en ideologĂ­as, costumbres, leyes, mentalidades e instituciones que, en la prĂĄctica, bloqueaban (y siguen bloqueando) la posibilidad misma del progreso, entendido de manera simple y prĂĄctica como “toda innovaciĂłn favorable a la vida humana”.

CronologĂ­a del progreso, su obra mĂĄs reciente, es un libro como ningĂșn otro. Su propĂłsito es precisar las rutas y celebrar los logros del progreso (natural, animal, humano, en todas las ĂĄreas imaginables, en ĂĄmbitos insospechados) desde el inicio de los tiempos hasta el dĂ­a de hoy. Observemos ante todo la forma en que estĂĄ construido. A pesar de cubrir decenas de miles de años, la historia que narra se compacta en un breve volumen de 200 pĂĄginas. Doce ensayos iniciales abordan el tema desde distintos ĂĄngulos, entre ellos el progreso en las señales con que los humanos nos comunicamos, el paso del fuego al saber, de la revoluciĂłn urbana a la comercial, del mercado al gigantismo burocrĂĄtico, los avances tĂ©cnicos desde la Edad de Piedra (meticulosamente explicados), la posibilidad real de desterrar la pobreza, los indicios de progreso moral (como la impopularidad de la guerra).

Tras esta secciĂłn histĂłrica sigue la prueba empĂ­rica: las listas del progreso, dos mil pasos adelante (en todos los quehaceres humanos), que se dieron antes y despuĂ©s de Cristo. Los progresos de los Ășltimos siglos aparecen consignados casi cada año, y a veces hay varios por año. Finalmente, Zaid acompaña su obra con dos Ăștiles Ă­ndices alfabĂ©ticos: materias (Ábaco, Abejas, AbiogĂ©nesis, Abrelatas, Academia, Aceite, Acero…) y personas (AbbĂ© Pierre, Abelardo, Abelson, Abraham, Abreu, Acton…).

Quizå la Cronología del progreso podría traducirse a un lenguaje visual, una serie de televisión animada que mostrara de manera vertiginosa el avance de la humanidad y al mismo tiempo señalara su condena, anunciada ya en los primeros mitos hebreos y griegos, desde el fruto prohibido del saber, que Eva ofreció a Adån, hasta Prometeo encadenado por Zeus, furioso de que el titån le había robado el fuego: el progreso lleva en sí el germen de su propia destrucción, como prueban las armas letales que produce la ciencia o la enajenación moderna, que cambia el tiempo por cosas o por afanes ruidosos, febriles, abstractos, adictivos, vacíos.

Libro de mil y una perplejidades, CronologĂ­a del progreso refuta lugares comunes, por ejemplo, la creencia en la marcha gradual pero irrevocable de la historia. Se trata de un mito que en la edad moderna ha legitimado las dictaduras mĂĄs atroces pero cuyo origen se remonta a la Italia del siglo XII con JoaquĂ­n de Fiore (“el Marx del medievo”). Tampoco antes del Renacimiento hubo solo obscuridad y, a partir de entonces, una progresiva luz. La Edad Media fue extraordinariamente creativa. Hubo varios renacimientos antes del florentino.

Uno de ellos ocurrió en Bagdad (siglo IX) y en la España musulmana. Mientras leía sus aportes al progreso, pensé en Gabriel Zaid como un avatar moderno de Al-Juarismi, Al-Kindi, Al-Farabi, Avicena, Al-Gazal, Averroes. Gracias a los sabios årabes, Occidente recobró al mundo griego, a Aristóteles y Platón. Esos geómetras, matemåticos, filósofos, médicos, poetas místicos del amor humano, astrónomos, bibliotecarios, teólogos, fecundaron al mundo judío y cristiano. Fueron renacentistas antes del Renacimiento. Y como Zaid, releyeron al mundo, lo reescribieron.

(Publicado previamente en el periĂłdico Reforma)

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial ClĂ­o.


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